En julio de 2017, la yaguareté Tania llegó a los Esteros del Iberá y se convirtió en protagonista de dos ambiciosos proyectos de conservación de la especie: el del Parque Nacional Iberá, que está recuperando a esos grandes felinos; y el del Parque Nacional El Impenetrable, donde por primera vez a nivel mundial se logró la cruza reproductiva entre un animal silvestre y otro en cautiverio.
Antes del año, la felina de tres patas, tuvo a sus dos primeras crías del proyecto Iberá: Mbarete y Arami, dos hembras nacida de la cruza con Chiqui, un felino cedido en préstamos por Paraguay. Las dos también fueron cruzadas. En total, fue madre de tres camadas de cachorros como parte de esos programas.
El 5 de septiembre último, se supo que unos días antes, Tania había ingresado al Ecoparque de Buenos Aires. Unos días más tarde, la noticia fue que tuvo a una nueva cría, pero esta vez en cautiverio. Lo que significaba que además de volver ella a la vida de confinamiento, se estaba condenando a lo mismo a un recién nacido. Enterado, el abogado Andrés Gil Domínguez pidió que madre e hijo retornen “de inmediato” a un hábitat natural que garantice su bienestar.
¿Por qué Tania y su cría deben volver a la naturaleza?
El abogado constitucionalista Andrés Gil Domínguez es reconocido por su defensa de los derechos de los animales y ya marcó un hito en la historia legal argentina con el famoso caso de la orangutana Sandra, que fue reconocida como persona no humana. En esa causa del año 2014, fue abogado patrocinante y terminó con el fallo que marca una bisagra en el derecho animal a nivel mundial.
Ahora, enterado de la situación de la felina, el martes 2 de octubre presentó una Acción de Amparo Judicial por medio de la cual exige “el inmediato retorno de Tania y su cría a un hábitat natural que garantice su bienestar”.
“Presenté el escrito en representación de Tania y, como no sabemos si la cría es macho o hembra, le puse ‘MP’, para que tenga un nombre. Lo que se busca es que, de forma urgente, madre e hijo sean protegidos en cuanto a su salud, pedí que se tomen medidas para garantizar el máximo bienestar de ambos, que se evite la improntación de la cría y que se los devuelva lo más rápido posible a los Esteros del Iberá o al Impenetrable Chaqueño”, dijo Gil Domínguez sobre el objetivo de su pedido y subraya que el deseo es que la cría, sea eventualmente liberada en la naturaleza.“Estamos ante una clara violación de los derechos de Tania, que sufre un cautiverio indigno y su cría corre el peligro de no poder ser liberada nunca”. En su presentación judicial, el letrado también argumenta que las condiciones del Ecoparque no cumplen con los mínimos estándares de bienestar animal. “Dentro de la cuestión ambiental se discute la protección del yaguareté, pero esta es la primera vez que de manera exclusiva se pide la protección de una yaguareté como animal no humano y sujeto de derecho”, destaca la importancia del caso que hoy lleva adelante.
Hoy, el caso de esta felina genera una gran conmoción en el ámbito ambiental y jurídico, como entre activistas y defensores de los derechos animales que exigen acciones inmediatas. “Es imperativo que el juez actúe con rapidez, no sólo por el bien de Tania, sino también por el precedente que este caso puede sentar para la protección de los animales en Argentina”, señaló una fuente cercana al equipo legal. El proceso está en curso y la expectativa es alta.
La historia de la yaguareté
Tania es una yaguareté (panthera onca) nacida en el zoológico de Batán, en la ciudad de Mar del Plata, en 2011. Su madre, Tobuna, nació en cautiverio en Tucumán en 2001, y fue trasladada a Mar del plata. A los 14 años fue donada y trasladada al proyecto de reintroducción de su especie en Iberá.
En 2019 (con 18 años) la madre de Tania fue trasladada al Centro de Conservación Aguara —dependiente del gobierno de Corrientes— y murió en 2023, con 22 años, superando ampliamente la expectativa de vida, que oscila en los 15 años. Tobuna fue una de las primeras yaguaretés en ser incorporadas a proyectos de reintroducción en Argentina y su única descendiente fue Tania, nacida en cautiverio. El papá de esta hembra al igual que su abuelo, fueron “rescatados” en el chaco formoseño y posteriormente confinados al cautiverio. En 2017, Tania se convirtió en una pieza clave en los programas que buscan la conservación del yaguareté y que fueron llevados adelante por Conservation Land Trust (CLT) y Rewilding Argentina en el Parque Nacional Iberá.
Durante sus primeros años, padeció un accidente en el zoológico de Batán, cuando un tigre de un recinto cercano la atacó, y perdió la pata trasera derecha y algunos dedos de la pata trasera izquierda. Esto no impidió que formara parte de los programas conservacionistas, aunque su discapacidad le impedía ser liberada en un hábitat silvestre.
En 2017, ya con seis años, fue trasladada al Parque Nacional Iberá, donde fue emparejada con Chiqui, un yaguareté nacido en cautiverio en Paraguay. En junio de 2018, nacieron Arami y Mbarete, las primeras yaguaretés nacidas como parte del programa de conservación en Iberá.
Un nuevo traslado sucedió en diciembre de 2019, cuando llegó al Parque Nacional El Impenetrable, en la provincia de Chaco, donde fue emparejarla con Qaramtá, un yaguareté macho silvestre. Fruto de esta unión, nacieron dos camadas: Takajay y Nalá (en enero de 2021), Quiyoc (en febrero de 2023) y un último cachorro MP en 2024 en el Ecoparque de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tania tuvo crías con diferentes machos en 2018, 2021, 2023 y la última en 2024, cuando en estado salvaje, recién a los dos años de edad de los cachorros la madre los deja para que comiencen una vida independiente.
El 26 de agosto de 2024, fue trasladada al Ecoparque y a dos días de su viaje tuvo a su última cría. “Tania, que durante años fue parte del programa de reintroducción del yaguareté en los Esteros del Iberá, fue abruptamente trasladada al Ecoparque, donde sus condiciones físicas y emocionales han sido severamente afectadas”, aseguran desde la Fundación Dante Piesco, que elaboró un informe en el que destaca: “El recinto donde se encuentra limita su capacidad de expresar comportamientos naturales y agrava sus problemas de salud, un claro atentado contra su dignidad. Además, la cría, nacida poco después del traslado, se enfrenta a un riesgo inminente de improntación humana, lo que podría condenarla al cautiverio de por vida”.
fuente: infobae
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