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Posadas: rescataron un coipo y lo devolvieron a su hábitat natural

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En la mañana de hoy, el Ministerio de Ecología de la provincia de Misiones informó a través de su cuenta de Twitter que Policías de la División Defensa del Medio Ambiente rescataron un coipo en la ciudad de Posadas.

Posteriormente al rescate, personal especializado del Parque Ecológico El Puma (que se encuentra en la localidad de Candelaria) revisaron al roedor y constataron que se encontraba en buen estado de salud, por lo que decidieron liberarlo en su hábitat natural.

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¿Qué es el coipo?

Myocastor coypus, llamada comúnmente coipo, coipú, nutria roedora o quiyá es una especie de roedor histricomorfo propia del sur de Sudamérica, parecido al castor. Habita en diversos tipos de humedales. El coipo es también llamado nutria, aunque se suele usar para describir a las nutrias verdaderas.

Coipo – roedor parecido al castor

De gran tamaño, cuerpo robusto y macizo. La cabeza es grande, de perfil relativamente triangular y con vibrisas largas y abundantes en el hocico. Los ojos y las orejas son pequeños y están ubicados en la parte superior de la cabeza, en línea con los orificios nasales. Las patas anteriores son cortas, con 4 dedos largos y el pulgar muy reducido; las extremidades posteriores son más largas y robustas, con 5 dedos bien desarrollados, 4  unidos por una membrana interdigital completa. Los dedos terminan en garras fuertes. La cola es larga, cilíndrica, se afina hacia la punta y está cubierta por escamas y escasos pelos, salvo en la base.

El pelaje consta de dos capas de pelos que le brindan impermeabilidad y protección térmica: una interna (pelos cortos, muy densos y afelpados, de color pardo oscuro) y otra externa(de pelos más largos y ásperos, de color pardo amarillento-rojizo). El vientre tiene un pelaje más suave y pardo amarillento claro. La cola dorsalmente es gris oscura y ocre por debajo. El macho es más grande que la hembra.

La distribución del mamífero es exclusivamente de Sudamérica, pero también se los pueden ver en el este de Bolivia, centro y sur de Chile, sur de Brasil, gran parte de Argentina y en todo el Paraguay y Uruguay. Fue introducida en varios países de América del Norte, Europa y Asia.

Estos roedores viven en diversos ambientes acuáticos como ríos, arroyos, bañados, pantanos, esteros y lagunas, generalmente con abundante cobertura vegetal flotante y emergente. En ocasiones están presentes en aguas salobres y costas marinas. Si bien habitan preferentemente en tierras bajas, puede llegar hasta los 1200 metros de altura.

Viven en parejas o en grupos pequeños, que se asocian formando colonias más grandes, en áreas con abundante alimento. Puede ser activo durante el día, pero es nocturno y crepuscular. Nada con rapidez, impulsándose con las patas posteriores y la cola estirada, y manteniendo sólo parte de la cabeza y el lomo fuera del agua.

Ante algún peligro, se zambullen bajo el agua y pueden bucear durante varios minutos. Construyen galerías y túneles subterráneos (hasta 15 m de largo) en las orillas de los ríos, que utilizan para refugiarse. Las cuevas empiezan en el nivel del agua y se ensanchan y terminan en una amplia cámara (70 cm de diámetro); a veces cada cueva consta de varios túneles y diferentes entradas. También, construyen plataformas o “nidos” en la orilla o sobre plantas flotantes  60-80 cm de diámetro), para comer y descansar.

En tierra se desplazan con agilidad, usando los mismos senderos para ir y venir del agua. Con frecuencia, emiten un sonido parecido a un mugido sordo y grave. La dieta es herbívora (gramíneas y hierbas acuáticas), en menor proporción ingieren plantas terrestres. Para cortar utiliza sus poderosos incisivos y también emplea las patas delanteras para arrancar las que están bajo el agua. Son muy voraces, puede llegar a consumir entre 1,2-1,7 kg de vegetales por día.

La situación poblacional de los coipos es ampliamente distribuida y abundante. Fueron muy explotados por el valor comercial de su piel y actualmente se los sigue cazando; sin embargo sus poblaciones no se ven afectadas debido a su alta tasa de reproducción y su gran capacidad de adaptación a las alteraciones del hábitat y tolerancia a la presencia humana.

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