Alejandra Ciganda se describe como artista y artesana, de chica incursionó en el mundo de las pinturas y a los 21 años eligió dejarlo atrás y dedicarse a la actividad bancaria. La muerte de su madre le recordó que aquella virtud seguía dentro suyo, y la incentivó a abandonar su trabajo y volver a canalizar sus sentimientos en las pinturas y artesanías.
Actualmente dedica su vida a ello, su taller donde enseña a jóvenes y adultos está repleto de pinturas, cajas decorativas, cuadros diminutos, adornos navideños, todos con su impronta propia y con pedacitos de paisajes misioneros “tenemos mucha creación, mucha naturaleza que es lo que yo transmito con mi arte tanto en la parte artística como artesana, busco el nivel, el producto, que sean diseños buenos, desde la creatividad y la impronta que uno tiene”
Sobre la mesa reposan algunas cajas de maderas, con pedacitos de nuestra tierra colorada, algunas piedras y pequeñas mariposas en relieve, la pintura de un arroyo surge entre ellas. Más allá unas mariposas en tela Ao po’i en dimensión, saliendo de pequeños cuadros. En proceso, en su taller, árboles de navidad en arpillera con las palabras “paz, amor, salud, tolerancia”.
Alejandra diferencia al artesano como aquel que trabaja con las manos, ya sea una madera, una arcilla o una piedra. Mientras que la artística la enfoca en los cuadros, la parte pictórica, donde se trabaja el estudio de la composición y los colores.
“Las grandes industrias hacen cosas que son repetitivas, que se deja en desuso rápido. Comprar a un artesano tiene la historia del artesano y del lugar, y la gente valoriza. Lo que diferencia es la impronta que ponemos, el corazón, la manera en que uno diseña, como traslada lo que quiere transmitir, el artesano pone todo su corazón en lo que hace y las personas buscan lo exclusivo” explica Alejandra.
Fue bancaria por 20 años, “uno cree que el dinero es lo que te mantiene bien, fue la muerte de mi madre que me provocó un cambio rotundo, ella siempre me dijo que tenía que pintar, que tenía virtud en ello”. Con el tiempo Alejandra se dio cuenta que podía hacer lo que le gustaba y ganar dinero con ello.
Cuando regresó al mundo artístico fue elegida para hacer los cuadros y la decoración de un hotel en Iguazú, su lienzo preferido es la tela Ao po’i , y en él realizó 52 cuadros y más de cien fundas con aves, mariposas y plantas de la zona, trabajo que le llevó dos años. “Me dio satisfacción que busquen gente nueva y no siempre los mismos, hay muchos que pinta muy bien y cada uno va abriendo su camino, hay caminos para todos”. A partir del trabajo en el hotel se le abrieron nuevas puertas y comenzó a hacerse conocida.
Actualmente dicta clases en su taller, ubicado en la esquina de Tucumán y 3 de Febrero de la ciudad de Posadas. Considera que practicando todos pueden lograr pintar, “hay gente que tiene mucha virtud y gente que tiene poca, pero si tenés ganas de hacerlo, es porque algo te está llamando la atención y te puede salir, se aprende, se practica y de a poco uno va poniendo su impronta, tengo la convicción de que cada uno tiene su virtud para pintar y hacer” expresó Alejandra.
Actualmente se busca pintar como actividad de relajación, de tranquilizar la mente, “hoy se trabaja el arte decorativo con mucha técnica, vienen y en media hora hace un cuadro, para quienes mantenemos la tradición nos cuenta entender, todo está hecho y fotografiado, transfiero y ya puedo pintar, hay mucha pintura express” finalizó Alejandra.
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