Andrea Dulko – Radio Libertad
Andrea Dulko es una cantautora independiente actualmente radicada en Oberá, Misiones. Nacida en el seno de una familia de músicos, actualmente se desempeña como profesora de música en el Polivalente de Artes y estudiante de la Licenciatura en Música y de la Tecnicatura en Medios Audiovisuales y Fotografía, ambos de la Facultad de Arte y Diseño. Ofreció una enriquecedora entrevista para el programa radial de Cultura en Movimiento, conducido por Café Azar y transmitido por Radio Libertad, donde rememora sobre su viaje artístico y explica, entre otras cosas, por qué la música compuesta para videojuegos no es menos que cualquier otra.
Café Azar: Estaba en la última jornada de Oberá en Cortos un viernes tipo once o doce de la noche, frente a la Catedral de San Antonio donde estaba el camión de Cultura en Movimiento. Ahí estaba una querida mía, Dani Azida, que iba a poner música. Pero también me encontré con un trío, con un teclado en el medio y guitarra y batería, y una música espectacular. Era Andrea Dulko la que estaba tocando en aquella noche de cierre.
A partir de ahí dije “Bueno, quiero escuchar algo más,” y en su canal de YouTube encontré un material grabado en 2020, y después algunos videos. Por lo que uno ve, maneja diferentes géneros musicales – tanto desde lo académico como desde lo popular. Así que es un gusto para nosotros poder charlar con ella. ¿Cómo te va?
Andrea Dulko: ¿Qué tal? Buenos días. El placer de estar en el programa es totalmente mío.
CA: Gracias Andrea por permitirnos charlar un poquito y conocerte más. Tengo todo un texto acá presentando tu trabajo, pero me gustaría que lo cuentes vos. ¿Cómo comienza tu relación con la música? ¿Cómo empezás a navegar por los distintos géneros, lenguajes, estéticas, y poéticas dentro de las posibilidades musicales que uno tiene cuando se encuentra con esto?
AD: ¡Uf! Pasaron todo tipo de cosas en mi trayectoria artística. Mis papás son docentes: mi mamá es profesora particular de música y mi papá es licenciado en Música, trabaja en el nivel secundario y terciario, y cuando era muy chiquita – tenía cinco años – mi papá me puso un teclado en frente y me dijo “Vamos a comenzar a estudiar.” Y de ahí yo comencé a estudiar, probando lo que me gustaba y lo que no. Me acuerdo de que los primeros temas que aprendí fueron temas de new age en teclado. Entonces desde ahí entró medio rara la premisa. A partir de allí continué tocando.
CA: O sea que lo primero fue (Maurice) Jarre, Vangelis, y todo eso.
AD: ¡Exactamente! Ese fue el primer contacto que tuve con el teclado. Después estudié en el Polivalente de Artes. La vida dio vueltas y ahora estoy trabajando ahí como profesora. Estudié en el trayecto artístico, hice guitarras e hice piano. De ahí tuve contacto con diferentes géneros musicales: con rock, con pop, con folclore, y con mucha música académica – música clásica, de Mozart y Beethoven.
Terminé estudiando Profesorado. Primero quería hacer guitarra eléctrica, pero después me tiré más para los teclados. Al bajo lo comencé por una banda, porque teníamos una cuando yo tenía doce o trece años llamada Stereo Bit. Me habían invitado porque necesitaban bajista, aprendí el bajo, y desde ahí no lo paré de tocar. Después hice el Profesorado, me recibí de profesora, seguí haciendo música, y me acuerdo de que en un momento un amigo me había pedido componer un tema para un videojuego que él estaba programando. Yo nunca había hecho nada de composición en mi vida, y le digo “Bueno, vamos a componer algo así te ayudo a que ese videojuego salga a la luz.” Al final no sé si salió o no todavía, pero así fue cómo empecé a componer.
