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Le tiró toda su jerarquía encima y lo apartó de su camino en un partido con tinte de final. Racing le ganó a Melgar y metió un pie y medio en los octavos de final de la Copa Sudamericana. En el global mostró supremacía en el juego, solidez defensiva y mucha autoridad para no dejarse someter por su hombre menos.
Emocionó el esfuerzo y bien merecidos fueron los aplausos de los hinchas para el equipo en la despedida luego de jugarlo como lo que era: una final.
Racing sacó las garras de un león herido. Con su amor propio lastimado por la eliminación en la Copa de la Liga, saltó al Cilindro con la voracidad de siempre y una necesidad de revancha muy fuerte. Aun con uno menos durante todo el segundo tiempo y parte del primero, por la expulsión de Gastón Gómez, la Academia superó futbolísticamente a Melgar.
Fueron tres puntos de oro por lo valioso en la lucha para la clasificación y por la coyuntura del partido. Recién después de sufrir la gran adversidad de la noche, por la roja directa a Chila Gómez, Racing dio un golpe certero. Ya había sacudido algunas veces la puerta de Melgar, pero sin justeza en el final por malas definiciones, un par de Chancalay. Y fue justo Tomás el que, de tanto insistir, sacó un zurdazo que se tradujo en el 1-0 final del equipo de Gago.
Racing se sobrepuso rápidamente al impacto que le significó la expulsión de su arquero (tocó la pelota con la mano afuera del área tras un mal pase de Cardona). Su gol llegó en los instantes posteriores, ya sin Cardona en cancha, y eso fue clave para su confianza. Lógicamente, por su inferioridad numérica, en el ST se retrasó algo y le cedió terreno al rival, que contó con algunas llegadas muy tibias.
Pintita movió las fichas, puso a Piovi para reforzar la marca (adelantó a Eugenio Mena) y esperó la chance de contras o ataques al espacio. A través de esas vías, metió un par de ataques agresivos y estuvo cerca de anotar el segundo. Ante la impericia ofensiva de Melgar, Racing incluso se animó a adelantarse y colocar mucha gente en ataque porque percibió que podía convertir otro más.
Cuando estaban 11 contra 11, Racing fue mucho más que el elenco peruano con el libreto de siempre. Pelota al piso, equipo parado en campo ajeno, buenas triangulaciones con paciencia, desmarques, aperturas a los costados y terminaciones adentro.
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Miranda manejaba balón y ritmos, Moreno hacía buenas coberturas y quitaba, Alcaraz se desprendía con buen traslado de balón, Chanca intentaba por la derecha y metía un tiro en un poste… Cardona, intermitente, esta vez no se asoció con Mena como en otros compromisos. Había algunas fisuras en los retrocesos, sobre todo por la derecha de la defensa de la Acadé, pero eso no fue aprovechado por los peruanos.
La Academia se adaptó al imponderable de tener que jugar con uno menos. Se puso la pilcha de la lucha, se aferró a su solidaridad habitual en la recuperación, peleó con mucho despliegue. Entendió que era el momento de luchar por el contexto y lo hizo. Reclinado, además, en la seguridad que brindó Matías Tagliamonte, el arquero que entró con aplomo, y en el combate de Copetti, incansable y aguantando todas las pelotas.
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— misionesonline.net (@misionesonline) May 19, 2022
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