Señalaron que su dispositivo es un primer paso hacia la automatización de la fecundación in vitro (FIV) y la posibilidad de que este procedimiento sea menos costoso. Además de más habitual que en la actualidad.
«En la primavera pasada, ingenieros de Barcelona empaquetaron el robot de inyección de esperma que habían diseñado y lo enviaron por DHL a Nueva York (EE UU). Lo siguieron hasta New Hope, una clínica de allí, donde volvieron a montar la máquina ensamblando un microscopio, una aguja mecanizada, una diminuta placa de Petri y un ordenador portátil», relataron.
«Es como un laboratorio de fecundación in vitro automatizado»
A continuación, uno de los ingenieros, sin experiencia real en medicina reproductiva, utilizó un mando de la PlayStation 5 para colocar una aguja robótica. Esta, observando un óvulo humano a través de una cámara, avanzó por sí sola, penetró el óvulo y dejó caer un único espermatozoide. En total, el robot fecundó más de una docena de óvulos.
«El resultado de los procedimientos fueron varios embriones sanos. Ahora existen en el mundo dos niñas, que son las primeras personas nacidas por fecundación mediante robot», según afirman los investigadores.
«Estaba tranquilo. En ese momento, pensé: ‘Solo es un experimento más’», afirma Eduard Alba, el estudiante de Ingeniería Mecánica que dirigió el dispositivo de inyección de esperma.
Desde Overture Life, la start-up que ha desarrollado el robot, afirman que su dispositivo es un primer paso hacia la automatización de la fecundación in vitro (FIV) y la posibilidad de que este procedimiento sea menos costoso. Además de más habitual que en la actualidad.
Ahora, los laboratorios de FIV son negocios multimillonarios donde trabajan embriólogos cualificados que ganan más de 125.000 dólares (unos 113.300 euros) al año por manipular espermatozoides y óvulos con agujas huecas ultrafinas bajo un microscopio.
Sin embargo, algunas start-ups afirman que todo el proceso podría realizarse automáticamente, o casi. Por ejemplo, Overture ha presentado una solicitud de patente que describe un biochip para un laboratorio de fecundación in vitro en miniatura, con depósitos ocultos que contienen fluidos de crecimiento y pequeños canales por los que se mueven los espermatozoides.
«Piense en una caja donde entran espermatozoides y óvulos, y de ella sale un embrión cinco días después», cuenta Santiago Munné, el premiado genetista que es director de Innovación de la empresa española.
Dr. Santiago Munné
Munné considera que, si la FIV pudiera llevarse a cabo dentro de una máquina de laboratorio, los pacientes no tendrían que acudir nunca a una clínica especializada, donde un solo intento de embarazo puede costar 20.000 dólares (unos 18.140 euros) en EE UU. En su lugar, los óvulos de la paciente podrían introducirse directamente en un sistema de fertilidad automatizado en la consulta del ginecólogo. «Tiene que ser más barato. Y, si cualquier médico pudiera hacerlo, lo sería», afirma Munné.
Avances de la medicina reproductiva
MIT Technology Review identificó media docena de start-ups con objetivos similares, con nombres como AutoIVFIVF 2.0, Conceivable Life Sciences y Fertilis. Algunas tienen su origen en laboratorios universitarios especializados en tecnología en miniatura de laboratorio en un chip.
Hasta el momento, Overture es la empresa que más ha recaudado: unos 37 millones de dólares (33,5 millones de euros) de inversores como Khosla Ventures y Susan Wojcicki, antigua CEO de YouTube.
Según los empresarios, el objetivo principal de la automatización de la FIV es muy sencillo: generar más bebés. Cada año, nacen en el mundo unos 500.000 niños gracias a la FIV, pero la mayoría de personas que necesitan ayuda para concebir hijos no tienen acceso a la medicina de la fertilidad o no pueden pagarla.
«¿Cómo pasamos de medio millón de bebés al año a 30 millones? No se puede, si se gestiona cada laboratorio como una cocina artesanal hecha a medida, y ese es el reto al que se enfrenta la FIV. En los últimos 40 años ha sucedido una ciencia sobresaliente y una ingeniería de sistemas mediocre», explica David Sable, antiguo médico especialista en fertilidad que ahora dirige un fondo de inversión.
Aunque todavía no existe una máquina de fertilidad «todo en uno», incluso la automatización de partes del proceso (como la inyección de esperma, la congelación de óvulos o la crianza de embriones) podría abaratar la FIV. Y, con el tiempo, permitir innovaciones más radicales, como la edición genética o incluso los úteros artificiales.
No obstante, automatizar totalmente la FIV será complejo. Imagínese un robot dentista. La fecundación in vitro implica una docena de procedimientos, y el robot de Overture solo realiza uno de ellos, en parte.
