En el Día Internacional del Trabajo, compartimos un resumen de un informe de la Secretaría de Estudios y Estadísticas de la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS) que tiene la finalidad de presentar al debate un panorama general de las tendencias e impactos de los cambios tecnológicos actuales y futuro (enfatizando en aquellos asociados a la cantidad y calidad de los trabajos) y los desafíos que se abren a la representación política que preserve y amplíe derechos laborales en el país y el mundo.
El documento de la FAECYS analiza el contexto, aspectos centrales y perspectivas generales de las innovaciones, calidad de empleo, la adaptación económica y social, y los retos de la distribución, como claves para el debate del trabajo futuro.
El “trabajo” como lo entendemos en la actualidad enfrenta un impacto frente a importantes cambios producidos por la innovación tecnológica digital. Estos cambios vienen siendo implementados desde hace tiempo y se extenderán -y profundizarán- en el futuro, requiriendo de los gremios adheridos a la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS) una gran capacidad de anticipación e intervención, advierten en el documento.
En este contexto, desde la Secretaría de Estudios y Estadísticas de la institución, asumieron el compromiso de aportar al debate de estos temas a través del intercambio de información que habilite a entender y discutir los procesos que las innovaciones tecnológicas están implementando -e implementarán- sobre el componente trabajo.
“Hacerlo, nos parece, es un deber para contar con recursos que permitan estar mejor preparado o anticipado para afrontarlos e intervenirlos, en la medida que sea necesario, en resguardo del trabajo y de los derechos de los trabajadores”, precisaron.
Es que las formas de trabajo (ya sean vistas como ocupación u organización) se encuentran atravesadas por procesos de innovaciones tecnológicas de la era digital que tienen como horizonte: la reducción de puestos de trabajo actuales, la redefinición de puestos existentes y la generación de tipos nuevos de empleo con requerimientos de competencias y habilidades específicas así como también expuestos a riesgos asociados a la precariedad laboral.
Sobre estos fenómenos, consideraron necesario reflexionar, conocer y definir posiciones y estrategias con acciones que pongan al centro de atención al trabajador y sus derechos por sobre las lógicas capitalistas centradas en la flexibilización del trabajo y el avasallamiento de sus derechos laborales básicos, advirtieron desde la Secretaría de Estudios y Estadísticas de la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS). “La finalidad de este documento es presentar sintéticamente un panorama general de las tendencias sobre los impactos de los cambios tecnológicos (enfatizando los asociados a la cantidad y calidad de los trabajos) y los desafíos que se abren a la representación política que preserve y amplíe derechos laborales”.
Aspectos centrales y generales
Hoy los cambios tecnológicos centrados en lo digital (revolución digital) están en el centro de la escena. Si bien se ha llegado a un amplio consenso sobre su potencial para la mejora de la productividad, en los últimos años hay una creciente preocupación sobre la posibilidad de que este tipo de cambio tecnológico reduzca y/o reemplace la mano de obra. Sobre esto, algunos sostienen que la digitalización de la economía (o sociedad) va a reducir significativamente el volumen del trabajo.
Otros, están en desacuerdo, y sostienen que se trata de un proceso que inicia por supresión de tipos de puestos ahora y la creación de nuevos a futuro.
Y, también, están los otros que sostienen que la innovación tecnológica viene a poner en riesgo los puestos de trabajo, pero que es una situación que se podría evitar. Según estos últimos, los impactos de la tecnología en el mercado de trabajo no son inevitables y dependen de las acciones de intervención de representación y, por consiguiente, en el futuro se podría lograr una economía digital con una alta cuota de empleos.
El cambio tecnológico es un proceso complejo, no lineal, progresivo y que requiere una gran cantidad de recursos, y es impulsado por fuerzas que no son únicamente económicas, sino también sociales y políticas. Además, no es homogéneo y supone una definición amplia que permita considerar las diferentes formas de cambio e innovación que afectan la cantidad y las características de las tareas individuales de diferentes maneras. El cambio tecnológico se refleja en la creación de conocimiento nuevo, la implementación de un producto original o su mejora significativa, o una técnica de producción, lugar de trabajo o modelo comercial diferentes, y en la amplia difusión de estas innovaciones dentro de la economía (OIT, 2016).
En este contexto, cabe preguntarse ¿Cuáles serán los impactos esperables de los cambios tecnológicos? ¿Qué podemos o debemos hacer frente al impacto en el empleo de los nuevas tecnologías (supresión/reducción)?. En este devenir, cómo nos anticipemos e intervengamos tendrá un papel central en el desenlace del futuro. Ahora bien, hay otras dimensiones importantes que van más allá de la discusión sobre la cantidad de empleos. En efecto, se sabe que los cambios tecnológicos tienen repercusiones críticas en la distribución, con ganadores y perdedores. En este sentido, importa anticiparnos acerca de los impactos en la calidad de los puestos de trabajo; en los procesos de adaptación (ajustes sociales y económicos) impulsados por los cambios tecnológicos (por ejemplo, requisitos de habilidades nuevas, reubicación geográfica); y en la relaciones de contraprestación económica al trabajo (asociado con la (re) distribución de las ganancias de la productividad entre los diferentes grupos económicos y sociales, dada la tendencia mundial de una creciente desigualdad de ingresos (OIT, 2016).
