Cuando hablamos de empresa
Muchos maestros y profesores, incluso algunos funcionarios, se horrorizan cuando mencionamos que las escuelas son empresas. Sin embargo, la palabra empresa tiene su raíz etimológica en el latín “prehendere” que significa emprender una actividad que implica trabajo o que representa dificultades, es decir, realizar acciones o tareas que entraña esfuerzo y trabajo. Es evidente que la tarea educativa implica un enorme trabajo venciendo innumerables dificultades mediante muchísimos esfuerzos.
Wilhelm Röpke sostiene que el objetivo principal de las empresas (de servicios educativos) es producir valor en su sentido moral, afirmando que “el desarrollo de las empresas depende de un telón de fondo valórico y el Estado debe producir un marco legal que lo promueva, interviniendo si es necesario a fin de preservar esos valores”.
Yendo más allá, otras definiciones de empresa utilizada en diferentes medios académicos es que se trata de un “grupo social en el que, a través de la administración de sus recursos, del capital y del trabajo, se producen bienes o servicios tendientes a la satisfacción de las necesidades de una comunidad”, pudiendo preguntarnos ¿qué mayor servicio podemos prestar a toda la sociedad que brindad una adecuada e integral educación que se inicie desde la concepción misma del niño?
El mexicano Pedro Alfonso GarciamaloNuñez, al referirse a este tema, destaca el crecimiento de la educación pública de gestión privada “para satisfacer la demanda social” señalando que consecuentemente “valdría la pena proponer una idea fresca que ubique a la escuela pública como una empresa en búsqueda de personal cualificado y con la finalidad de gestionar la calidad educativa”.
Entiende como empresa a la idea que expresa la filosofía de gestión, “que permite una solución racional al problema o a la satisfacción de la necesidad de distribuir la riqueza generada por sus procesos productivos y los individuos involucrados”.
Por tanto, coincidiendo con GarciamaloNuñez, “la Escuela como Empresa de Servicios Educativos se entenderá como el organismo que coordina la vinculación y adecuación de planes y programas a las condiciones socioeconómicas de la población educativa, para conseguir mediante el uso de los medios adecuados, la capacitación y formación de Capital Humano a favor de la comunidad en la generación de beneficios”.
Así la entidad propietaria de una escuela, que puede ser un particular o el Estado, es la que concreta la misión para alcanzar los resultados, reconociendo las dificultades e importancia de la actividad de los directivos, docentes y no docentes, padres de familia, comunidad y alumnos de manera muy especial.
Por esta razón la Escuela como Empresa de Servicios Educativos se incorpora con dinamismo, en sintonía con la demanda social en continua evolución, a diferencia del modelo estático tradicional (cumplir planes y programas). “Este dinamismo se expresa mediante una actividad constante, basada en un espíritu emprendedor (creativo, innovador, efectivo, relevante, pertinente y equitativo) capaz de provocar cambios sin traumas ni temores”, como señala el autor mexicano.
Coincidiendo con dicho autor, el Factor Humano es el elemento que opera eficientemente como un artífice y un creador y no solo como un hacedor o ejecutor de planes y programas, es decir, la persona que busca la máxima expansión posible de los beneficios de la actividad escolar, que sitúa la Calidad en el centro del sistema de valores que inspiran y orientan todas sus actividades, el resultado será una evolución de la cultura de la Escuela como Empresa hacia una forma de entender y de hacer la calidad, la cual será considerada no como una competencia funcional sino como una manera de ser de las personas y de la propia comunidad educativa.
La definición de Escuela como Empresa de Servicios Educativos es por tanto una actividad organizada para lograr beneficios y bienestar para la comunidad, mediante la formación de Capital Humano a través de una organización flexible de planes y programas, orientados a la satisfacción del usuario-beneficiario, todo ello alcanzable por medio de la aplicación sistemática de los valores, principios y metodologías propias de la Calidad Educativa.
Los Principios de la Escuela como Empresa
El alumno representa el centro del sistema educativo. Se transforma para producir bienes y servicios que consume para satisfacer sus necesidades particulares y de la sociedad en la que se desarrolla.
