La noticia fue confirmada por su representante y aún no se conocen las causas de su deceso.
Ícono de la música brasileña, Costa se ausentó de los escenarios para recuperarse de una cirugía realizada en septiembre para extirpar un bulto en su cavidad nasal derecha. La cantante había cancelado a último minuto su participación en el festival Primavera Sound, en São Paulo, el pasado fin de semana. De acuerdo con las recomendaciones médicas, debería tomarse un descanso de los conciertos hasta finales de noviembre.
Gal Costa inició su carrera en 1965, casi en perfecta sintonía con la explosión del tropicalismo, un movimiento cultural rupturista que impactó en las artes plásticas, la música, el teatro, el cine y la literatura de un Brasil dominado por la rigidez represiva de la dictadura militar que quebró el orden constitucional en 1964, luego de un largo período de inestabilidad política en el país vecino.
Nacida como Maria da Graça Costa Penna Burgos en 1945, empezó a cantar de muy chica y a los 15 años ya se lucía como cantante y guitarrista en las fiestas escolares de su ciudad natal, Salvador (Bahía). En esa misma época la tomaron como empleada de una disquería en la que su gran descubrimiento fue la singular bossa nova de João Gilberto, con quien tendría el gusto de compartir un escenario en 1965, cuando tenía apenas 20 años.
Conoció a Caetano Veloso gracias a su amistad con Dedé Gadelha, la primera esposa del gran artista bahiano y madre de Moreno, también músico. Debutó como cantante en el espectáculo musical Nós, Por Caso, montado para inaugurar el Teatro Vila Velha de Salvador y en el que también participaron Caetano, Gilberto Gil, Tom Zé y Maria Bethânia. En 1967 entró por primera vez a un estudio para grabar un disco con Veloso: titulado Domingo, ese bautismo de fuego se parece mucho más al trabajo de un cantautor folk de la escena londinense de los 60 que a un disco pop brasileño.
Muy pronto, Gal sería una de las invitadas especiales del disco clave del tropicalismo, Tropicália: Ou Panis et Circenses (1968), que reunió a Caetano, Gil, Nara Leao y Os Mutantes. Costa puso su voz en varias canciones, pero tuvo protagonismo en dos que con el correr de los años se transformarían en clásicos de su repertorio: “Baby” y “Mamãe, coragem”. Ese mismo año se volvió muy popular gracias a su notable performance en un programa televisivo de la TV Record brasileña: cantó “Divino Maravilhoso”, una canción de Gil y Caetano que sería incluida en Gal Costa, uno de los dos discos editados por la cantante en 1969 (el otro lleva por título simplemente Gal), cumbres de la psicodelia latinoamericana a la que han rendido pleitesía artistas como David Byrne y Devendra Banhart. Gal introdujo en esos discos extraordinarios y recargados de electricidad, un tipo de alarido agudo muy similar al que Björk haría famoso mundialmente en su hit “It’s Oh So Quiet”.
En la primera mitad de la década del 70, Costa grabó otros dos discos estupendos: primero Legal (1970), donde sin abandonar del todo la experimentación de sus dos trabajos anteriores agregaría a su paleta sonora blues, rock, R & B y soul y hasta una humorada titulada “Love Try and Die”, en homenaje al sonido Dixieland, con el pícaro condimento de un corista que imita la voz de Louis Armstrong, y tres años más tarde India (1973), álbum bisagra aparecido cuando el tropicalismo empezaba a desvanecerse y cargado de arreglos exuberantes y sofisticados ideados por Gilberto Gil.
Casi cincuenta años después de su aparición, India -donde Gal aparecía desnuda en la contratapa, lo que obligó a vender el vinilo dentro de un sobre opaco- sigue sonando fresco, vital y provocativo, basta con escuchar temas de impronta pop como “Ponto da Luz”, de Jards Macalé, otra figura del tropicalismo, y el magnífico “Relance” compuesto por Caetano y potenciado por el acordeón alucinado de Dominguinhos.
Con información del diario La Nación
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