“Nos movieron la mandíbula, pero no nos van a tirar». Puertas adentro, el plantel acusó el impacto, el mazazo en el debut de Qatar 2022. Sobre todo, porque era una sensación que hace tiempo no experimentaba, que incluso duele más que aquella eliminación a manos de Brasil en la semifinal de la Copa América 2019, cuando había empezado este invicto que cortó el rival menos imaginado. El golpe sacude porque no había ningún registro cercano de que podía suceder así. Y porque el equipo, a diferencia de aquella vez, en el que se fue del torneo dejando una gran imagen, ahora contra Arabia Saudita mostró todo lo contrario.
La analogía tiene un sentido. Si aquél fue una frustración que sirvió de punto de partida para buscar revancha (y llegó con el título después de 28 años), ahora la Selección está ante un desafío similar. Ponerse de pie, aunque de inmediato. Sí, la diferencia es que esta vez tiene que hacerlo así, rápido. Porque el sábado, en el segundo partido del Mundial ante México, ya no tiene margen de error.
Es cierto que las caras que se vieron en el vestuario, más aún en la zona mixta, plantean el interrogante de cómo podrá asimilar el equipo este debut impensado. Incluso, fue el propio Messi quien reconoció cómo les pegó la derrota. «Muertos», fue el término que utilizó el capitán ante la pregunta más sencilla. Algo de ese estado de ánimo se trasladó al búnker del seleccionado argentino en la Universidad de Qatar: hubo una merienda de pocas palabras y mucho desencanto. Algunos, incluso, eligieron dejarla pasar.
El otro mensaje
«Fue un piñazo, pero ahora hay que responder». La declaración del efecto de la caída, del choque de frente, parece estar respaldada en el «pero» como sinónimo de esperanza. Puertas adentro no hay nadie que niegue el dolor por este tropezón increíble en el debut de un Mundial que hasta hace unas horas era pura ilusión y que ahora se llenó de incertidumbre. Aunque de la mano, llega el retruco, acaso la respuesta a lo que viene.
«Este grupo se destaca por la unión y la fuerza grupal, es momento de eso, de demostrar que somos fuertes de verdad. Hace tiempo que no se pasa por una situación de esta manera y de estar obligados», fue también el otro lado de la declaración de Messi, mirando para adelante. Algo que completó Di María, también referente grupal: «Hay que ser positivos ahora».
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Lo concreto es que hay, en ese mensaje de Messi, una bajada de línea interna, casi un desafío para sus propios compañeros, como si sintiera la necesidad ahora mismo de tocarles el orgullo herido. «Demostrar si somos fuertes de verdad…», como dijo el 10, nace desde la duda para intentar que se convierta en una certeza. Y hoy, ahora, es tan importante como ganarle a México.
La salida del equipo de la cancha, muchos en fila india, sin hablar, muestran conciencia sobre el sacudón. Y también, que cuatro referentes (Messi, Di María, Dibu Martínez y Papu Gómez) se hayan detenido a dialogar con la prensa al salir del vestuario para explicarle a un país lo que había pasado, también es una reacción para destacar. En otro momento, el silencio hubiese sido completo. Esta vez, no fue así.
A Scaloni le queda mucho por trabajar en lo futbolístico (hubo también un diagnóstico interno rápido de lo sucedido, incluso una clara autocríticas), pero sobre todo en lo emocional. «Esperemos saber amortiguar este golpe», es el deseo interno. Y el de 45 millones de argentinos.
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