«El concepto es extraordinario, pero se trata de un primer paso», afirma Gianpiero Palermo, médico especialista en fertilidad del Weill Cornell Medical Center. A Palermo se atribuye el desarrollo del procedimiento de fecundación conocido como inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI, por sus siglas en inglés) en la década de 1990.
El especialista señala que los investigadores de Overture seguían dependiendo de cierta asistencia manual para tareas como la carga de un espermatozoide en la aguja inyectora. «En mi opinión, aún no se trata de una ICSI robotizada».
Otros médicos se muestran escépticos ante la idea de que los robots puedan o deban sustituir a los embriólogos en un futuro próximo. «Se coge un espermatozoide y se introduce en un óvulo con el mínimo traumatismo y la mayor delicadeza posible. Los humanos son mejores que una máquina», afirma Zev Williams, director de la clínica de fertilidad de la Universidad de Columbia (EE UU).
Su centro desarrolló un robot, pero con un objetivo más limitado: dispensar pequeñas gotas de un medio de crecimiento donde los embriones pudieran crecer. «No es bueno para los embriones que el tamaño de la gota difiera. Creando las mismas gotas una y otra vez, ahí es donde el robot puede brillar», asegura Williams. Es una forma «poco arriesgada» de introducir la automatización en el laboratorio.
El futuro: científicos de datos
Según Jenny Lu, coordinadora de Donación de óvulos en New Hope, ambos bebés ya han nacido. MIT Technology Review pudo hablar con el padre de uno de ellos.
«Es una locura, ¿verdad? Dijeron que, hasta ahora, siempre se había hecho manualmente», dijo el padre, que pidió permanecer en el anonimato.
La pareja había intentado la FIV varias veces antes, pero sin éxito. En ambos casos se utilizaron óvulos de una donante, que se proporcionaron gratuitamente a las pacientes (de otro modo pueden costar 15.000 dólares, o 13.610 euros). En cada caso, tras ser fecundados y convertirse en embriones, se implantaron en el útero de la paciente.
Los óvulos de donante suelen utilizarse cuando la paciente tiene más edad, unos 40 años, y no puede quedarse embarazada de otra forma.
Dado que la automatización no resolverá el problema del envejecimiento de los óvulos, un laboratorio de FIV en una caja no solucionará este tipo de fracasos de los tratamientos de fertilidad. Sin embargo, la automatización podría permitir a los médicos empezar a medir con precisión lo que hacen, para así afinar sus procedimientos. Incluso un pequeño aumento de las tasas de éxito podría significar decenas de miles de bebés más cada año.
Kathleen Miller, jefa científica de Innovation Fertility, una cadena de clínicas del sur de EE UU, cuenta que sus centros ahora utilizan sistemas de visión por ordenador para estudiar vídeos en time-lapse de embriones en Desarrollo, e intentar ver si algún dato explica por qué algunos se convierten en bebés y otros no. «Lo estamos probando en modelos, y la pregunta es: ‘Dime algo que no sepa’». «Vamos a ver una evolución de lo que es un embriólogo. Ahora son técnicos, pero van a ser científicos de datos», predice Miller.
A algunos defensores de la automatización de la FIV les espera un futuro aún más salvaje. Al ceder la concepción a las máquinas, la automatización podría acelerar la introducción de técnicas controvertidas, como la edición del genoma o métodos avanzados de creación de óvulos a partir de células madre.
Aunque Munné afirma que Overture Life no tiene previsto modificar la composición genética de los bebés, cree que sería sencillo utilizar al robot inyector de esperma para ese fin. Ya que podría dispensar cantidades precisas de productos químicos para editar genéticamente un óvulo. «Debería ser muy fácil añadirlo a la máquina».
En el horizonte, se vislumbra una tecnología aún más especulativa. Las máquinas de fertilidad podrían evolucionar hasta convertirse en úteros artificiales, con fetos gestados en centros científicos hasta su nacimiento. «Vamos a llegar a ese punto. Hay pruebas de que lo que creíamos imposible, no lo es», afirma Thompson.
Otros imaginan que podrían lanzarse al espacio exterior robots llenos de óvulos y espermatozoides en un estado vítreo de estasis. Tras un viaje de 1.000 años a un planeta lejano, esas máquinas podrían crear una nueva sociedad humana.
Todo forma parte del objetivo de crear más humanos, y no solo aquí en la Tierra. Chávez-Badiola concluye: «Hay gente que piensa que la humanidad debería ser una especie interplanetaria, y las vidas humanas no van a ser suficientes para llegar a esos mundos. Parte del trabajo de un científico es seguir soñando».
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