Sus orígenes, su educación, los primeros años en la política y sus años universitarios fueron determinantes a la hora de formar su personalidad y su perfil como juez.
Mediodía del 6 de diciembre de 2018. Claudio Bonadio, el juez federal que tenía en sus manos la megacausa de los Cuadernos de la Corrupción, estaba en su despacho comiendo una chocotortapor el cumpleaños de una de sus secretarias. El sonido de la radio a sus espaldas se superponía a cualquier conversación. Había accedido a realizar una serie de entrevistas que iban a formar parte de una biografía. La idea parecía entusiasmarlo. Aunque en secreto él también planeaba escribir un libro sobre la causa de los Cuadernos más adelante, cuando enviara toda la investigación a juicio oral o cuando finalmente se jubilara.
Hacía pocos meses que había recibido la denuncia que dio lugar a esa importante investigación y estaba en pleno proceso de juntar pruebas e interrogar a los arrepentidos. También se estaba ganando nuevos enemigosy era consciente de eso. El libro, propuesto por la editorial Margen Izquierdo, finalmente no se concretó por cuestiones personales. Pocos meses después, en mayo de 2019, a Bonadio lo operaban de un tumor en el cerebro. Siguió trabajando el resto del año, hasta enviar la mayor parte de la causa a juicio oral.
Tal vez uno de los hechos más conocidos sobre la vida de Claudio Bonadio sea un tiroteo que protagonizó hace casi 20 años, cuando les quitó la vida a dos delincuentes que intentaron asaltarlo a él y a un amigo en el partido bonaerense de Florida.
Pero por si alguien se había olvidado, lo que sucedió en ese septiembre de 2001 fue rememorado en 2015 por la entonces presidente Cristina Kirchner mientras hablaba por cadena nacional. Quien dejaría el poder algunos meses después se refirió a algunas de las causas judiciales de las que era protagonista y, sin nombrarlo, habló de Bonadio: “No le tengo miedo a ningún juez pistolero, mafioso o extorsionador”.
Cristina Kirchner estaba hablando de cuando Bonadio mató a dos personas en un tiroteo durante intento de robo, un hecho por el que en su momento, aseguró el magistrado, actuó “en defensa propia y de terceros” y porque “a mi amigo le habían disparado en la espalda”. Más de 15 años después, Bonadio recuerda que “el incidente en que terminaron muertos dos ladrones ocurrió un viernes, en Florida, cuando un amigo y yo fuimos a comer un asado a la casa de otros amigos”.
“Estacionamos el auto a la vuelta porque sobre la avenida no había lugar. Miguel iba con un ramo de flores y yo con una bolsita con vinos. Cuando estaba cerrando el auto veo a dos tipos que vienen cruzando la calle, uno de ellos llevaba una pistola sostenida por ambas manos y apuntada hacia abajo”, dice el juez, que resalta que “yo estoy autorizado a portar armas y tengo carnet de instructor de tiro, y voy armado cuando salgo de noche al gran Buenos Aires”.
“Cuando los tipos están subiendo a la vereda gritan ‘quietos, tranquilos…’. Quedamos en línea yo, después uno que estaba armado, después mi amigo Miguel y por último otro de los asaltantes. Yo estaba con saco pero sin corbata. Siempre que voy armado llevo la pistola atrás pero antes de bajar me la había puesto adelante, en el cinturón, para dejarla apoyada en algún mueble cuando estuviera adentro de la casa. Creo que ellos ven la pistola y el que estaba atrás de Miguel le dispara y sale corriendo. Y ahí se desata todo lo que ya se conoció”, rememora Bonadio.
A continuación, el magistrado destaca un detalle que no olvidó en todos estos años: “Hay algo raro, porque cuando piden los datos desde la ex Renar, la pistola de uno de los tipos, el que le dispara a mi amigo, aparece como propiedad de una mujer, pero cuando la van a contactar, ella hace la denuncia de extravío de la pistola pero con fecha del sábado, el día siguiente al intento de asalto”.
Si bien este tipo de hechos suelen acompañar a cualquier persona durante toda su vida, y de alguna forma u otra afectan las decisiones que toman, sus orígenes, su educación, los primeros años de militancia política y sus años universitarios fueron mucho más determinantes a la hora de formar su personalidad y su perfil como juez.
