Según un estudio realizado por Unicef, la pobreza extrema en Argentina hacia final de 2020 sería del 16,3%; en términos de volúmenes de población, implicaría que entre 2019 y 2020 la cantidad de niñas, niños y adolescentes pobres pasaría de 7 millones a 7,7 millones y la pobreza extrema, de 1,8 a 2,1 millones. «Calculamos que en hogares que tienen un jefe o jefa de hogar con trabajo informal, el porcentaje de pobreza es altísimo, llegaría al 83,9 por ciento por la caída de los ingresos que supone el aislamiento”, afirmó Jorge Paz, doctor en Demografía y Economía.
Jorge Paz-FM Santa María de las Misiones
El estudio Efectos del COVID-19 sobre la pobreza infantil y la desigualdad en Argentina se basa en datos oficiales y públicos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC) del período 2004-2019, tratando de respetar la homogeneidad metodológica de la Encuesta Permanente de Hogares que es de donde surgen los datos de pobreza general e infantil (total y extrema) que se emplearon en las estimaciones. Los resultados obtenidos, con sus limitaciones, son altamente significativos, así como consistentes con otras estimaciones realizadas sobre los efectos de la pandemia sobre la pobreza general.
Jorge Paz, doctor en Demografía y en Economía, director del Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico, investigador del Conicet y consultor de Unicef brindó una serie de reflexiones sobre los datos y cómo afecta la pobreza a niños, niñas y adolescentes que viven en estado de extrema vulnerabilidad.
En diálogo con FM Santa María de las Misiones, Paz comenzó valorando las medidas del Gobierno nacional que “fueron tomadas acertadamente y en el momento oportuno, pero no fueron suficientes porque la caída en el nivel de actividad económica es muy violenta, aunque no sea la más violenta que pasó la Argentina, estamos en la mitad del nivel a la que cayó en 2001-2002, cuando la crisis fue muchísimo más fuerte”.
Sin embargo, en base a los datos que surgen del estudio, afirmó que “ahora se calcula que la actividad económica va a caer en torno al 6 por ciento, entonces el refuerzo debería ser un poco más intenso. El Gobierno estaba destinando alrededor del dos por ciento de la riqueza que se genera en el país a protección social, ahora eso se subió al tres por ciento y calculamos que falta un 0,3 por ciento adicional para poder amortiguar la caída que va a provocar el aislamiento social, preventivo y obligatorio que estamos viviendo”, situación que se agrava más en las regiones del Noroeste Argentino (NOA) y Nordeste (NEA).
“En el NOA y el NEA tenemos los niveles de pobreza y vulnerabilidad más bajo; quiere decir que en nuestras regiones, a la pobreza se le suma la vulnerabilidad: son personas que están caminando al borde de la pobreza y que cualquier movimiento sísmico social y económica podría arrojarlos al abismo, dijo Paz.
Para el economista e investigador, la relación que existe entre este cuadro de situación y el aislamiento social, preventivo y obligatorio que cesó la actividad económica en todo el país tendrá consecuencias disímiles según la región, panorama en el cual aun sin casos notificados de Covid-19, repercutirán las variables económicas negativas en la población.
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“Al ser para todo el país el aislamiento y nosotros tenemos también una proporción de población muy importante viviendo de actividades informales, calculamos que en hogares que tienen un jefe o jefa de hogar con trabajo informal, el porcentaje de pobreza es altísimo, llegaría al 83,9 por ciento por la caída de los ingresos que supone el aislamiento”, afirmó.
Detalló que el eje central de la investigación fue la población que vive en situación de emergencia habitacional y encontraron allí “situaciones muy graves”. Entre las problemáticas, reseñó: “Hay 4 millones de personas que están viviendo en asentamiento o villas y en ese número están incluidos más de un millón de niños o niñas. Se trata de hogares donde son muy jóvenes, tienen un alto riesgo de contagio y un bajo riesgo de mortalidad en cuanto a la enfermedad en sí; pero una alta vulnerabilidad social. Estamos hablando de tasas de pobreza que en algunos casos superan el 90 por ciento. Se trata de un sector que vive en condiciones muy precarias y que ahora debido a este efecto del aislamiento, quedaron en un mayor nivel de desprotección. Son personas que tienen muy poca inserción en el mercado laboral y en situaciones muy precarias e inestables en el mercado de trabajo. Consideramos que acá hay que ponerle un énfasis mayor para tratar de ayudar más a los que más necesitan”.
