Quienes hayan interpretado la “renuncia” de Mauricio Macri a una eventual candidatura presidencial como un gesto de grandeza deben estar experimentando una profunda desazón por estos días. Es que el expresidente sólo renunció a algo que nunca tuvo ni podría tener porque los números no le dan, pero sigue desesperado por garantizarse la mayor porción de poder que pueda conseguir y eso choca de frente contra las aspiraciones de quienes quieren sucederlo.
A no engañarse, no se trata de un enfrentamiento motivado por cuestiones éticas o republicanas o por diferencias programáticas, solo se trata lisa y llanamente de una interna impulsada por la ambición de poder que se traduce en una pelea sin cuartel por las candidaturas.
Macri sabe que no tiene los votos para ser presidente, por eso se bajó de esa carrera, pero pretende seguir manejando los hilos del PRO y -por extensión- de Juntos por el Cambio, con la ilusión de convertirse en algo así como un presidente tras bambalinas.
Para eso necesita ubicar a personal de confianza en lugares clave y uno de esos lugares es la jefatura de gobierno porteño, pago chico del macrismo. “Quién mejor que mi primo Jorge para ese puesto”, pensó Macri a quien no le importó que su pariente estuviera domiciliado en Vicente López (que hasta ahora es provincia de Buenos Aires) para impulsar su candidatura.
Pero quien ahora ocupa ese sillón tenía otros planes.
A diferencia de su mentor, Horacio Rodríguez Larreta sí cree que puede ser presidente y para ampliar su base electoral viene trabajando en una alianza con los radicales para encabezar una fórmula mixta, preferentemente acompañado por el jujeño Gerardo Morales.
El acuerdo con los radicales incluye la condición de permitir al camaleónico Martín Lousteau competir en igualdad de condiciones por la jefatura de gobierno porteña, que a esta altura es la mayor ambición que sostiene el centenario partido.
En ese punto, el interés de Larreta por impulsar su candidatura presidencial con el apoyo de parte del radicalismo colisionó con las aspiraciones del expresidente de inclinar la cancha en beneficio de su primo Jorge.
Lo que pretendía Macri es que todos los precandidatos a presidente del PRO llevaran en sus boletas al primo Jorge en unas PASO unificadas entre Nación y la CABA, lo cual claramente hubiera imposibilitado aquello de garantizar la competitividad de Lousteau.
Puesto ante la disyuntiva entre obedecer a quien fuera su mentor político o sostener su alianza con los radicales, Larreta priorizó lo segundo y salomónicamente separó las elecciones nacionales de los comicios porteños, que se realizarán el mismo día pero con boletas y sistemas de votación distintos.
La desobediencia de su otrora delfín enfureció a Macri, que utilizó las redes sociales para comunicar su descontento y despotricó contra la decisión de Larreta en un Zoom partidario convocado por Patricia Bullrich.
Posteriormente, en un almuerzo del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp), el exmandatario endureció todavía más su discurso, en lo que muchos entendieron como un aval a Bullrich, dijo que “hay cada vez más gente que se enoja y cree que hay que romper todo”, que eso termina beneficiando a Javier Milei a quien puso en una hipotética segunda vuelta frente a un candidato de JxC.
Agregó una frase (literalmente) explosiva: “Yo creo que hay que dinamitar, bueno, semi-dinamitar todo, no absolutamente todo”. Esa mención habilitó al ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, a vaticinar que si ganara la oposición: “las calles van a estar regadas de sangre y de muertos”.
En Misiones
La pelea por la Ciudad de Buenos Aires es un episodio más de una interna del PRO que viene desde el momento en el que comenzaron a perfilarse las candidaturas, apenas después de las elecciones de medio término de 2021, y que se extendió a los armados provinciales de Juntos por el Cambio.
Misiones no fue la excepción. Cada una de las facciones involucradas en la interna eligió delegados en la provincia que terminaron trasladando al plano local el conflicto nacional.
Eso terminó alejando a muchos simpatizantes y dirigentes de JxC de Misiones. Uno de ellos es el histórico dirigente Jorge Ratier Berrondo, diputado provincial y expresidente del PRO en la provincia, quien consideró que ese partido fue “tomado por la interna nacional” y eso le quitó las ganas de participar a muchos dirigentes. “Tenemos que revertir esto o nos vamos a quedar como un espacio para unos pocos”, dijo.
