Las dos alianzas que dominan la escena política nacional enfrentan crisis internas que las ponen al borde de la fractura. Sin más coincidencias internas que el rechazo a un enemigo común, ambos rejuntados crujen por sus propias inconsistencias, las mismas que les impiden articular propuestas coherentes.
Cambiemos reunió en 2015 a un amplio espectro de expresiones políticas que van desde la derecha más tradicional representada por Ricardo López Murphy, hasta la centroizquierda de Elisa Carrió, que cambió a Fernando “Pino” Solanas por Macri. El único denominador común de este variopinto conjunto era y sigue siendo el rechazo al kirchnerismo, además de las ganas irrefrenables del radicalismo de disponer de cargos para sostener a su siempre mentada “estructura territorial”.
El experimento resultó exitoso para ganar las elecciones, pero no tanto para gobernar. Más allá de las expresiones de optimismo iniciales, nunca tuvieron una idea más o menos clara respecto a cómo resolver los desafíos que planteaba la economía y todo terminó en un desastre de proporciones épicas que permitió el resurgimiento del kirchnerismo.
Pero como con Cristina sola no bastaba, pero sin ella no se podía, el peronismo imitó la estrategia que dio origen a Cambiemos y construyó su propio rejuntado que supo integrar al pragmatismo pro-yanqui de Sergio Massa con el anti-imperialismo idealista de dirigentes como Juan Grabois. A la hora de gobernar, los resultados no difieren mucho con los obtenidos en el período anterior.
El liderazgo indiscutido de Mauricio Macri fue el engrudo que mantuvo unido a Cambiemos durante su gobierno, pero su pésima gestión melló su imagen pública y los que antes lo miraban desde abajo ahora se juzgan en igualdad de condiciones o incluso un escalón por encima.
Dentro del PRO lo desafían su otrora escudero, Horacio Rodríguez Larreta y la más dura de las aves rapaces, “La Piba” Patricia Bullrich que ya no supedita su candidatura presidencial al visto bueno de nadie. Pero también surgen dentro del radicalismo figuras que aspiran a algo más que prestar estructura a cambio de cargos.
Uno de ellos es el neurocientífico best seller Facundo Manes, que esta semana se sacó el traje de coach de la empatía, se pintó la cara para el combate y embistió de lleno contra el mismísimo padre de la criatura, Mauricio Macri.
En una intervención mediática finamente calculada, inventó la categoría de “populismo institucional” para referirse a delitos que habría cometido el Estado durante la gestión del expresidente, como el espionaje interno del que no se habrían escapado ni siquiera los funcionarios del propio Gobierno y el manejo de influencias en la Justicia.
“Hubo operadores que manejaban la Justicia, que influían en la Justicia”, dijo. Y agregó: “También hubo datos de evidencia que se espió a gente, incluso de su Gobierno”, dijo el neurocientífico sin titubear.
“Hubo operadores que manejaban la Justicia, que influían en la Justicia”, dijo. Y agregó: “También hubo datos de evidencia que se espió a gente, incluso de su Gobierno”, dijo el neurocientífico sin titubear.
Las declaraciones del radical golpearon donde más le duele al PRO, porque pusieron en duda la tan declamada vocación republicanista y el supuesto afán de transparencia del que tanto hablan en esa fuerza como valor diferencial frente al peronismo al que entienden como intrínsecamente corrupto. Además le colgó a Macri el mote de “populista”, categoría que en Juntos por el Cambio utilizan para nombrar a todo lo que está mal en el mundo.
Desde el PRO se desató una ola de repudio a Manes que rápidamente se convirtió en víctima de un linchamiento en redes sociales del que participaron dirigentes con nombre y apellido además del arsenal de trolls que manejan desde esa fuerza.
Dentro del radicalismo hubo opiniones divididas. El presidente del partido, el gobernador jujeño Gerardo Morales, y buena parte de la dirigencia salió a criticar al diputado bonaerense que apenas pudo cosechar adhesiones dentro de su provincia.