El sistema educativo tiene su razón de ser y de hacer en función del hombre y de la sociedad con la que se vincula.
La Escuela como Empresa se justifica cuando produce Capital Humano, que eleva la calidad de vida de las comunidades.
El fin de la Escuela como Empresa es el desarrollo y la generación de beneficios que resultan de la formación de ese Capital Humano.
La Escuela como Empresa debe actuar principalmente para asegurar su continuidad, en el marco de su función social, para la satisfacción de la sociedad que se obtendrá con alguno de los siguientes factores esenciales:
- Formar y capacitar permanente de directores, docentes y no docentes;
- Dinamizar la adecuación de planes y programas al contexto socioeconómico, político y cultural comunitario;
- Dotar de medios que permitan el desarrollo equitativo y su aplicación en proyectos escolares avalados y justificados por expertos;
- Evitar la mala utilización de los recursos revisando y actualizando la estructura burocrática organizacional;
- Revisar el nivel de satisfacción de la sociedad y del mercado laboral sabiendo que la demanda de capital humano evoluciona permanentemente;
- Incluir en el diseño curricular temas, actividades y contenidos que permitan el desarrollo de habilidades relacionadas con el diseño y gestión de proyectos de desarrollo educativo y social;
- Establecer pautas que fijen un escalafón por méritos, formación y desempeño, impulsando la carrera de docentes y no docentes y la actualización obligatoria y permanente para el ejercicio profesional;
- Garantizar la participación social en la tarea educativa y el trabajo en equipo que posibilite el mejor empleo de las capacidades intelectuales, la expresión de la profesionalidad y creatividad a través de una autonomía de decisión suficiente;
- Permitir la capitalización del ingenio mediante la formación continua y un sistema eficiente de comunicación, capaz de transmitir la información necesaria para garantizar la perfecta funcionalidad, basado sobre el lenguaje común y la gestión de datos significativos.
Estos factores posibilitarán atender las finalidades económicas y sociales tanto internas como externas, ya que la institución educativa está inserta en la sociedad a la que sirve y no puede permanecer ajena a ella, existiendo una interdependencia inevitable. Por eso las finalidades económicas y sociales están indisolublemente ligadas entre sí y se debe tratar de alcanzar unas, sin detrimento o aplazamiento de las otras. Esto es lo que conocemos como responsabilidad social empresarial. Por ello el rol que la empresa educativa tiene para con la comunidad va más allá del mero desarrollo de programas, sino que también implica el asumir compromisos con los grupos de interés para solucionar problemas de la sociedad, iniciando esa tarea desde la concepción misma del niño en una tarea conjunta con la familia, su entorno y la sociedad que los contiene.
Transformación en empresas de servicios educativos
Una vez definido el concepto de empresa educativa, intentaremos responder porque a nuestro entender es imprescindible transformar a las escuelas en empresas educativas.
El mundo actual se caracteriza por rápidos cambios, muchos de ellos paradójicos y complejos, pero todos ellos tienen como fundamento cierto la educación y la cultura, entendidas como fundamentos y proyecciones.
Por esta causa, en un contexto donde Argentina tiene problemas económicos estructurales que se manifiestan en problemas financieros, las organizaciones escolares cada vez tienen mayor necesidad de enfocar soluciones y cambios de un modo creativo e innovador.
Sin embargo, tal como puede apreciarse en algunos indicadores siguientes que son resumen de estudios realizados en Posadas (Misiones), Corrientes (capital), Resistencia (Chaco) y Paraná (Entre Ríos), las organizaciones muestran que, si bien los directivos y representantes legales muestran convicción por seguir este camino, los resultados encontrados indican que tal compromiso solamente queda en las palabras.
Esa es una de las razones por la cual se estima imprescindible transformar a las escuelas en empresas de servicios educativos, adoptando formas de administración que atiendan maneras eficientes, que permitan disminuir las erogaciones improductivas y, especialmente, que mejoren el “producto final” que son, ni más ni menos, que alumnos adecuadamente preparados para enfrentar una realidad donde el conocimiento es base para el desarrollo personal y de la sociedad toda, pero iniciando dicho proceso desde el comienzo de la vida y sin perder tres, cuatro o cinco años que son, justamente, los más fructíferos y adecuados en el proceso educativo.