Estaba tomando clases de jazz con Leandro Yahni en Posadas, que es integrante de Jugo de Tigre, y traté de aplicar lo que yo sabía. Era terrible el tema. Horrible la composición que mandé, y fue lo primero que compuse, pero desde ahí no paré de componer, porque me di cuenta que podía hacer un montón de cosas que no podía hacer tocando temas de otros. Comencé a componer un montón de cosas, muchas de las cuales quedaron en la nada. Después publiqué algunas experimentaciones en internet, y de sorpresa me llamaron para tocar en la Facultad. Preparé seis temas que tenía, que hace dos años los venía trabajando y que son los primeros seis temas del álbum que publiqué este año, y los presenté.
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CA: Hay una combinación de muchas cosas ahí, y por eso me parece interesante tu propuesta. Desde lo que sale de la partitura, de lo académico clásico, a esto del videojuego como posible insumo para la creatividad musical. La música aparece por varios lados, y no siempre donde pensamos que está.
AD: Exactamente. A los cinco años, cuando comencé a estudiar música, comencé a jugar videojuegos. Fue al mismo tiempo. La música que se crea para los videojuegos es muy especial: tiene características tanto formales como armónicas. Es un género en sí mismo, que por ahí hace poco se le comenzó a dar el nombre de 8-bit o chiptune, por lo que lo agregué a lo que interpreto, porque es difícil cerrar esa música experimental en un solo género. Pero va por ahí.
Tanto las películas como los dibujos animados, todo lo que uno consume, tiene música muy interesante. Hace unos años, según mi percepción, dentro del videojuego se comenzó a darle una importancia bastante importante a las composiciones que se crean para los videojuegos, y se toma parte de los elementos formales para experimentar y decir “Vamos a complejizarlo. Vamos a tratar de generar emociones que vayan con lo visual pero que también transmitan algo con la música.” Me pareció muy interesante ese mensaje y lo tomé.
Después, lo que hice fue combinarlo con las técnicas que yo tenía de la música clásica, del jazz, y del rock, que viene de mi familia porque mi papá es súper rockero, y desde chica yo estuve escuchando Megadeth – toda mi adolescencia básicamente. Lo combiné con eso y se termina creando algo como “sonidos nuevos,” u otra cosa.
CA: Me dejás picando dos cosas. Por un lado, pensaba que, en algún momento, se menospreciaba o desprestigiaba la música que se hacía, por ejemplo, para las películas. Después apareció Miles Davis con su versión de Someday My Prince Will Come y dijo “No, esto se puede tocar excelente,” y esa canción es parte de la banda sonora de una película. Pienso que con los videojuegos pasa algo parecido. En este momento, ya el insumo, la creatividad, y lo que se pone en juego ahí juega en ligas mayores en cuanto a la música, la composición, y la creación.
AD: Eso es totalmente preciso, sí.
CA: Lo segundo: hace unos días charlábamos con Marcos Nde Ramírez, que tiene una propuesta de intervenir temas locales y regionales clásicos con una “modernización.” Y lo nuevo, lo moderno en la cultura y en el arte es de 1910 ó 1920, y a partir de ahí no sé si podemos hablar de “nuevo” o “moderno,” sino de sonidos o lenguajes diferentes que interactúan de manera – por decirlo así – “original.”
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AD: Estoy de acuerdo. Nosotros tuvimos una cátedra de semiótica en la Licenciatura, y yo tomé como referencia un dúo que a mí me gusta mucho, DOMi & JD Beck, que tocan teclado y batería. Tomé como referencia unas versiones que hicieron de hip-hop de los años 2000, y me pregunté adónde se puede encapsular eso, porque tiene la rítmica y los bajos del hip-hop, pero también la armonía del jazz y la técnica de la música clásica. Entonces, ¿adónde se puede encapsular esto? ¿Adónde nos paramos para decir “bueno, esto es jazz”? Terminé concluyendo que capaz puede ser un jazz alternativo, pero no me animé a hipotetizar sobre esa cuestión, y así sucesivamente.
Para mí, estamos en un proceso y no podremos saber hasta dentro de diez, veinte, o treinta años qué es lo que está pasando ahora en la música. Me parece que hay varias corrientes muy fuertes que experimentan y mezclan cosas, y todavía están en ese proceso de fusión. Hablamos de originalidad o modernidad, pero no podemos encapsular en un género todo eso nuevo que está sucediendo.
