La teoría del encuentro temprano entre Artigas y Andresito se sustenta en un hecho histórico comprobado por los estudios historiográficos: luego de la expulsión de los jesuitas, en 1767, las antiguas Misiones guaraníes entraron en una profunda decadencia económica, productiva, espiritual y cultural que desembocó en la dispersión y el éxodo de miles de originarios. Los migrantes no regresaron al monte, ya que luego de más de 150 años de vida en comunidad, esta parcialidad de la Nación guaraní no era más de carácter montés.
La realidad es que los guaraníes preferían marcharse hacia las estancias de la Banda Oriental, Entre Ríos y Corrientes, en donde eran rápidamente contratados como peones. Los guaraníes eran una excelente mano de obra. Y ello por varios motivos. En principio, porque tenían un nivel educativo muy superior al del resto de la peonada, una herencia de la escuela jesuítica que aún perduraba. Además, tenían dominio y conocimiento de diversas actividades productivas, como la ganadería y el manejo de cultivos, las tareas artesanales como la construcción y la fabricación de herramientas y conocimientos artísticos en música, pintura y escultura.
Los 30 pueblos históricos de las Misiones, con destaque de Santo Tomé, presumible lugar de nacimiento de Andresito.
Por todo ello es que las décadas de 1780 y 1790 registran un gran éxodo desde los pueblos hacia estas zonas cercanas. Esto está comprobado en la documentación, que refleja la drástica merma demográfica de los pueblos a partir del paso de estos a ser administrados por agentes públicos españoles.
Este contexto encaja a la perfección con la hipótesis del joven Andresito marchando de su pueblo hacia un destino con mejores perspectivas laborales, como lo era, por entonces, la Banda Oriental. Es allí, entonces, en donde el joven habría conocido a Artigas, quien lo adoptó, lo crió, lo formó, le dio el uso de su apellido y lo convirtió en el primer y único originario en gobernar una provincia argentina.
Por Pablo Camogli
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