El cachetazo que recibió el Gobierno nacional en las PASO dejó planteadas algunas certezas y un mar de dudas que irán resolviéndose con el correr de los días. El presidente Alberto Fernández aseguró que recibió el mensaje de las urnas y prometió cambios, pero dentro de la alianza gobernante hay opiniones dispares entre quienes piden un giro hacia la moderación y el núcleo duro K que propone radicalizar aún más la agenda.
El voto castigo a la gestión nacional terminó beneficiando a Juntos por el Cambio, que festeja una victoria que encuentra más razones en las falencias ajenas que en los méritos propios. Las victorias de Diego Santilli y Eugenia Vidal en Provincia y Ciudad de Buenos Aires erigieron al jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta como jefe de la oposición y primer aspirante al sillón de Rivadavia dentro de Juntos por el Cambio y volvieron a relegar al radicalismo al mismo segundo plano que ocuparon durante el gobierno de Mauricio Macri.
En el plano de la economía queda claro que habrá una realidad hasta noviembre y una muy diferente luego de las elecciones. El pronóstico hasta las elecciones generales es de profundización de la receta electoral de emisión y reparto, modelo insostenible en un plazo de más de dos meses, más todavía teniendo en cuenta la renegociación pendiente con el FMI.
Después vendrá el tiempo de hacer algo por atender las graves inconsistencias de la economía argentina, moderar el gasto y la emisión, en lo posible sin ahogar la recuperación de la actividad económica, tarea de la que dependerán en gran medida las posibilidades electorales del oficialismo en 2023.
En Misiones las PASO también dejaron ganadores y perdedores. Entre los primeros se anota la lista del Frente Renovador, encabezada por el intendente de Oberá, Carlos Fernández, que con casi 200 mil sufragios fue la más votada y casi triplicó a la segunda, encabezada por el radical Martín Arjol que obtuvo 76 mil votos.
El mencionado Arjol e Isaac Lenguaza, del PAyS, también terminaron el domingo con motivos para festejar porque se impusieron en las internas de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos respectivamente.
Quienes no lograron una buena performance fueron los candidatos del PRO, Martín Goerling y Walter Kunz, que entre ambos no equipararon en cantidad de votos a Pedro Puerta, el segundo de la interna.
Pero el gran perdedor en Misiones fue el kirchnerismo cuya lista encabezada por Javier Gortari quedó en un cómodo tercer lugar en la interna del Frente de Todos, detrás de las nóminas encabezadas por Lenguaza y Graciela de Melo. Las PASO dejaron en claro que La Cámpora no tracciona en Misiones. Ni siquiera en Eldorado, pago chico de la diputada nacional Cristina Brítez principal referente de esa agrupación, allí la lista de Gortari salió en quinto lugar con menos de 6% de los sufragios.
Las de noviembre serán elecciones completamente distintas, no habrá internas dentro de los frentes y habrá que ver si los precandidatos que quedaron en el camino acompañan a quienes fueron sus rivales directos hasta hace pocos días.
Toda interna deja heridos y las que se realizaron el domingo no son la excepción. Dentro del Frente de Todos es público en enfrentamiento entre el principal referente del PAyS, Cacho Bárbaro, cuya lista encabezada por Isaac Lenguaza se quedó con la interna del frente, y Martín Sereno, quien fuera escudero de Bárbaro durante varios años, pero después del fracaso electoral en las provinciales de junio se fue del PAyS y en las PASO del domingo compitió con lista propia, encabezada por Graciela De Melo.
También está por verse si el kirchnerismo hará algún esfuerzo por impulsar una lista en la que no tienen candidatos con chances de resultar electos. Entre la lista de Martín Sereno y la encabezada por Gortari hay casi 65 mil votos cuyo destino es incierto.
Algo parecido pasa en Juntos por el Cambio. Las dudas aquí pasan saber qué rumbo tomarán los más de 68 mil votantes de Pedro Puerta, muchos de los cuales integran el núcleo duro que conserva el exgobernador Ramón Puerta, teniendo en cuenta que en cabeza de la lista de Juntos por el Cambio en noviembre estará un radical, Martín Arjol.
El conductor del Frente Renovador, Carlos Rovira, interpretó los resultados del domingo en Misiones como un castigo para la gestión de Alberto Fernández en respuesta a los sucesivos desaires del presidente a los reclamos justificados que viene haciendo la Provincia, como el veto al área especial aduanera o el más reciente que fue la negativa del Gobierno nacional a abrir el puente Iguazú-Foz al turismo.
Aseguró que en línea con ese mensaje de las urnas, el Gobierno provincial continuará reclamando por las reivindicaciones que viene planteando la Provincia y estimó que ese reclamo será respaldado por el electorado en noviembre.
Profundizar o cambiar: la disyuntiva de la hora para Alberto
El escenario post PASO le impone al presidente la obligación de superar el estado de paralización que siguió a la derrota y generar cambios en el manejo político. Dentro de la alianza de gobierno se plantean dos opciones: la de profundizar el camino de la confrontación que caracterizó a los últimos meses o retomar el perfil más moderado de los inicios de la presidencia de Alberto.
Desde el kirchnerismo impulsan la primera opción, pero los gobernadores aliados entienden que esa receta fracasó y piden una agenda de Gobierno que esté más en línea con las necesidades de la gente que con las cuestiones que interesan a los dirigentes.
Entienden que la pelea con la oposición, la diatriba contra los medios de comunicación, el enfrentamiento con la justicia, por citar algunos ejemplos, son cuestiones que están demasiado presentes en el discurso de Gobierno, pero no interesan al argentino de a pie.
El dilema de la economía
Pero más allá de discursos y alineamiento, el único camino que tiene el Gobierno nacional para levantar en noviembre su pobre performance de las PASO pasa por la economía. El problema aquí es que todo lo que haga el Gobierno ahora para mejorar el poder adquisitivo de la gente en el cortísimo plazo, repercutirá de manera negativa en el mediano plazo, algo especialmente delicado cuando se toma en cuenta que para las elecciones más importantes no faltan dos meses sino dos años.
En lo que va del año el Central ya giró al Tesoro más de 850 mil millones de pesos, de los cuales 140 mil millones se giraron en lo que va de septiembre, cifras que dejan una idea de lo caliente que está la maquinita de emitir pesos.
Apremiado por las urnas, el Gobierno eligió acelerar más la emisión, al menos eso es lo que sugieren anuncios de las últimas horas como la reedición de la IFE y un paquete de obra pública.
El problema es que esa fiesta de la impresión no puede extenderse mucho más allá de noviembre. Primero porque el Gobierno necesitará atender las inconsistencias que presenta la economía y en segundo término porque ya no podrá seguir postergando la renegociación de la deuda con el FMI para evitar el default de los 19 mil millones de dólares de la deuda tomada por Mauricio Macri cuyo vencimiento opera en 2022.
Un programa de metas fiscales y monetarias y de revisión del gasto será necesario, por convencimiento propio o imposición del FMI. Traducido al castellano: se terminará el modelo económico de campaña y habrá que aplicar algo de disciplina fiscal.
El desafío que plantea la vuelta a la normalidad después de la fiesta de campaña pasa por lograr moderar el gasto público sin afectar con ello a la incipiente recuperación de la economía ni dañar el bolsillo de los sectores más humildes.
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