Aunque las transformaciones tecnológicas a lo largo de la historia (como en la revolución industrial) han llevado, en última instancia, a la creación de nuevos puestos de trabajo, generalmente parten de reducción de puestos y esta mejora de la eficiencia tecnológica muchas veces ha sido más rápida que la creación de puestos para los trabajadores. De cierta forma, la supresión de puestos de trabajo viene primero y le siguen las acciones compensatorias, generalmente a un ritmo más lento. Es por ello que, los cambios tecnológicos, requieren ser entendidos en sus características, especificidades e implicancias de manera de poder anticipar estrategias de acción para mitigar los efectos negativos sobre la dimensión laboral.
La tecnología digital
Para muchos, la innovación tecnológica digital viene movilizando una salida crítica del patrón económico y productivo actual. En efecto, gracias a los desarrollos tecnológicos en la gestión de la información (TI) y la automatización (industria 4.0), las economías pueden y podrán articularlos (gestión digital) para la obtención de mayor productividad. Esto se observa hoy y se dinamizará a un ritmo exponencial y sin precedentes.
En el mundo, la automatización aumentó y esto provocó impactos negativos en la generación y demanda de puestos de trabajo. Y en esta tendencia de la gestión digital, se espera que las nuevas tecnologías en la manufactura se expandan a los campos de los servicios, la logística, la coordinación y la comunicación. (OIT, 2016).
De hecho, algunos esperan que el desempleo siga aumentando debido a las repercusiones negativas del uso innovador de la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC), la difusión del aprendizaje de robótica, la Internet de las cosas y la impresión en 3D.
Este aumento de la automatización se potencia como recurso para el logro de competitividad en el contexto de la globalización. “Las empresas se ven presionadas para aumentar la productividad y reducir sus costos. La competencia lleva a las empresas y al sector de la investigación y el desarrollo a buscar nuevas tecnologías de producción para aumentar la productividad y la competitividad”, explican en el informe.
Estas tensiones generadas por la competitividad han impulsado la automatización y la fragmentación de los sistemas de producción como dos tendencias de largo plazo en la innovación de procesos que optimizan la productividad mediante el ahorro de mano de obra y, por lo tanto, suprimiendo puestos de trabajo. Por estos motivos, desde la perspectiva pesimista, la naturaleza sin precedentes del cambio tecnológico actual se inclina básicamente a la reducción de mano de obra en el corto, mediano y en el largo plazo. La pregunta es: ¿qué tan malo será esta vez?
Se han hecho varios esfuerzos para estimar la magnitud potencial de la supresión de puestos de trabajo. Por ejemplo, Frey y Osborne (2013) exploraron la posible automatización de las ocupaciones, es decir, la facilidad o factibilidad técnica de informatizar las ocupaciones. Estimaron que 47% por ciento del empleo total -por lo menos para los Estados Unidos- estaría técnicamente en una categoría de alto riesgo de automatizarse en las “próximas dos décadas”.
Sin embargo, otras posiciones, afirman que es improbable que la automatización futura suprima totalmente las ocupaciones. Si bien consideran que es probable que algunos puestos desaparezcan, muchos otros sólo cambiarán y adaptarán y otros emergerán como nuevos tipos de ocupaciones.
Por otro lado, los recientes cambios tecnológicos han permitido cambios en la gestión empresarial, globalizando y fragmentando su dinámica para el logro de productividad. Esto, muchas veces, ha facilitado la tercerización y la relocalización de las empresas (incluso en diferentes países) y han fragmentado más el proceso de producción, lo que podría agravar la pérdida de puestos de trabajo en distintos contextos (principalmente, desarrollados).
En general, se espera que la alta competencia en los mercados mundiales siga impulsando la automatización y la fragmentación, aunque es probable que la nueva corriente de especialización esté más orientada al sector de servicios que a la manufactura.
Los efectos indirectos de las tecnologías digitales, los poderosos algoritmos, software de aprendizaje (inteligencia artificial), llevarían a la descomposición de los puestos de trabajo profesionales, y a la reubicación de los puestos de los países desarrollados en los países en desarrollo. “La digitalización permite reubicar estas tareas en países menos desarrollados pero donde los costos son menores y la mano de obra es extensa y calificada”, remarcaron en el documento.
Si bien el impacto directo de las innovaciones para lograr un proceso que mejore la productividad es la supresión de puestos de trabajo, tales innovaciones y las consecuencias podrían impulsar nuevas actividades económicas y crear puestos de trabajo (con el potencial de creación positiva neta de empleo en el nivel agregado). Efectos como los de complementariedad, impulso a mayor innovación, la reducción de jornada laboral son algunas de las posibles dimensiones que movilizarían a la ampliación del volumen de puestos de trabajo.