La embestida de Manes dividió aguas en el centenario partido entre una amplia mayoría, incluida la cúpula, que está cómoda con un papel secundario que le permite usufructuar cargos sin asumir responsabilidades de gobierno y una minoría que realmente aspira a liderar la alianza.
Solo así se entiende que tanto dirigente radical haya salido a respaldar a Macri y a desautorizar a quien hasta ahora se perfila como el candidato de la UCR con más posibilidades de ponerse la banda presidencial.
Luego de cuestionar la calidad institucional del gobierno de Macri, Manes siguió provocando la tirria de sus socios del PRO y de parte del radicalismo que bregan por una propuesta electoral bien anclada en la lógica de la grieta que no es otra cosa que la actualización de la vieja antinomia peronismo vs antiperonismo.
El legislador bonaerense viajó a Córdoba para explicar su plan económico ante la Unión Industrial de dicha provincia y dejó palabras amistosas para el gobernador Juan Schiaretti con quien dijo tener “una excelente relación” y de quien valoró su voluntad por superar la grieta.
Mientras el PRO y los “radicales amarillos” se afirman en el antiperonismo como rasgo identitario (a falta de una identidad propia) y se corren cada vez más a la derecha para disputarle votos a los libertarios, Manes apuesta a una construcción más amplia que integre a sectores del peronismo que no respondan al liderazgo de Cristina.
Si un liderazgo que aglutine y mantenga a todos alineados, las diferencias subyacentes en una alianza tan heterogénea como JxC salen a la superficie y plantean serias dudas respecto a la viabilidad de esa alianza.
Siguen las renuncias
En la alianza gobernante las aguas no están más calmas. La tregua que se abrió tras el intento de magnicidio comenzó a diluirse por diferencias de varios sectores con las políticas económicas que está adoptando el ministro en jefe, Sergio Massa, y terminó de romperse esta semana con dos episodios de mano dura que contrastan con la prédica del ala más progresista del FdT.
Primero fue el operativo de desalojo en Villa Mascardi ordenado por la Justicia y ejecutado por las fuerzas de seguridad nacionales a cargo del ministro Aníbal Fernández. La acción directa contra la comunidad mapuche del Lof Lafken Winkul Mapu, con cuyos planteos se identifican muchos de los integrantes del FdT, generó una oleada de críticas desde dentro de la alianza gobernante.
Con fuertes cuestionamientos contra la medida dispuesta por el Gobierno nacional, presentó su renuncia indeclinable la ministra de las Mujeres, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, y posteriormente un grupo de once legisladores de la bancada oficialista presentó un proyecto repudiando “el violento y desproporcionado operativo desplegado por las fuerzas federales”.
El clima terminó de enrarecerse el jueves tras una escandalosa e inexplicable represión policial en medio del partido que jugaban Boca y Gimnasia y Esgrima de la Plata, que le costó la vida a un hincha del equipo platense y dejó centenares de heridos.
Como suele ocurrir en muchos partidos, hubo gente con entradas o con su cuota social al día que no consiguió ingresar a la cancha. Como también es habitual se registraron algunos disturbios que esta vez la Policía Bonaerense aprovechó para desatar una represión desmedida que se extendió a sectores del estadio en los que no había ningún problema.
Testigos afirman que las fuerzas del orden buscaban un muerto y para ello reprimían con gases lacrimógenos incluso a quienes pretendían asistir a los heridos.
Los análisis periodísticos del día posterior hablaron de un pase de facturas dentro de la Bonaerense o de un operativo muy mal ejecutado. Cualquiera fuera el caso, el Gobierno que encabeza Axel Kicillof se limitó a apartar de la fuerza al encargado del operativo y preservar al ministro de Seguridad Sergio Berni, que para esa altura estaba en el centro de todas las críticas.
Desde varios sectores del FdT no ven lo que ocurrió como un hecho aislado sino como una consecuencia de la política de seguridad y del tipo de liderazgo de Sergio Berni.
Pero la represión no es el único tema que está alimentando las internas dentro de la alianza gobernante, también lo hacen la política de ajuste que el ministro de Economía, Sergio Massa, lleva adelante y su ineficacia para bajar la inflación.
