En el marco del Día Nacional del Médico Rural que se celebra el 04 de julio, Misiones Online conversó con la médica pediatra Angela Martínez, quien contó sobre su experiencia como médica en las comunidades del interior de la provincia. Afirmó que los principales desafíos a los que se enfrentan es la falta de conectividad, profesionales clínicos y herramientas para ejercer su trabajo. Sin embargo afirmó que el agradecimiento de las personas es una gran recompensa por su labor.
Oriunda de Wanda, Angela Martínez es médica pediatra, pero en sus visitas a las zonas rurales no solo ha atendido niños, sino a diversos pacientes como adultos mayores, parturientas, entre otros.
Ya lo decía, el considerado padre de la medicina moderna, William Osler: «El buen médico trata la enfermedad; el gran médico trata al paciente que tiene la enfermedad.» Y es que ser un médico en las zonas rurales va más allá del título, estos profesionales deben hacer malabares con los recursos, muchas veces escasos, que hay en estas zonas.
La vocación de Angela inició desde niña cuando entre los juegos anhelaba dedicarse a la medicina. “Siempre me gustaron los niños”, contó.
Agregó: “Desde niña siempre quise hacer medicina orientada a los niños. Me gustan mucho los niños y a la medida que fui estudiando fui confirmando el amor que siento por ellos”.
Angela no solo trabaja como pediatra en el ámbito urbano, sino que uno de los mayores desafíos fue desarrollar su profesión en las zonas rurales.
“Trabajar como médico rural es ir a un lugar donde muy poca gente llega, donde la gente tiene poca accesibilidad y donde uno es el único que llega y por allí pueden ir más especialidades o solo voy yo o un colega. En ese campo abordamos más que la pediatría, somos más generalistas”, explicó.
Señaló la urgencia de médicos clínicos para ir a estas zonas que puedan cubrir las necesidades de la población en estos lugares. No tenemos conectividad, llevamos nuestros propios elementos y en algunos casos ni tenemos una salita o un caps”.
Contó que muchas veces no tienen señal para comunicarse. Se trabaja mucho con lo que uno aprendió, el desafío es amplio “no se mira solo el niño que viene y llora, sino el entorno porque abarcamos todos los campos de lo que compete el niño y uno encuentra a veces algunas señales de maltrato y abuso”.
Día Nacional del Médico Rural: Desafíos para los médicos rurales
Martínez explicó que en estos espacios la mirada es mucho más integral de lo que puede tener el paciente. “Muchas veces uno debe orientar sobre la parte legal, tenemos muchos casos en los que mueren sus padres, se van en adopción, están en un hogar de niños, entre otros y debemos estar atento a cada uno de ellos”.
Una de las particularidades de desempeñar esta labor como médico rural es que se requiere gran empatía por parte de los profesionales.
“Necesitamos una mirada integral y no nos olvidemos que en esos lugares tienen muy arraigada la cultura, sus hierbas naturales, simpatías y uno como médico tiene otro tipo de conocimiento, por eso siempre les digo que ellos me enseñan a mí y yo a ellos”.
Para Martínez, atender a niños con discapacidad en las zonas rurales es la labor que más la conmueve. “Tengo muchos niños con discapacidad y viven en las zonas rurales, soy muy insistente en que la mamá haga los controles. Cada caso me marca porque soy de involucrarme mucho con cada paciente, es como que si no resuelvo, no me quedo tranquila”.
“Ver a ese niño en ese mejor estado, es como trazar una línea evaluativa y esto es algo muy satisfactorio (…) Los niños son muy agradecidos y expresivos, vienen con dibujitos, chocamos las manos».
¿Por qué se celebra el Día Nacional del Médico Rural?
ue establecido en 2001 en homenaje al natalicio del doctor Esteban Laureano Maradona en 1895. Este médico se dedicó a sanar a las comunidades originarias del noreste argentino.
Hoy se conmemora el Día Nacional del Médico Rural en homenaje al natalicio de Esteban Laureano Maradona en 1895. Este médico, naturalista y escritor santafesino renunció a todo tipo de honorario y premios materiales. Vivió en la humildad y se dedicó a sanar a las personas en situación de vulnerabilidad social, particularmente con las comunidades originarias del noreste argentino.
Obtuvo su título de médico en la Universidad de Buenos Aires en 1926, con diploma de honor. Durante sus estudios fue discípulo de Bernardo Houssay. Hacia 1930, se radicó en la localidad de Resistencia (Chaco), y hacia 1932 se alistó y trabajó como voluntario en el Hospital Naval de Asunción, durante la guerra del Chaco o “del petróleo”.
Durante más de 50 años, Esteban Laureano Maradona residió en Estanislao del Campo, una pequeña localidad de la provincia de Formosa, brindando ayuda y apoyo a las comunidades toba, mataco, mocoví y pilagá. Además, realizó grandes aportes al conocimiento de las colectividades del noreste argentino, estudió sus costumbres e incorporó a sus conocimientos los de la medicina tradicional aborigen.
Entre sus obras se destacan la construcción de una colonia para personas con lepra y también la fundación de la primera escuela bilingüe del país, un pequeño establecimiento educativo que, en Formosa, brindaba clases para integrantes de pueblos originarios, utilizando en parte su lengua madre. Además, escribió libros como “A través de la Selva”, “Recuerdos campesinos”, “Una planta providencial”, “Animales cuadrúpedos americanos”, “Aves”, “Historia de los obreros de las ciencias naturales”, “El problema de la lepra”, “Plantas cauchígenas”, entre otras obras.
El compromiso que Esteban Laureano Maradona asumió como profesional, la labor desinteresada y solidaria, la denuncia de la injusticia y la defensa y atención de los pueblos originarios, valen por sí solas para destacar al hombre que orientó su saber y su esfuerzo en quienes más necesitaban.
Falleció en la ciudad de Rosario el 14 de enero de 1995, a los 99 años. Será siempre recordado como el “Doctorcito Dios”, el “Doctor Cataplasma”, el “Doctorcito Esteban”, el “médico de los pobres”, como lo llamaban sus pacientes, con profunda devoción.
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