Nacido en la ciudad de Buenos Aires en 1956 en una familia italiana “que bajó del barco”, Bonadio fue el primer hijode un matrimonio que que vivía en el barrio de Palermo, “no muy lejos del Jardín Botánico, en una veja casa que tenía otra casa atrás,y mi mamá pagaba el alquiler trabajando como una especie de portera«. Con seis años cumplidos, su madre quedó embarazada de quien luego sería su único hermano, y Bonadio y su familia se mudaron al partido de San Martín.
“Allí, mi papá y su cuñado habían comprado un terreno y durante los sábados y domingos levantaban la casa. Estuve uno o dos años en colegios públicos y luego entré al La Salle de San Martín. Ahí hice la primaria y luego la secundaria en el La Salle de Florida”, cuenta Bonadio.
Al mismo tiempo, un joven Bonadio se unió a una congregación “como novicio menor, con todo el proyecto de ser hermano lasallano”. En el comienzo de los cinco años que pasó allí tuvo “una verdadera vocación religiosa, pero las convulsiones políticas de Argentina en general, en el mundo y en la iglesia» cambiaron su parecer, y poco después se enfocó en “hacer una vida fuera de la congregación. Empecé a militar en el colegio y no dejé más hasta 1994, cuando ingresé como juez”.
Cuando estaba terminando el secundario, dos profesores fueron clave para su ingreso al peronismo, que si bien estaba proscripto, tenía una sólida base de militantes en todo el país. Con 14 años, el adolescente Bonadio fue marcado por su maestro de Filosofía, Nesprúa, y por el de Geografía e Historia, Aldo Carreras: “Nesprúa nos llevaba para leer libros que no eran en absoluto comunes para esa edad: Scalabrini Ortiz, toda la historia de los ferrocarriles ingleses, la diplomacia después de (la batalla de) Caseros. Los que queríamos podíamos ir a la casa el fin de semana, y varios íbamos, aunque era lejos. Yo estaba encandilado”.
Tras terminar el secundario, Derechono parecía ser el paso natural para un adolescente con esos intereses, pero cuando en 1974 empezó la facultad, Bonadio no se inscribió en Sociología ni en Ciencia Política, una carrera que ya era parte de la currícula de algunas universidades privadas. «En realidad entré a Derecho por descarte, porque lo que a mí me gustaba estudiar, muy fuerte, era la carrera diplomática. Y cuando fui a averiguar cuál era la carrera que más puntaje te daba, para hacer después esa especialización, era abogacía”, aclara.
Con menos de 20 años, quien más tarde se convertiría en juez recuerda que el 31 de agosto de 1973, en el marco de la campaña presidencial de Juan Domingo Perón, conoció a quien luego sería la madre de su hijo: “El día de la Marcha de la Lealtad de la Juventud Peronista al general Perón, que desfilaron frente a la CGT, me puse de novio con la mamá de mi hijo, Mariano. Era 1973 y estaban todas las organizaciones de la JP. María Cristina era del Santa Teresita de Florida. Volvimos caminando unas 20 o 30 cuadras después de esa marcha y ahí nos pusimos de novios. Fue un noviazgo bastante largo”.
“Después me casé y tuve que salir a trabajar. Estudié en la UBA pero, producto de la crisis económica, a la carrera la estiré tres o cuatro años. Tuve un fuerte impulso al principio, los primeros dos años, hasta el Golpe militar, y al final, cuando me puse nuevamente, la terminé en dos años. Después vinieron mis primeros y lejanos años de trabajo en el ejercicio de la profesión en San Martín: una época difícil”, cuenta.
Más allá de la convulsión política que vivía la Argentina en la primera parte de la década de 1980 entre la guerra de Malvinas, la caída de la dictadura y la llegada a la presidencia de Raúl Alfonsín, esos años fueron muy movilizadores para Bonadio, ya que poco después de que naciera su hijo Mariano, falleció su padre. Varios años después, en 2016, moriría su madre.
Como era de esperar, con la llegada a los tribunales de Comodoro Py como juez federal en 1994 su vida dio un vuelco, y sus años como magistrado estuvieron marcados por sus últimas investigaciones. Sobre el final de su carrera, avanzó con las principales causas de corrupción durante la era K. En los últimos cuatro años, procesó a la actual vicepresidenta en las causas de dólar futuro, Los Sauces y Cuadernos, entre otras. Pero también mandó a juicio otros expedientes menores como la cartelización de la obra pública y la causa contra Cristina Kirchner por el uso de aviones para trasladar muebles en el Tango 01.
Fuente: Infobae
DL
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