Cansados de mediar entre las demandas de la gente y las limitaciones de la caja, varios son los funcionarios de primera línea del Gobierno nacional que amenazan con dejar sus cargos.
El ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, no deja de dar señales de impotencia ante los reclamos de los movimientos sociales. Entre otras cuestiones se quejan por el desabastecimiento que sufren los comedores, situación que el funcionario reconoce y que dice es resultado del desinterés de los proveedores habituales por participar de las licitaciones.
Lo que ocurrió es que el Gobierno ajustó el manejo de la caja, lo que hace que los tiempos de cobro se dilaten. Con una inflación que corre al 7% mensual, ningún proveedor puede darse el lujo de esperar varios meses para cobrar una factura, con lo cual crece el desinterés por venderle al Estado nacional.
Los números de las consultoras privadas indican que en septiembre la inflación no bajó del parámetro de los 7 puntos, lo que eleva todos los pronósticos de inflación a futuro y desdibuja el parámetro de 60% de inflación anual incluido en el proyecto de Presupuesto.
Con ese panorama no es raro que se inflen las expectativas de aumento que reclaman los sindicatos. La paritaria de los bancarios cerró con una pauta anual de 93% y los camioneros se sentaron a negociar con una propuesta de aumento de 130%.
Los tres dígitos empiezan a aparecer cada vez más seguido en los reclamos paritarios de los sindicatos y en las proyecciones de inflación. Por más que el Gobierno convoque a mesas sectoriales para moderar esas expectativas, los empresarios también las toman como parámetro para formar precios y así se construye una profecía autocumplida.
En el medio quedan los trabajadores que sin un sindicato fuerte que los defienda, difícilmente puedan conseguir un aumento salarial que se acerque a las tres cifras, ni hablar de los trabajadores informales que miran las paritarias con la ñata contra el vidrio, en un azul de frío.
Radicales sin fiesta
Más de 160 días de después de haber ganado las elecciones de autoridades partidarias de la UCR y luego de la que la justicia debiera intervenir para resolver las disputas internas por los cargos, finalmente pudo asumir el jueves el nuevo presidente del Comité Provincia del centenario partido, el veterinario Pablo Argañaraz.
Pero lo que se preparó como un acto para unificar a la dividida tropa radical, terminó generando el efecto contrario. El perdedor de la interna partidaria, el diputado provincial Ariel “Pepe” Pianessi, pegó el faltazo lo que generó “pichadura” en las filas del arjolismo.
Pero el golpe más duro llegó poco después del inicio del acto de asunción de las nuevas autoridades, cuando el hasta entonces presidente de la Juventud Radical de Posadas, Germán Ferber, anunciaba a través de sus redes sociales que dejaría la UCR para integrarse a las filas de la renovación, junto a un grupo de unos 500 jóvenes que hasta entonces militaban en el radicalismo.
“Nosotros rompimos, no nos doblamos, no renunciamos a nuestros principios. Más que nunca tenemos como Norte la causa de los desposeídos. No vamos a cambiar nuestra metodología de trabajo. Pero tenemos bien claro que sumándonos al proyecto de la Renovación vamos a poder estar caminando junto al ciudadano, atendiendo sus necesidades y buscando las soluciones para los que más nos necesitan. En el ámbito de la Renovación nos encontramos con un clima de apertura. Pudimos percibir una real valorización de nuestra juventud y nuestras ideas, observamos que nos dan la posibilidad de ser protagonistas del cambio verdadero de una sociedad. Por nuestra vocación de militancia sin necesidad de ser portadores de apellidos”, manifestó Ferber.
Después de abandonar el partido, Ferver confesó en los medios que no paró de recibir mensajes de otros dirigentes del interior que tienen pensado seguir el mismo camino.
La falta de recambio y de oportunidades para los jóvenes los llevó a tomar distancia, cansados de trabajar siempre para los mismos apellidos y cansados de perder.
El desbande que sufre el radicalismo también golpea a Juntos por el Cambio, que atraviesa una grave crisis en todo el país por las permanentes peleas entre sus dirigentes, que están pensando más en los cargos y las candidaturas que en proponer soluciones para los ciudadanos.