“Un punto importante en este debate es sostener que las nuevas tecnologías tendrían diferentes impactos en los procesos de supresión y creación de puestos de trabajo de acuerdo con cada contexto. Los datos empíricos muestran que cada contexto es muy diferente respecto a las actividades innovadoras, el crecimiento de la robotización y la integración en las cadenas de valor, así como respecto al impacto de la innovación de los procesos en la creación neta de empleo. Sin embargo, a futuro, todos serán impactados y del aprendizaje sobre las experiencias transitadas en distintos contextos pueden devenir en insumo estratégico para anticiparse e intervenir para minimizar los efectos negativos en la mano de obra”, señalaron en el documento.
La clave del debate
Los cambios tecnológicos son un factor determinante en el desarrollo económico, y muchas veces han generado opiniones divergentes sobre sus impactos en relación al volumen y calidad del trabajo. Aunque la cantidad de empleos ha resistido a las innovaciones tecnológicas, en la actualidad existen dudas acerca de su futuro. Este escenario coloca en el centro debate la pregunta acerca de ¿Cómo se puede lograr el resguardo de los “derechos laborales” en el contexto de los cambios tecnológicos actuales y futuros? .
Para ello deberíamos saber: ¿Qué empleos y ocupaciones están en riesgo? y ¿Cuáles son las potenciales fuentes de creación de puestos de trabajo?
Si la pérdida neta de empleos es inevitable, ¿de qué otras maneras se pueden crear puestos de trabajo en la sociedad para lograr el empleo pleno?; ¿Cómo funcionan estas dinámicas de supresión y creación de puestos de trabajo en el mundo?; ¿Qué políticas, tanto en el nivel nacional como en el internacional, pueden ser útiles para alcanzar todo el potencial de la creación de nuevos puestos de trabajo?; ¿Cómo podría cumplir el dialogo social (entre Estado, Sindicatos y Empresarios) un papel fundamental para definir este proceso?
La tecnología tiene efectos sumamente importantes sobre la calidad de los empleos, los ajustes económicos y sociales y los retos de la distribución. En primer lugar, los hechos indican que los cambios tecnológicos actuales pueden empeorar la tendencia actual hacia la polarización del empleo; lo cual podría segmentar aún más el mercado de trabajo y aumentar la desigualdad de los salarios.
Por ello, los debates también se deben centrar en preguntas como: ¿Podría evitarse la polarización causada por la tecnología? ¿Qué políticas y cambios institucionales se requieren para enfrentar la polarización del empleo y, en términos más amplios, el deterioro de la calidad del empleo? ¿Serán las políticas de educación y capacitación suficientes?; ¿Cómo cambiarán las nuevas tecnologías la naturaleza de los empleos en las distintas ocupaciones y en los diferentes niveles? ¿Cuáles serán las características que definan los nuevos puestos de trabajo y, lo más importante, serán percibidos como empleos de calidad?
En segundo lugar, los cambios tecnológicos no ocurren de manera aislada ni de forma mecánica, sino que requieren procesos de adaptación (ajustes económicos y sociales). La experiencia indica que el resultado de los cambios tecnológicos y la naturaleza de las innovaciones dependen de cómo se manejen estos procesos de ajuste.
Por ello, se requieren debates que se centren principalmente en: ¿Cuáles son las capacidades se requieren para manejar este proceso de ajuste?; ¿Cómo tendremos que redistribuir el empleo dentro de la fuerza de trabajo y ajustar el horario de trabajo ante la supresión neta de puestos de trabajo? ¿Cuáles son los modelos innovadores y qué podemos aprender de la experiencia pasada?
En tercer lugar, los cambios tecnológicos actuales han creado grandes aumentos en la productividad que, hasta la fecha, han empeorado la desigualdad de ingresos. Dado el riesgo económico y político existente de que la desigualdad aumente, la forma en la que se aborde el reto de distribuir las ganancias de la productividad será un factor importante para definir el futuro del trabajo y de la sociedad.
Por ello, será necesario iniciar debates que se centren en: ¿ Cómo podemos manejar la (re)distribución de las ganancias de la productividad para reducir la desigualdad y, al mismo tiempo, mantener el poder adquisitivo y la demanda para fortalecer los efectos de compensación, el crecimiento económico sostenido y la creación de puestos de trabajo?; ¿ Cómo pueden las políticas fiscales y salariales ser instrumentos eficaces para distribuir los aumentos de la productividad con los consumidores y emprendedores creativos?
Estas cuestiones e interrogantes, sintetizados en el presente documento difundido por la Secretaría de Estudios y Estadísticas de la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS), buscan aportar a la discusión sobre el futuro del trabajo -frente al avance de las innovaciones tecnológicas del mundo digital- y colaborar en la profundización de líneas estrategias, la conformación de equipos interdisciplinarios y el avance en la reflexión sobre el futuro del convenio de trabajo de comercio y servicios.
EP/ PE
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