El confinamiento es un buen tiempo para el sacrificio. Y no cualquier sacrificio, sino uno de intensa búsqueda del rostro de Dios, porque ¿Quién no necesita de Dios? ¡Todos lo necesitamos! Y el problema es que vivimos gran parte de nuestra vida sin saber cuánto lo necesitamos. Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios.
Una de las claves de la vida cristiana se encuentra en la rendición de nuestra vida. Esto nos diferencia de los que tan solo creen en Él, y nos mete en el grupo de aquellos que lo experimentan. La vida de Jacob es bien ejemplificadora de esto, en especial por el episodio descripto en Génesis.
Génesis 32:22-31 NTV:«Durante la noche, Jacob se levantó y tomó a sus dos esposas, a sus dos mujeres esclavas y a sus once hijos, y cruzó el río Jaboc con ellos. Después de llevarlos a la otra orilla, hizo pasar todas sus pertenencias. Entonces Jacob se quedó solo en el campamento, y llegó un hombre y luchó con él hasta el amanecer. Cuando el hombre vio que no ganaría el combate, tocó la cadera de Jacob y la dislocó. Luego el hombre le dijo: —¡Déjame ir, pues ya amanece! —No te dejaré ir a menos que me bendigas —le dijo Jacob. —¿Cómo te llamas? —preguntó el hombre. —Jacob —contestó él. —Tu nombre ya no será Jacob —le dijo el hombre—. De ahora en adelante, serás llamado Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. —Por favor, dime cuál es tu nombre —le dijo Jacob. —¿Por qué quieres saber mi nombre? —respondió el hombre. Entonces bendijo a Jacob allí. Jacob llamó a aquel lugar Peniel (que significa «rostro de Dios»), porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y sin embargo, conservo la vida». El sol salía cuando Jacob dejó Peniel y se fue cojeando debido a su cadera dislocada».
Esta escena de la vida de Jacob es la culminación de un sin fin de situaciones en su vida que no terminaban de tener un cierre. Por mucho tiempo había tenido promesas generacionales y personales que no se habían concretado.
Su abuelo Abraham y su padre Isaac habían experimentado a Dios de una manera muy real, teniendo encuentros que los transformaron y guiaron sus pasos. Pero Jacob es el modelo de persona que hace todo con sus fuerzas, y jamás logra entender que sin rendición, no podemos tener la bendición de Dios. Él no fue el único que se agarró a las piñas con Dios, sino que muchos de nosotros podemos estar viviendo lo mismo sin darnos cuenta.
Muchas veces se nos va la vida forcejeando con Dios, cuando Él nos llama a confiar y esperar en Él, sabiendo que cuida de nosotros y no permitirá que nada malo nos ocurra a nosotros y a nuestra familia.
¿CÓMO DEJAMOS DE PELEAR CON DIOS?
1- PROVOCAR EL ENCUENTRO CON DIOS
¿Cuál es nuestra actitud de búsqueda de Dios? Jacob, evidentemente se había cansado de que las cosas le salgan mal. Se daba cuenta que no disfrutaba de la bendición del Dios de sus padres en plenitud. La verdad es que por mucho tiempo buscó hacer las cosas a su manera. Hasta su nombre era un reflejo de eso, ya que Jacob significa “engañador”. El que engaña cree que con sus propias fuerzas, formas y estrategias, logrará lo que pretende sin problemas.
La verdad es que esta actitud lo llevó a tener que huir constantemente. Jacob se vio obligado a repensar la vida que llevaba, y provocar un encuentro con Dios. Ya en Génesis 32:9 se relata cómo Jacob se puso a orar al Dios de sus padres (lo cual suena a que no era aún su Dios personal), pidiéndole que tenga misericordia de él, un tanto cansado ya de huir, y que su hermano no le quite la vida. Hay que recordar que la enemistad entre ambos surgió por causa de que Jacob le robó la primogenitura.
Jamás encontraremos paz si nos pasamos la vida huyendo. Nuestra fe no es una religión en la que estamos contenidos, sino una relación en la que nuestro Padre nos transforma mediante encuentros. Por eso, buscar un encuentro con Él es fundamental. Podemos tenerlo todo, como Jacob a esa altura, pero aun así necesitamos ver el rostro de Dios para ser transformados para siempre.
2- ABRAZAR NUESTRA NUEVA IDENTIDAD EN CRISTO
Lo segundo que salta a la vista es el cambio de nombre de Jacob a Israel. De pronto, tanto huir en su vida, este encuentro con Dios vino a empujarlo a dejar el pasado atrás, para mostrarle la victoria que tenía en su nueva identidad.
2° Corintios 5:17 NTV. Al aceptar a Jesús, se puso a nuestra disposición una nueva identidad. Tenemos el acceso a una nueva naturaleza, un nuevo corazón y una nueva mente. ¡Todo es hecho nuevo! El problema es que muchas veces seguimos atados a patrones de la vieja vida, y siempre que lo viejo continúe, lo nuevo no podrá desarrollarse. Si el pasado sigue ocupando un lugar en nuestro corazón, mente y pensamientos, estaremos limitados para vivir el futuro glorioso que tenemos.
3- COMPRENDER QUE EL MISTERIO ES PARTE FUNDAMENTAL DE NUESTRA FE
Jacob quiso, en este encuentro con Dios, tener una revelación mayor del que le hablaba (a pesar de que sabía que se trataba de Dios), pero, a pesar de que fue bendecido y transformado, este deseo no le fue cumplido.
Un principio fundamental de la fe es el misterio. ¿Por qué? Porque si entendiéramos todo lo que viene de Dios no habría nada que demande creer sin ver. Y la fe se trata de eso. Si siempre demando saberlo todo para creer, no se trata de fe, sino de entender con mis fuerzas por la lógica. Parte de dejar de pelear es entender que el Dios que prometió cuidarnos, guiarnos y bendecirnos es fiel para cumplir sus promesas. Cuando logramos descansar en Él antes de ver cumplido lo que prometió, mostramos que dejamos de pelear y que nuestra confianza en su persona es absoluta.
4- ACEPTAR LAS MARCAS ANTI-ORGULLO
Es muy llamativo como la rendición de Jacob vino con una marca. Toda la vida siguió rengueando después de esa pelea. Muchas veces Dios nos marca con algo que recordaremos el resto de nuestras vidas para mantenernos en humildad. Pablo tuvo una experiencia similar y relató lo siguiente:
2 Corintios 12:7-9 NTV: «Así que, para impedir que me volviera orgulloso (por todas las revelaciones recibidas), se me dio una espina en mi carne, un mensajero de Satanás para atormentarme e impedir que me volviera orgulloso. En tres ocasiones distintas, le supliqué al Señor que me la quitara. Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí».
Mantener la humildad, reconocer nuestra dependencia del Padre, y estar aferrados el resto de nuestra vida a su gracia, nos conducirá a vivir encuentros aún mayores con el rostro de Dios.
En estas fechas en las que conmemoramos la muerte y resurrección de Jesús, qué importante es tener presente que fue Su actitud de rendición a la voluntad del Padre la que permitió tremenda victoria. Sin su mansedumbre y humildad esto no hubiera sido posible. No podemos vencer si no dejamos de luchar. La victoria en Cristo solo será fruto de éste acto de humillación.
Felices Pascuas de Resurrección para vos y tu familia! Que Dios te bendiga y tengas una semana de completa victoria!
Pastor David Decena
Centro Familiar Cristiano Eldorado
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