El conocido «Guira Guira» en Misiones es una de las aves más fáciles de observar y bien reconocida por sus hábitos confiados y sociales. Habita áreas abiertas en campos y sabanas, y ecotonos con bosques y selvas, incluidas áreas serranas hasta unos 2000 metros de altura. Es frecuente en parques y jardines de ciudades y áreas suburbanas. Conocé las particularidades de esta especie de ave que se encuentra distribuida desde el centro y este de Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay, y hasta el Norte y Centro de la Argentina, hasta Chubut.
A través de una alianza con Aves Argentinas, la centenaria organización ambientalista que impulsa su Programa Bosque Atlántico, compartimos en forma semanal algunos de los secretos sobre la biodiversidad de las especies de aves del país, y de nuestra Maravilla Natural Argentina, la Selva Misionera. Exclusivo de Misiones Online.
Hoy te contamos del Pirincho (Guira Guira), un ave que se encuentra distribuido desde el centro y este de Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay y norte y centro de Argentina, hasta Chubut. Al abarcar esta extensa geografía, acopia muchos nombres vulgares: Serere (Bolivia), Piririta (Paraguay), Anó Branco, Piriguá y Quiriquiri (Brasil). En Argentina, el ornitólogo Martín de la Peña, recopiló, muchas variantes: Andirá, Chasquita, Chasquito (en quechua, chasca significa «crespa”), Kirirú, Machila/o, Macho-bocha, Macho-macho, Pilincho, Pinchirraca, Piojosa, Pirchirraca, Pirinche, Piriré, Pirireguá, Pirirí, Pirrincha, Quililo, Rubiala, Rubia loca, Seresche, Urraca y por supuesto el nombre Guira (en tupí-guaraní, guyra significa “pájaro o ave”). Pertenece a la familia Cuculidae, que comparte con el Crespín, los Yasiyaterés, los Anós y el Tingazú.
Foto: Jorge Rojas
De cuerpo alargado y esbelto, mide entre 36 y 40 cm y pesa unos 130 gr, siendo macho y hembra similares. Su plumaje se caracteriza por tonos pardos en partes dorsales, con lomo y rabadilla blancuzcos, y ocráceos en las ventrales, siempre estriados de oscuro.
Presenta un inconfundible copete despeinado y retráctil, y una llamativa y larga cola escalonada de unos 20 cm, negra, parda y blanca. Su pico fuerte y el iris, son de un llamativo anaranjado intenso.
Son bulliciosos y de hábitos gregarios, formando bandadas variables de 5 a 20 o más pirinchos. Sus comportamientos grupales son llamativos, por ejemplo, un individuo vigila desde una percha más alta y da la alarma ante cualquier peligro, mientras el grupo se alimenta o descansa.
En los días fríos o por la mañana temprano, es frecuente verlos muy juntos y apretados posados de espaldas al sol y con las alas entreabiertas, cola caída y plumas esponjadas con el lomo descubierto para recibir el calor.
Otro comportamiento social de los pirinchos es el acicalamiento mutuo del plumaje entre individuos del grupo. Si bien son arborícolas y se deslizan o saltan de una percha a otra, mientras vocalizan, habitualmente buscan alimento en el suelo.
Al aterrizar, planean y cuando están por tocar tierra hacen una corta carrera equilibrándose con alas y cola. Su vuelo también es característico: algo lento, alternando suaves aleteos con planeo prolongado, y en formación irregular uno detrás del otro.
Foto: Carlos Dietz
Sus vocalizaciones son variadas e inconfundibles, quién no añora los veranos cálidos dónde el Pirincho, como un adorador al sol, hace de banda sonora con su canto estridente, entre un largo silbido y un lamento.
Otra vocalización reconocible es la señal de alarma, que consiste en un rápido y agudo trino, como un matraqueo con varias notas por segundo, que sube y baja de amplitud y generalmente anuncia la presencia de algún predador. Además utiliza distintas llamadas para la comunicación social del grupo.
Respecto a su alimentación, “el pirincho no le hace asco a nada” siendo un carnívoro oportunista. Para el hombre, es útil ya que consume gran cantidad de insectos, principalmente artrópodos incluidas especies de interés agrícola y sanitario. También captura arácnidos, miriápodos, crustáceos, anélidos y moluscos, más ocasionalmente preda pequeños vertebrados como anfibios, reptiles, roedores e incluso huevos y pichones de otras aves.
