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No pierdas a los miembros valiosos del equipo

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Si pierdes a un miembro valioso del equipo, posiblemente podrás cubrir la posición rápido, pero difícilmente recuperarás el valor perdido de la misma manera.

 

¿A qué miembros de nuestro equipo extrañaríamos más si se fueran mañana?

 

¿Y qué es lo que los hace tan valiosos?

 

Lo más probable es que algunos, además de sus conocimientos técnicos o profesionales, hayan estado allí el tiempo suficiente para saber exactamente cómo funciona la organización, tanto en lo formal como en lo informal.

 

Un valor nada menor.

 

Altamente competentes en lo que hacen, eficientes, organizados y con excelentes habilidades blandas, saben con quién hablar en otras áreas para resolver problemas importantes, y por ello, son a los que la gente recurre cuando las cosas se ponen difíciles.

 

Cuando tenemos a este tipo de personas en nuestro equipo, los logros son mayores, no solo a través de su contribución directa, sino porque establecen un alto estándar en actitud, comportamiento y resultados, para todos los demás.

 

Para mantener a esos miembros importantes del equipo, hay que establecer (o restablecer) el compromiso con ellos, y, como haría cualquier entrenador deportivo, mantener conformes y comprometidos a estos valiosos jugadores, para que nuestro equipo continúe beneficiándose de su desempeño excepcional.

 

Pero, ¿qué pasa si notamos señales en algunos de estar sintiendo que su futuro está en otra parte?

 

Por supuesto, si llegamos al punto en que recibimos sus renuncias, ya es muy tarde y es altamente probable que nuestro equipo comience a tener problemas serios, por lo que siempre hay que actuar preventivamente.

 

Algunas de las consecuencias que tenemos con estas bajas son: la pérdida de conocimiento necesario en la operación, la interrupción de procesos, la baja en la moral colectiva, y el tiempo y esfuerzo utilizados en la contratación y capacitación de los reemplazos, cosa que puede llevar meses, o años, para reconstruir un equipo con la misma performance.

 

Comprender cómo manejar este tipo de situación, o incluso mejor aún, ser capaz de evitar que suceda, es fundamental para mantener a nuestra gente valiosa, feliz, efectiva y comprometida.

 

Por ello, es importante reconocer y evitar los problemas que podrían empujar a un miembro del equipo a irse, y, por ende, lo mejor es identificar las señales de advertencia lo más tempranamente posible.

 

Cuanto antes detectemos que alguien podría estar pensando en irse, más posibilidades tendremos de cambiar su opinión y por eso siempre debemos estar atento a cambios significativos en el comportamiento de los miembros de nuestro equipo.

 

El tipo de señales por las que puede que debamos preocuparnos incluyen, pero no son todas:

 

Impaciencia notoria, ya sea con personas o con tareas

 

Mal humor y poco cuidado en disimularlo

Separación del equipo, tal vez por estar más «ausente» mentalmente

Utilizar de repente más días por enfermedad

Desahogo de sentimientos negativos en cualquier conversación

Cambio de código de vestimenta

Pedidos asiduos para salir más temprano o entrar más tarde por «trámites»

Todo cambio de comportamiento puede ser significativo cuando se trata de asegurarnos que los miembros valiosos del equipo sigan con nosotros.

 

Hay que tener cuidado, porque, en algunos casos, un cambio positivo puede ser también una señal de advertencia como lo es uno negativo.

 

Por ejemplo, un miembro del equipo cuya productividad aumenta repentinamente quizás lo haga como una forma de impresionar a un nuevo jefe potencial en otra área de la organización, o puede estar ansioso por irse habiendo terminado todos sus pendientes para dejar una buena imagen.

 

De la misma manera, una persona que solía concentrarse en su trabajo, comienza a charlar en los escritorios de sus compañeros, y esto puede significar que está evitando hacer un trabajo que ya no disfruta.

 

No hay necesidad de volvernos paranoicos acerca de tales cambios, pero debemos considerarlos en el contexto del desempeño y comportamiento de ese miembro del equipo, para luego, decidir la mejor manera de mantener la contribución de esa persona.

 

Incluso, hay momentos concretos del año calendario en los que es necesario estar especialmente alerta a los cambios en las actitudes de las personas.

 

Cuando las personas tienen períodos más prolongados fuera de sus trabajos, como durante las vacaciones, puede que reconsideren su situación en la organización y busquen un cambio.

 

Esto también pueden ocurrir en el cierre de proyectos largos o incluso al final del año financiero, ya que los miembros del equipo que han estado en su función durante algún tiempo pueden sentir la responsabilidad, o incluso la obligación moral, de hacer un movimiento solo cuando una actividad ha terminado y la siguiente aún no ha comenzado.

 

Comprender los posibles problemas es crucial, aunque, a menudo puede ser difícil relacionar los síntomas de la infelicidad con sus causas subyacentes.

 

Por ejemplo, un miembro del equipo evitar las charlas de oficina porque se siente con exceso de trabajo, mientras que otro con el mismo problema podría refugiarse en discusiones mantenidas en la máquina de café, y en ninguno de los dos casos, están pensando en abandonar el barco.

 

Por ello, debemos utilizar todas nuestras artes, suspicacia e intuición para evitar ser sorprendidos por el abandono repentino de alguno de nuestros valiosos colaboradores, porque de no hacerlo, seguramente, pagaremos las consecuencias.

 

 

 

(*) Por Daniel Sachi 

Director General de ROI Agile International 

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