Liderazgo regional
La masiva desafiliación de jóvenes radicales es una clara respuesta al deterioro político del radicalismo misionero, que aparece cada vez más ligado al gobernador correntino Gustavo Valdés y a una dirigencia que propone a esa provincia como modelo de desarrollo.
Son cada vez más los radicales que entienden que al proponer el contraste con Corrientes, la cúpula de su partido no consigue más que destacar los resultados del Gobierno de Misiones.
Números del ministerio de Trabajo de la Nación que se difundieron esta semana no hacen más que inclinar la balanza a favor de la Tierra Colorada que en cada una de las estadísticas relacionadas al desarrollo de la economía aparece como cómoda líder entre las provincias del NEA.
Según el mencionado informe de Trabajo de Nación, mientras el sector privado de Misiones da empleo en blanco a más de 111 mil personas, las de Corrientes dan trabajo apenas a 77 mil personas, número similar al relevado en Chaco.
El crecimiento de Misiones en materia de empleo privado más que duplica al promedio nacional que de junio a julio marcó un incremento de 0,6%, bastante por debajo del 1,5% que logró la provincia. Las demás del NEA están lejos de esa performance.
«En el plano de la gestión Corrientes no tiene nada que proponer, ni siquiera una ley de humedales para cuidar los esteros que se quemaron en el verano. Lo mínimo e indispensable que es el cuidado ambiental brilla por su ausencia». «Los correntinos usan las rutas misioneras para ir de un punto a otro de su territorio, nuestro aeropuerto, las universidades, se capacitan en Silicon Misiones, usan la salud pública y los hoteles». «Corrientes es una provincia envejecida que mantiene el modelo del siglo pasado, con pocos patrones y muchos empleados», son algunos de los testimonios que dejaron algunos de los jóvenes que dejaron de militar en el radicalismos y se pasaron a la renovación junto a Ferver.
Además de los radicales, hay dirigentes del PRO, independientes, profesionales, dirigentes del deporte y las organizaciones intermedias que se están acercando permanentemente al Frente Renovador por su esquema de apertura política y su gestión en defensa de un modelo de provincia que busca el desarrollo económico sin descuidar el rol social del Estado y el cuidado del medioambiente.
La arquitectura de la renovación, que es de base radical, peronista, e independiente atrae a nuevas vertientes juveniles y de mujeres. Los que militaron en otros espacios se acercan desilusionados y los que nunca militaron se sienten atraídos por la gestión y las oportunidades.
Un claro ejemplo fue el cluster pyme realizado el miércoles en Oberá, encabezado por el director de Arquitectura Sergio Bresiski y los diputados Hugo Passalacqua y Lucas Romero Spinelli, con la presencia de 120 empresarios jóvenes misioneros. Más allá de las herramientas para emprender y fortalecer el funcionamiento de sus proyectos privados, hubo un explícito apoyo a las políticas económicas del modelo misionero y muchos manifestaron su deseo de participar y colaborar desde adentro de la política.
En un contexto nacional convulsionado, Misiones se destaca por el clima de tranquilidad social y política, armonía, prosperidad económica, espacio para la juventud, intenso movimiento turístico, generación de empleo y niveles de consumo y comercio inéditos.
Sumando eso el accionar legislativo alcanzó una marca inigualable tanto en cantidad como en calidad de la producción legislativa, por el recorrido de las temáticas y la trascendencia social de cada sesión: salud, educación, robótica, empleo, medio ambiente son prioridades permanentes, además de la seriedad de una institución básica que funciona sosteniendo la democracia participativa, con un reciente parlamento juvenil internacional, con los digestos municipales.
La Cámara de Diputados de Misiones es un polo de atracción continua donde todos los días se ocupa la sala de las Dos Constituciones con eventos de alto impacto. Se ha convertido en una academia abierta que todos miran, incluso el Congreso de la Nación, por sus leyes que son vanguardia, lo cual marca la calidad institucional y el aumento de ciudadanía que se vive en Misiones.
Comentarios