Números en ascenso
El dato que surge y preocupa, sostiene que niñas, niños y adolescentes pobres pasarían de 2019 a 2020 de 7 millones a 7.700.000 y en la pobreza extrema pasarían de 1.800.000 a 2.100.000.
Paz explicó que “se considera pobreza extrema a aquellas personas que viven en hogares cuyos ingresos no alcanzan para cubrir la canasta básica alimentaria, condición que se conoce como indigencia; eso es lo que reflejan esos números”.
¿Por qué se produce? “Porque hay mucha población que se encuentra en el límite, en la línea…Hay una gran concentración de población que en este momento no es pobre, pero la pérdida de un ingreso, aunque sea básico, lo ubica en una situación de pobreza…y hay mucha gente en esa situación. Ante la caída generalizada de los ingresos a través del trabajo, se dan estos números que no llegan a cubrir la canasta alimentaria básica.
El futuro de estos niños
La evaluación que realiza el asesor de Unicef es que “el problema de fondo, es lo que va a pasar en adelante… si no cuidamos a la niñez, no estamos cuidando el futuro. Los daños que se producen por este tipo de situaciones son daños que se prolongan a lo largo de la vida; lo que se llama la reproducción de la pobreza. Estos niños comienzan una trayectoria que le es desfavorable en todos los sentidos. Así como uno piensa que hay carencias que son multidimensionales, como la educación, la vivienda, el ingreso, la alimentación, la nutrición, el saneamiento, el acceso al agua, todos factores que se van acumulando, formando algo así como un clima adverso para la condición futura de estos chicos. Ellos crecen, llegan a adultos y reproducen la situación de pobreza porque no pueden ingresar al mercado laboral, tienen problemas de aprendizaje, no terminan la escuela, entran a trabajos inestables…entran en el ciclo perverso de la pobreza y eso les genera una cicatriz muy profunda”.
Paz subrayó que “no es momento ahora de ponernos a preguntar qué va a pasar con la emisión monetaria, la inflación… Está bien, es probable que suceda, para todos los que sostenían la relación directa entre emisión monetaria e inflación…es muy necesario que se haga esto; como también hizo el Estado cuando tuvo que salir a salvar bancos, allá por el 2008, para tratar de evitar un colapso. Algo como eso vamos a tener que hacer ahora, en términos de tratar de salvar la economía, principalmente por este sector y por la niñez”.
Con relación a los recursos que debiera destinar Argentina para atender las necesidades de estos sectores de la sociedad Paz consideró que “no es muy importante en términos económicos” y aclaró: “El producto bruto de la Argentina es de 500 mil millones de dólares, habría que sacar el 0,25 por ciento de eso para atender a estos sectores. Eso se puede hacer, sería un esfuerzo significativo. Actualmente se lleva gastando el 2 por ciento de esos 500 mil millones en protección social, antes de la crisis y se pasó un punto más, es del 3 por ciento. Lo que decimos es que hace falta un pequeño esfuerzo más. Hay que tener en cuenta que el 0,25 no es tan importante en términos de dinero”.
El impacto de la pandemia
Para Unicef, resulta prioritario “contener la situación de niñas y niños que residen en hogares pobres y eso sólo es posible si se implementan mecanismos universales que protejan ingresos y el acceso a bienes y servicios esenciales, así como otras respuestas focalizadas centradas en la comunidad y en los grupos poblacionales más desprotegidos”.
“Los datos nos muestran que el Covid-19 impacta con más fuerza en las poblaciones vulnerables, amplía las brechas de inequidad que ya había en el país y aumenta los niveles de pobreza entre las niñas, los niños y adolescentes, las víctimas ocultas de la pandemia”, señala Luisa Brumana, Representante de Unicef Argentina sobre el tema.
La ubicación de la vivienda es una de las características que más incide en la desigualdad. El Registro Nacional de Barrios Populares de la Argentina indica que 4,2 millones de personas viven en estos lugares: casi el 90% no cuenta con acceso formal al agua corriente, el 98% no tiene acceso a la red cloacal, el 64% a la red eléctrica formal y el 99% no accede a la red formal de gas natural.
Si se considera un indicador de pobreza estructural como el de Necesidades Básicas Insatisfechas, en los barrios populares, el 59% de la niñas y niños reside en viviendas con una carencia estructural. “Preocupa la combinación de elevados niveles de pobreza monetaria y estructural. Si los niños y niñas residen en viviendas inadecuadas o están hacinados, es difícil aplicar medidas de contención efectivas”, explicó Brumana.
ZF
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