En Kahramanmaras, cerca del epicentro del sismo en el sureste de Turquía, las operaciones de rescate eran menos visibles entre los montículos de hormigón de casas y bloques de apartamentos derrumbados, mientras cada vez más camiones recorrían las calles sacando escombros.
El creciente número de muertos, que supera los 24.150 en todo el sur de Turquía y el noroeste de Siria, suscitó dudas sobre la planificación y el tiempo de respuesta de Turquía ante el terremoto, y el presidente Tayyip Erdogan dijo el viernes que las autoridades deberían haber reaccionado con mayor rapidez.
En el enclave rebelde del noroeste de Siria, que sufrió los peores daños del terremoto, pero donde las labores de socorro se complican por la guerra civil de más de una década, había entrado muy poca ayuda, incluso después de que el gobierno de Damasco dijo el viernes que permitiría a las caravanas cruzar las líneas del frente.
En Turquía, 67 personas habían sido rescatadas de entre los escombros en las últimas 24 horas, declaró a la prensa el vicepresidente turco Fuat Oktay, en un esfuerzo que atrajo a 31.000 socorristas en toda la región afectada.
Alrededor de 80.000 personas estaban recibiendo tratamiento hospitalario, mientras que 1,05 millones de personas que se quedaron sin hogar a causa de los sismos se encontraban en refugios provisionales, añadió.
Pocos esfuerzos de rescate se saldan ahora con éxito. En Antioquía, los equipos de rescate sacaron a Arda Can Ovun, de 13 años, de entre las ruinas de un edificio después de 128 horas, envolviéndolo en papel de aluminio y sujetándole el cuello mientras lo levantaban del suelo en una camilla.
Durante la noche, una mujer de 70 años y un niño de nueve fueron rescatados en Kahramanmaras y una mujer de 55 fue sacada de los escombros en la ciudad oriental de Diyarbakir. Sin embargo, una mujer que fue rescatada el viernes en Kirikhan, Turquía, murió en el hospital el sábado.
En toda la región devastada, la gente seguía esperando noticias de sus seres queridos desaparecidos. Soner Zamir y Sevde Nur Zamir estaban acampados el sábado frente a un edificio destrozado donde vivían sus padres y abuelos.
“Algunas personas salieron ayer, pero ahora no hay esperanza. Este edificio está demasiado destrozado para vivir”, dijo Zamir.
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Al sur de la ciudad, una caravana de seis furgonetas blancas con sirenas y luces verdes marcadas como “Servicio de Transporte Funerario” había recorrido lentamente los caminos rurales a última hora del viernes. En un pueblo, Hasan Kunduru dijo que se habían encontrado al menos nueve cadáveres.
“No ha habido socorristas. Estamos haciendo esto solos con nuestras propias manos”, comentó.
El sismo de magnitud 7,8 del lunes, con varias potentes réplicas en Turquía y Siria, se sitúa como la séptima catástrofe natural más mortífera del mundo en lo que va de siglo, superando el temblor y el tsunami de Japón de 2011 y acercándose a los 31.000 muertos por un sismo en el vecino Irán en 2003.
Un sismo de potencia similar en el noroeste de Turquía en 1999 causó más de 17.000 muertos. El terremoto del lunes, con un balance hasta ahora de 20.937 muertos dentro de Turquía, es el más mortífero del país desde 1939.
En Siria, las personas que esperaban noticias de familiares enterrados bajo edificios derrumbados permanecían solemnes junto a montones de hormigón aplastado y metal retorcido.
Muchos residentes del noroeste de Siria, en manos de los rebeldes, ya habían sido desplazados de otras zonas del país que habían sido recuperadas por las fuerzas progubernamentales durante la actual guerra civil, pero ahora se han quedado de nuevo sin hogar.
“El primer día dormimos en la calle. El segundo día dormimos en nuestros coches. Luego dormimos en las casas de otras personas”, dijo Ramadan Sleiman, de 28 años, cuya familia había huido del este de Siria a la ciudad de Jandaris, gravemente dañada por el terremoto.
El presidente sirio, Bashar al-Asad, realizó su primer viaje a las zonas afectadas desde el sismo, visitando hospitales en Alepo el viernes y en Latakia el sábado, según los medios de comunicación estatales, tras aprobar la entrega de ayuda en los frentes de la guerra civil.
Decenas de aviones cargados de ayuda han llegado a zonas en manos del gobierno de Asad desde el lunes, pero poca ha llegado al noroeste, la zona más afectada. En tiempos normales, la ONU entrega ayuda a la región a través de la frontera con Turquía por un único puesto de control, una política que Damasco critica por violar su soberanía.
Terremoto en Siria y Turquía: ya hay más de 23 mil muertos y rescatistas continúan trabajando a contra reloj https://t.co/49rfw9iTJV
— misionesonline.net (@misionesonline) February 10, 2023
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