El diputado provincial, uno de los principales referentes del PRO en la provincia, expresa una opinión que sostienen muchos dirigentes dentro de Juntos por el Cambio, pero que no tantos se animan a expresar públicamente. Habla del hartazgo que generó el traslado a escala provincial de una interna sin cuartel que se dirime en la cúpula nacional del frente opositor.
En diálogo con la emisora Radio News, Ratier indicó que desde fines del año pasado en misiones el partido fue tomado por la interna nacional. “Hay un sector que trabaja con un candidato (nacional) y otro que trabaja con otro. A nivel local se inició una batalla anticipada por el poder que debería ser en las PASO, se coló la interna nacional en la elección provincial y eso termino alejando a los que entendemos que esta diferencia no debería existir, nos quitó las ganas de entrar en una pelea que no sentimos nuestra. Fuimos perdiendo un montón de dirigentes, tenemos que revertir esto o nos vamos a quedar con un espacio para unos pocos, esa es mi crítica, no tengo sed de protagonismo”, afirmó.
Sin candidatos de peso ni dirigentes que militen, crece el miedo a un papelón electoral nacional el 7 de mayo. Además de Ratier, otros dirigentes se están alejando y criticando los manejos sectarios y las peleas constantes entre diferentes facciones que responden a diferentes líderes nacionales. A los casos conocidos de Fernando Santacruz, José Luis Pastori, German Ferver, en los últimos días se hizo público el distanciamiento casi irreparable de Osvaldo Navarro, otra figura importante en el armado de JxC que se apartó y cuya ausencia va a sentirse en la movilización y estructura.
En el radicalismo la casa tampoco está en orden. Los dirigentes que no pertenecen a la misma línea interna del aspirante a gobernador Martín Arjol se quejan porque no tienen participación en las candidaturas y no siquiera tienen llegada al candidato por el que deberían militar de acuerdo al mandato partidario.
En consecuencia, hay un sector amplio del centenario partido que directamente no está participando en la campaña y cifra sus expectativas en las nacionales de octubre.
Ante este panorama en JxC, los libertarios recorren las principales ciudades de Misiones al mando de una ambulancia presta para curar a los heridos que está dejando la interna cambiemita.
En definitiva, el que termina cosechando cada vez más adhesión en este complejo panorama es el liberal Milei. Pareciera que todas las acciones del PRO y el radicalismo apuntan a consolidarlo y beneficiarlo. Cada escisión de Cambiemos suma a las huestes libertarias.
También en Mendoza
Otro de los epicentros de la feroz interna de JxC es Mendoza. Allí el ala dura del PRO había cerrado filas con el radical Alfredo Cornejo, acuerdo al que siempre se opuso el diputado nacional del PRO, Omar De Marchi, que pretendía competir por la gobernación con el sello del PRO sin conformar frente con Cornejo.
Los radicales elevaron sus quejas ante la conducción nacional del PRO que intentaron convencer a De Marchi y al presidente del partido amarillo en Mendoza, Álvaro Martínez, de que acataran lo dispuesto por la cúpula del partido y cerrara fuerzas como vagón de cola del frente Cambia Mendoza que tiene como candidato a gobernador a Cornejo.
Con esa misión partió hacia la tierra del buen vino, en carácter de interventor, el misionero Humberto Schiavoni. La verdad es que no le fue bien. Después de no haber podido convencer a De Marchi, el exdirector de la EBY inscribió al PRO dentro del frente Cambia Mendoza, pero lo hizo sin la anuencia del mencionado Martínez, que nunca reconoció la intervención encabezada por Schiavoni.
A su vez, el presidente del PRO mendocino también inscribió a ese partido, pero no como parte de la alianza Cambia Mendoza sino que junto a De Marchi armaron un frente llamado La Unión Mendocina, que abrigó a todo el arco libertario de esa provincia.
La justicia deberá determinar quién podrá llevar el sello del PRO en sus boletas, pero más allá de ese detalle, lo que consiguió la cúpula nacional del partido amarillo y la intervención de Schiavoni, fue darle a Milei y a sus libertarios algo que no tenían: un candidato a gobernador y un armado territorial en una de las provincias más pobladas del país.
“Creyeron que me iban a disciplinar, pero armamos un frente que empezó a tener aroma de gobierno”, lanzó el presidente del PRO mendocino.
