Muchas personas se preparaban para una tercera noche a la intemperie tras el sismo de magnitud 6,8 que sacudió el país a última hora del viernes.
Los trabajadores de socorro se enfrentan al reto de llegar a las aldeas más afectadas del Alto Atlas, una escarpada cordillera montañosa donde los asentamientos suelen ser remotos y donde muchas casas se derrumbaron.
El número de muertos se elevó a 2.122 y el de heridos a 2.421.
Los daños causados al patrimonio cultural marroquí se hicieron más evidentes. Medios de comunicación locales informaron del derrumbe de una mezquita del siglo XII de gran importancia histórica.
El sismo también dañó partes del casco antiguo de Marrakech, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
En Moulay Brahim, un pueblo cercano al epicentro, a unos 40 kilómetros al sur de Marrakech, los residentes describieron cómo habían sacado a los muertos de entre los escombros con sus propias manos.
«Perdimos nuestras casas y también perdimos gente. Llevamos durmiendo como dos días fuera», dijo Yassin Noumghar, de 36 años, otro residente de Moulay Brahim.
«No hay comida. No hay agua. También hemos perdido la electricidad», y añadió que hasta ahora había recibido poca ayuda del Gobierno.
«Lo único que queremos es que el Gobierno nos ayude», dijo, expresando la misma frustración que otros.
En su pueblo se estaban llevando a cabo algunos intentos de auxilio. Los residentes dijeron que las donaciones de alimentos estaban llegando de amigos y familiares que viven en otros lugares. El domingo por la mañana se distribuyeron queso, pan y bebidas calientes en la mezquita.
Se levantaron tiendas improvisadas en un campo de fútbol de tierra.
Los residentes estaban envueltos en mantas después de pasar la noche a la intemperie. Un hombre, que estaba recuperando colchones y ropa de su casa destrozada, dijo que creía que sus vecinos seguían bajo los escombros.
La Organización Mundial de la Salud dijo que más de 300.000 personas se han visto afectadas por el desastre.
Marruecos ha declarado tres días de luto y el rey Mohammed VI ha convocado para el domingo oraciones por los fallecidos en mezquitas de todo el país.
El epicentro del sismo se situó a unos 72 kilómetros al suroeste de Marrakech, una ciudad muy apreciada por los marroquíes y los turistas extranjeros por sus mezquitas medievales, palacios y seminarios ricamente adornados con mosaicos de colores vivos en medio de un laberinto de callejuelas rosadas.
El casco antiguo de Marrakech sufrió graves daños, y las familias se apiñaban en las calles, temiendo que ya no fuera seguro volver a sus casas.
El terremoto fue el más letal en Marruecos desde 1960, cuando se calcula que un sismo mató al menos a 12.000 personas, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.
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