El complejo de Tigre ya suma ocho meses cerrados y en la empresa administradora ya le informaron a las autoridades del municipio y a los más de 500 empleados que la continuidad del parque de entretenimientos hoy está en peligro.
El Parque de la Costa se puede sumar a la larga lista de víctimas económicas de la pandemia. El complejo de Tigre ya suma ocho meses cerrados y en la empresa administradora ya le informaron a las autoridades del municipio y a los más de 500 empleados que la continuidad del parque de entretenimientos hoy está en peligro, aunque todavía no se tomó una decisión definitiva.
Según pudo saber LA NACION, la opción del cierre se baraja con más fuerza en un año de pandemia y con la actividad limitada desde el 19 de marzo pasado por la cuarentena, pero el proyecto tenía problemas de rentabilidad desde hace algunos años. Por caso, en su esplendor llegó a recibir 2 millones de personas al año, mientras que en 2019 apenas alcanzó los 800.000.
Además de esa caída en la concurrencia, también descendió el gasto per cápita. A eso se suman costos de mantenimiento elevados; endeudamiento en dólares para comprar las máquinas, que son importadas, en un país de alta volatilidad del tipo de cambio y una gran cantidad de juicios laborales y de accidentes menores dentro del parque.
En los últimos años, a ese combo se le añadió el encarecimiento del cánon por las tierras fiscales que el parque ocupa parcialmente y un impuesto municipal sobre la recaudación de la actividad. Por otro lado, este año Trenes Argentinos Operaciones (Sofse), le exigió a la empresa parte de esas tierras.
Alzas y bajas
El Parque de la Costa nació en mayo de 1997 como parte de un mega proyecto de desarrollo del Tigre, que incluía la puesta en marcha del Tren de la Costa y que era impulsado por Sociedad Comercial del Plata, de la familia Soldati. Al poco de tiempo de abrir sus puertas empezaron los problemas, especialmente por el lado del Tren de la Costa y en 1999 Comercial del Plata defaulteó el pago de un primer bono.
A partir de esta primera crisis, el grupo inició un proceso de desinversión que incluyó la estatización del Tren en 2013 por parte del gobierno de Cristina Kirchner.
El parque hoy sigue en manos de Comercial del Plata, que ahora está presidida por Ignacio Noel y cuenta con más de 9000 accionistas, lo que la convierte en la empresa más difundida (y en cierta medida, popular) de un mercado de capitales como el argentino, que siempre se caracterizó por ahuyentar a los pequeños inversores.
Pasado petrolero
Noel es un ejecutivo con pasado en el mercado petrolero, que se sumó en 2004 al directorio de Comercial del Plata invitado por la familia Soldati en el marco de la ley Sarbanes-Oxley, que obliga a las compañías que cotizan en Bolsa a tener directores independientes.
Luego, fue en 2010 cuando reemplazó a Santiago Soldati como presidente de la firma y hoy es uno de los principales accionistas, con poco menos del 15% del paquete. Es que el pago de la deuda del concurso de acreedores que atravesó el grupo se hizo mediante la emisión de nuevas acciones, en una operación en la que la cantidad de papeles de la empresa se multiplicó por cinco.
A través de ese mecanismo, en 2013 la familia Soldati redujo su participación del 21% al 4%. Y de ese 4%, el ex presidente de Comercial -como llaman al papel en la Bolsa- tiene cerca del 0,8%; el resto corresponde a los otros miembros de su familia.
Por fuera de Comercial del Plata, Noel además controla a la compañía de alimentos Morixe, que dio sus primeros pasos como una molinera y ahora de la mano del empresario se consolidó como uno de los principales jugadores en el rubro alimentos.
Fuente: La Nación
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