Foto: Cecilia Fernández Díaz
Los Pirinchos tienen un sistema reproductivo complejo, como sucede en el resto de la familia que integran, donde Crespín y Yasiyaterés, alcanzaron la máxima expresión evolucionando hacia el parasitismo obligado de cría. El protagonista de la nota, en cambio, combina varios comportamientos reproductivos.
La nidificación la realizan en forma cooperativa, donde varios individuos del grupo y otros individuos que se agregan, comparten un nido en común, y realizan las tareas parentales en forma comunitaria y social, y como dice el título, trabajan: ¡todos para uno y uno para todos!.
Pero además en esta estrategia, esta especie combina al menos dos sistemas reproductivos distintos: hay monogamia, y en forma mayoritaria, hay poliginandria, que es el sistema donde dos o más machos se relacionan y aparean con dos o más hembras. Y también existirían casos, donde hembras sin vínculos al grupo social que anida, dejarían sus huevos en ese nido, a modo de un parasitismo de cría intraespecífico.
La temporada de cría ocurre desde octubre a marzo. El nido comunal es una estructura semiesférica, grande y desordenada, en forma de tazón profundo, ubicada en diversos lugares desde árboles y arbustos, hasta construcciones humanas en ocasiones.
Es construido con palitos, ramitas y tallos herbáceos, con revestimiento interior de pastos y materiales más suaves. Una característica notable del Pirincho y más aún de los Anós, que tienen sistemas de cría similares con algunas variantes, es que agregan hojas verdes sobre los huevos, que se marchitan y se van reponiendo con el tiempo, y cuya función sería acción repelente y antibacteriana.
Foto: Carlos Dietz
En este contexto social de anidar, el número de huevos en un nido puede ser muy variable, desde posturas mínimas de 5 a 7 u 8 huevos, hasta nidos extraordinarios con casi 40 huevos.
Esto resulta que en la práctica, muchos de ellos no se incuben o se van descartando y arrojando fuera. Por lo que resulta habitual encontrar huevos rotos o no, en el entorno de nidos activos.
Los huevos son muy particulares, de un color celeste turquesa intenso, con un depósito calcáreo blanco y poroso, que se agrega poco antes de la puesta. La incubación es de unos 15 días, y los pichones permanecen entre 9 y 13 días en el nido, dejando el mismo trepando por las ramas cercanas, antes de poder volar y estar completamente emplumados.
Esta especie tan particular, tiene un destacado lugar en la cultura y creencias populares. Entonces, en algunas localidades de Corrientes untar la tranquera del corral y fiador o collar del cencerro de la yegua madrina con grasa del Pirincho, haría que la tropilla no se desbande.
También en estos parajes, suele recomendarse beber el cerebro desecado y molido disuelto en agua o en el mate, para tener éxito en el amor.
Algo semejante, tienen en su cultura los tobas. Con partes del Pirincho preparan dos talismanes: uno, con plumas y corazones sirve para tener suerte en el amor: el otro, solamente de plumas, se emplea para tener amistades.
En la Literatura, Leopoldo Lugones (1917), dedicó un poema que describe a la especie:
Una mecha de paja al desgaire,
que el sol descolora allá arriba,
y un plañido de pito en el aire.
Y dos, tres, cuatro, seis… Comitiva
que llena de pluma sin peso
la rama en que apenas estriba.
Tanto alza la cola con eso,
que parece que en su desatino,
va a soltarnos el huevo azulino
firmado con letras de yeso.
Además, su figura aparece en composiciones musicales, leyendas y mitos populares, y su conducta tienen distintas interpretaciones: si cantan muy temprano en la mañana, el día será caluroso; si gritan fuerte, insistentemente, se dice que anuncia viento intenso; y, si aparecen dos en una rama es señal de buena suerte.
Tanto en Argentina como Uruguay, al decir «pirincho», la gente se refiere a pelos desordenados, tiesos y levantados, y no es para menos, al mirar a nuestro emplumado amigo vemos lo acertado de este nombre vulgar.
Eduardo L. Beltrocco (Agrupación Pay Zumé | COA Celestino), con la colaboración de Alejandro Di Giacomo / Aves Argentinas.
Foto de portada: Jorge Rojas
DL / PE
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