Igual que en Misiones, en Mendoza la interna de Juntos por el Cambio y la pretensión de la conducción nacional de ese frente de intervenir con autoritarismo en los armados provinciales terminó espantando a los dirigentes locales y jugando a favor de los libertarios.
El FdT y la dura carga de gobernar
Además de levantar las acciones de Javier Milei, la irreconciliable interna de JxC abrió una luz de esperanza en el FdT justo cuando sus principales figuras se estaban resignando a no ser competitivos en las elecciones.
Ahora creen que con el voto cautivo del peronismo les podría alcanzar para entrar segundos. En un escenario ideal competirían contra Milei o Bullrich, las expresiones más extremas de la derecha entre los presidenciables, y se beneficiarían del espanto que esas dos candidaturas despiertan entre los votantes más moderados.
Contrariamente a lo que pudiera pensarse, los círculos de poder económico ven con creciente atractivo una postulación de Sergio Massa, a quien perciben con un manejo más sólido de la economía que Bullrich y con un programa más practicable que el de Milei.
El libertario colabora con la candidatura de Massa cada vez que promete cerrar el Banco Central o ir a una dolarización de la economía en un país que no tiene dólares.
Un reciente informe firmado por el economista jefe de uno de los principales bancos del país advierte que un buen desempeño de Milei en las PASO podría generar una monumental corrida contra el peso y contra los títulos en moneda local, como consecuencia lógica de la posible asunción de un presidente que promete sacarlos de circulación, con efectos desastrosos para las empresas.
Pero el principal problema del FdT es su propio gobierno y el principal problema de Massa es la inflación.
Los precios no dieron tregua en marzo, el IPC aumentó 7,7% en ese mes y elevó la inflación anual a la friolera de 104%, la máxima desde 1991, en la salida de la última hiperinflación. Lo peor del caso es que los alimentos aumentaron más todavía: 9,4%.
En un intento por enfriar la cosa, desde el ministerio de Economía salieron a pronosticar que “lo peor ya pasó”. Pero los datos cuentan otra historia, porque la inflación núcleo (que excluye a las variaciones estacionales) fue de 7,2%, dato que le pone un piso alto a la inflación de abril.
El FRC y la ventaja de gobernar
Al Frente Renovador misionero le ocurre exactamente lo contrario de lo que le pasa al FdT a escala nacional. Mientras que para Alberto, Massa, Cristina y compañía los resultados de su propio gobierno son el principal lastre para sus ambiciones electorales, para la renovación la gestión de gobierno es el principal argumento a favor de sus candidatos.
En Misiones hay políticas de largo plazo que llevan ya dos décadas de avance constante, hay un plan centrado en darle servicios y derechos al ciudadano, hay proyección hacia la modernidad y la permanente innovación, a diferencia de otros esquemas de miran y pretenden volver al pasado.
El juego de contrastes también juega a favor del Frente Renovador, que puede mostrar una provincia en orden y una organización interna aceitada, bien estructurada, con liderazgos claros y en absoluta armonía. Todo eso contrasta con lo que cualquier ciudadano podrá observar dentro de las dos principales alianzas nacionales, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio.
Además de la gestión ordenada y la oferta política atractiva, el Gobierno misionero puede mostrar logros de gestión concretos, como el Silicon, la Escuela de Robótica, el crecimiento constante del turismo, la recuperación del Puerto de Posadas, el impulso a la producción agro sustentable, en la que Misiones es líder nacional gracias a la implantación de un modelo de uso masivo de bioinsumos de producción propia, en reemplazo de los químicos que se utilizan en el resto del país y en países limítrofes.
El alimento es el eslabón más preciado de los sistemas agrarios del mundo y Misiones combina los estándares más altos de salud y producción, sumado a que se desarrolla en un entorno único de selva, ríos, aire puro y biodiversidad preservada.
En este sentido, en los próximos días se dará a conocer otra novedad sobresaliente que es la Certificación Agrosustentable, que significará otra marca registrada de los misioneros para exportar y enriquecer la economía. Ya existe la ley de producción sustentable y en estos días se dará la inauguración de una fábrica modelo de bioinsumo preparada para abastecer a escala nacional e internacional, con avanzadas negociaciones para exportar a varios destinos.
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