Es un ave bien conocida que se destaca, tal como su nombre lo indica, por sus hábitos alimenticios muy especializados: consume casi exclusivamente caracoles de agua dulce del género Pomacea o Ampularia. En Misiones se lo ve en el extremo sur, por ejemplo cuando los arroyos se desbordan e inundan sectores con árboles y habría buena presencia de presas, como sucede con el arroyo San Juan y del mismo modo sucede en otros sitios, como Urugua-i y la propia zona del Iguazú, siendo en la tierra colorada más frecuente en primavera y verano.
A través de una alianza con Aves Argentinas, la centenaria organización ambientalista que impulsa su Programa Bosque Atlántico, compartimos en forma semanal algunos de los secretos sobre la biodiversidad de las especies de aves del país, y de nuestra Maravilla Natural Argentina, la Selva Misionera. Exclusivo de Misiones Online.
En esta oportunidad te contamos del “Caracolero” (Rosthramus sociabilis), que pertenece a la familia Accipitridae, un grupo de aves grandes y carnívoras, de dispersión cosmopolita que incluye a las águilas, aguiluchos, gavilanes y milanos. De tamaño mediano para una rapaz, mide unos 38 – 40 cm de longitud, tiene una envergadura de 110 – 120cm y un peso aproximado de 380 grs. Macho y hembra presentan dimorfismo sexual en la coloración. El macho luce un plumaje casi negro con rabadilla, subcaudales y base de la cola blancas; con iris rojo, y patas anaranjadas.
Snail Kite (Rostrhamus sociabilis)
La hembra, en cambio, muestra un tono pardo oscuro, manchado de ocráceo en dorso y estriado de blancuzco en ventral. Los juveniles, parecidos a las hembras, presentan una llamativa ceja blanca. Su pico es muy característico y adaptado a la dieta, es fino y muy curvo, con notable gancho en la punta. Emiten una voz áspera y nasal, repetida, que suena como un ke..ke..ke…
Aunque se alimenta en forma solitaria, es de hábitos gregarios (como su nombre científico así lo señala también) y se lo observa en grupos numerosos y dispersos en los sitios con agua donde busca sus presas; así como cuando realiza desplazamientos estacionales o ante la falta de presas o disponibilidad de agua en los ambientes que frecuenta.
Para alimentarse, se desplaza preferentemente por la mañana temprano y por la tarde, momento en que los caracoles muestran mayor actividad. Planea bajo y lento sobre el agua, o bien acecha desde una percha baja.
Al detectar una presa cerca de la superficie se lanza sobre ella, y lo atrapa con las garras. Se posa enseguida en una percha habitual y cercana, como postes, montículos de tierra, árboles bajos. Ya para alimentarse utiliza el fino gancho de su pico, con el cuál corta el músculo que une el cuerpo del animal con el caparazón, el molusco se relaja y es extraído.
Tras ingerir al caracol, deja caer el caparazón, que se agrega a un montículo que delata el sitio utilizado como “comedero” Pese a su especialización, puede consumir ocasionalmente también cangrejos, y hasta se han registrado pequeñas tortugas y roedores entre presas más raras.
Foto: Alejandro Di Giacomo
Su carácter social, también se manifiesta en la temporada reproductiva, dado que anida formando pequeñas colonias en lagunas pampeanas y esteros en el litoral o montes inundados en áreas chaqueñas. Habitualmente, asocian sus nidos en colonias grandes de Garzas, Gaviotas o Cuervillos. El nido es una plataforma plana, elaborada con palitos y tallos herbáceos, revestida con pastos secos. La postura es de 3, a veces 4, huevos blancuzcos muy manchados de pardo, rojizo y gris. Macho y hembra comparten las tareas parentales de cuidado y atención de huevos y pichones. La incubación demanda entre 26 y 28 días, y los pichones, que son alimentados con caracoles, permanecen en el nido entre 40 y 50 días.
Foto: Alejandro Di Giacomo
Se distribuye por una amplia región central y oriental de Sudamérica, y por Centroamérica hasta el sur de México, también en el Caribe y Florida (Estados Unidos). Si bien no es una especie globalmente amenazada, es probable que el manejo inadecuado de humedales lo afecte, y para la población presente en la Florida, que constituye una subespecie propia y que estuvo al borde de la extinción en la década de los 60, se le han detectado altas concentraciones de pesticidas en huevos y pichones.
Foto: Miguel Ángel Paniagua
En nuestro país es una especie frecuente, bien reconocida por sus hábitos y su presencia es habitual, aún en áreas modificadas por el hombre, siempre y cuando cuente con áreas inundadas donde se encuentren sus presas. Las cunetas de las rutas suelen ser un sitio con habitual presencia de Caracoleros. Las poblaciones más australes se desplazan al norte en invierno, y es entonces que se pueden ver grandes bandadas de incluso 500 o más individuos planeando alto en corrientes térmicas.
En Misiones se lo ve en el extremo sur, por ejemplo cuando los arroyos se desbordan e inundan sectores con árboles y habría buena presencia de presas, como sucede con el arroyo San Juan y del mismo modo sucede en otros sitios, como Urugua-i y la propia zona del Iguazú, siendo en la tierra colorada más frecuente en primavera y verano.
Escuchá el relato de la historia del «Caracolero»
Por Paula F. Paiva y Alejandro Di Giacomo
Foto de portada: Luis Krause
DL / PE
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