La diferencia entre sufrir y aprovechar una situación complicada, depende casi totalmente de la actitud con que la enfrentemos.
Trámites complicados en oficinas públicas es algo que todos intentamos posponer el mayor tiempo posible, y solemos pedir consejo a otros sobre la mejor estrategia para hacer que el proceso sea lo menos desgastante posible.
En general nos quejamos de tener que hacerlo, pero al final, por no tener más remedio, terminamos enfrentando estas situaciones y pasando por el proceso.
Pero, en definitiva, lo malo o lo bueno no depende del trámite en sí, sino de la forma en que lo tomemos cada uno.
Cada vez que se aborda una situación como estas (difícil, burocrática, desgastante, lenta, etc.) con la mente abierta y una buena actitud, las cosas suelen ir bien, porque los que nos atienden generalmente conocen su trabajo, probablemente tratan a los clientes o usuarios en relación directa con la forma en que se los trata, las personas en las filas pueden ser amables (si uno lo es con ellos) y se puede compartir la experiencia.
Aquellos que me conocen sabrán que, en una situación como ésta, estaré haciendo buenas migas, e incluso entrevistando solapadamente, reclutando talento o buscando socios de negocio durante el tiempo de espera.
En mi experiencia, la temida situación saliendo mejor de lo esperado es bastante normal porque tendemos a prepararnos mejor para las cosas que esperamos que sean dolorosas, mientras que, con las que pensamos que estarán bien, nos saltamos la preparación y a veces resultan complicadas.
El tema es que, lo que conseguimos, surge de una combinación de preparación, actitud y suerte, y nosotros controlamos la mayor parte de la combinación.
Nuestra actitud es lo que define nuestra experiencia en muchas áreas de nuestra vida, y, de hecho, se pueden descubrir cosas interesantes cuando mantienes los ojos y la mente abiertos.
Siempre que nos acercamos a una situación temida, el resultado será mejor si nuestra actitud es buena y estamos preparados para ella desde el principio.
Es la única forma práctica de abordar este tipo de situaciones.
En mi caso, por lo general en estas situaciones, trato de mantener una actitud positiva, vivir el momento tranquilo, sin estar apresurado, ansioso o perturbado, y esto sin importar cuál sea la tarea.
La recompensa en general es que la experiencia deja de ser un problema y pasa a ser una oportunidad, y, ciertamente, estoy completamente de acuerdo con que “obtienes lo que das”.
Si te acercas a una persona con una sonrisa y sin expectativas, siempre obtienes una respuesta cálida.
La mayoría de las personas se acercan a estas situaciones con una mentalidad preconcebida, delatada por su lenguaje corporal, y, por lo tanto, obtienen lo que proyectan, así que mantenerse positivo es la clave, y no es un tema menor ya que he visto fracasar a gente talentosa sin otra razón que tener una mala actitud.
Charles R. Swindoll, un pastor evangélico cristiano, autor, educador y predicador, decía «La vida es el 10% de lo que te pasa y el 90% de cómo reaccionas», y no hay forma de no estar de acuerdo con esto.
Si se aplican solo unas pocas reglas simples, generalmente mejoraremos la situación y desactivaremos muchas experiencias potencialmente desagradables:
-Regla de oro: hagamos con los demás lo que nos gustaría que hicieran con nosotros (o no hagamos lo que no nos gusta que nos hagan)
-La magia del “Por favor” y “Gracias”: ambas cosas toman menos de un suspiro para expresarlas, pero consiguen mucho en el proceso
-Una sonrisa sincera siempre ayuda
-Tengamos en mente que es muy probable que la persona con la que estamos tratando no haya establecido las reglas y sea solo un empleado que hace su trabajo
-Si nos irritamos, nada va a cambiar, así que tratemos de mejorar la situación porque, de cualquier manera, tendremos que pasar por esto
-Comencemos imaginando el resultado deseado, y luego pasemos a la situación con la convicción que tendremos éxito, porque con esta actitud tendremos grandes probabilidades de lograr el objetivo
Como podemos ver, mucho es amabilidad básica del jardín de infantes, así que, si seguimos estas sencillas reglas, el 99% de las veces todo irá bien, y pensemos, además, que es posible que seamos la única persona que pueda alegrarle el día a otra persona, y esto, al menos para mi, no tiene precio.
Por supuesto, algunos con quienes interactuemos van a ser idiotas sin importar cómo nos acerquemos a ellos, pero la mayoría de las personas que trabajan en lugares complicados son personas normales que tienen que lidiar, con mucha actitud, con la mala onda todos los días, y reciben extremadamente bien el buen trato.
Como cierre, hay un viejo dicho, “Al mal tiempo, buena cara” y creo que es la perfecta síntesis de lo que uno debe hacer en la vida para transformar situaciones engorrosas o enojosas en una buena experiencia.
(*) Por Daniel Sachi.
Director General de ROI Agile International
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