Lo que hablabas de los videojuegos es totalmente preciso. Con lo audiovisual sucedió lo mismo. No se veía en la música esa posibilidad de aportar al mensaje que se quiere mandar con el audiovisual, pero la música bien planteada dentro de lo audiovisual, bien planteada por sí sola, genera ciertas nuevas sensaciones. Los videos musicales y el cine son nuevos lenguajes, porque no se los puede comparar sólo con la música o el audiovisual, sino que te transmite otra cosa totalmente diferente. Con los videojuegos por suerte está pasando lo mismo. Hay muchas posibilidades de hacer arte a través de los videojuegos, y esperemos que eso se siga desarrollando de manera súper positiva.
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CA: Estábamos hablando, en principio, de música instrumental. Agradezco la mención en tu reseña de DOMi & JD Beck, un dúo de chicos de dieciséis y veinte años. Anoche cuando leí la reseña me puse a escucharlos y me parecieron maravillosos. Están apadrinados también por Anderson .Paak, en esta combinación que mencionaste de estéticas y lenguajes. Es muy interesante.
En lo que se refiere a la poética, a la letra de la canción: hay canciones que vos cantás con letras que también son tuyas. ¿En qué búsqueda estás en ese aspecto? ¿Qué rol cumple la letra o la poética dentro de la canción?
AD: La letra para mí es dos cosas. En cierta manera este proyecto comenzó como uno audiovisual, y me dicen “Pero vos estás hablando mucho de cosas audiovisuales” y claro, porque en mi cabeza hay un montón de imágenes que después hacen música. Cada una de las letras cuenta pequeñas historias por separado, y al mismo tiempo tienen un montón de metáforas que expresan cosas que me pasan constantemente y que no puedo expresar de otra manera.
La forma de abordar las letras y contenidos la tomo mucho de Destroy Boys, que es una banda de punk de Estados Unidos con una cantante que es argentina y que toma mate todo el tiempo. Tienen esa esencia de cantar sobre cosas que te pasan pero de forma metafórica, con mucho sentimiento y con mucho poder. A mí me pasa eso. Por una parte, cada una de mis letras cuenta una pequeña historia desde el principio hasta el fin, y también tiene frases breves que te van diciendo cosas que a mí me están pasando.
Por ejemplo: “Mi boca está hecha de metal y tu nombre está grabado en mi interior,” que aparece en mi canción Randal, hace referencia a esos momentos en donde uno quiere desprenderse de algo y termina hiriendo a otra persona, y eso no se te va de la cabeza. No lo podés olvidar por meses y meses, y de repente estás acostada y te acordás de lo que hiciste antes y te decís “Quiero cambiar, quiero mejorar, ¿cómo hago?” Te sentís como un pequeño monstruito en el medio de la gente. Cada canción tiene una especie de rescate metafórico y, al mismo tiempo, son como historias en sí mismas.
CA: ¿Tenés planes para tocar dentro de poco? ¿Vas a venir por Posadas? ¿Hay alguna noticia que nos puedas dar en ese sentido?
AD: Hay un grupo en el que estoy involucrada que es Sección Historietas, en Oberá, y estamos organizando una pequeña feria en donde estaremos tocando en el cierre. Me parece que es una idea muy copada la de ir, ayudar, y aportar en el grupo de gente que hace cómics acá en Oberá. Después se están organizando varias cuestiones con bandas locales con las que estuvimos en contacto. Todavía no hay fecha ni horario, pero estén atentos a las redes sociales porque lo vamos a estar publicando. Cuando quieran que vayamos por Posadas, mándenos nomás un mensajito y vamos para allá.
CA: Gracias, Andrea, por esta entrevista.
AD: ¡Gracias a ustedes! Les agradezco la invitación.
Productora de “Cultura en Movimiento”: Melisa Gómez Galeano. Operación técnica de Radio Libertad: Héctor Komisarski. Originalmente publicado en Misiones Cultural.
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