Algunos indicadores
Tomando como base las 550 consultas formuladas a directivos de instituciones de educación pública de gestión privada (exclusivamente), se obtuvieron algunos resultados que podrían tomarse como indicativos para el análisis que se desea realizar y que muestran una tendencia en la opinión de quienes conducen ese sector de la educación.
En primer lugar, el 95 por ciento de los consultados dijeron que la ubicación del instituto era la adecuada, informando asimismo en el 80 por ciento de los casos que en los últimos tres años se realizaron visitas a otras instituciones referidas a trabajos en conjunto a la vez que el 70 por ciento de los consultados dijeron conocer adecuadamente la normativa vigente en el sector de la educación argentina y provincial en cada caso.
A la vez el 73 por ciento de los consultados indicaron que realizaban la administración con recursos propios, sin ninguna intervención o consultas a agentes externos a la organización.
Este panorama adquiere gravedad cuando más del 60 por ciento indicaron que jamás realizaban auditorías internas que permitan determinar con claridad la marcha de la organización, aspecto que necesariamente debe contrastarse con que el 75 por ciento manifestaron que los más graves problemas se presentaban en las áreas relacionadas con la administración y las finanzas, indicando una situación que muestra con claridad la necesidad de modificar el enfoque de la conducción y administración de las entidades de educación.
Pero la problemática se agrava al considerar que el 93 por ciento de los encuestados dijeron que no realizan estudios de calidad educativa con el concurso de organizaciones externas a la entidad, en tanto que el 12 por ciento afirmaron haber realizado estudios de calidad con profesionales pertenecientes a la entidad.
Con relación a la vinculación con el mundo del trabajo productivo, la información proporcionada por las autoridades institucionales muestra el aislamiento del sistema educativo, ya que el 66 por ciento indicó que nunca se habían relacionado con organizaciones empresarias, no habían realizado pasantías ni cualquier otra actividad que permitiera acciones conjuntas entre escuela y el mundo laboral. Pero, más grave aún, el 89 por ciento opinó que no existe ninguna relación entre las instituciones educativas de su zona con empresas de esa región, marcando nuevamente el aislamiento que es imprescindible corregir con modificaciones profundas a la administración de la educación.
Por las causas apuntadas y otras que se vinculan – aunque parezca insólito a primera vista – a la física cuántica y su relación con la educación desde la concepción que se desarrollan en capítulos más adelante, la propuesta de este libro abarca sintéticamente, además de la transformación de las escuelas en empresas de servicios educativos, en la transformación del sistema educativo provincial y nacional para permitir un adecuado empleo de los recursos, administrando el sistema mediante pautas presupuestarias descentralizadoras y evitándose la continuidad de lineamientos perversos. Esto no implica dejar de lado a las escuelas sin recursos, sino agruparlas de tal manera que puedan administrarse eficaz y eficientemente y con los recursos necesarios por parte del Estado que no renuncia en ningún momento a su deber de educar.
Es obvia entonces la necesidad, como parte de la aplicación de esta formulación, realizar un diagnóstico completo sobre las distintas formas de gestión y financiamiento de las escuelas, para diseñar formas de apoyo técnico y pedagógico, siempre teniendo presente que la educación se inicia desde la gestación del niño y necesita la activa y decidida participación de la madre, la familia, la sociedad y la comunidad.
Se tiene asimismo en consideración el desafío que representa la Ley Nacional de Educación y las pautas fijadas por el nuevo código con el concepto de capacidad progresiva, la participación de la sociedad y la búsqueda permanente de la calidad educativa, con sistemas y estructuras que la acompañen con eficiencia y eficacia. Su correcta aplicación permite la descentralización de las instituciones con un fuerte énfasis en la autonomía de las unidades escolares, garantizando la formación desde el inicio de la vida, ya que gracias a los avances y estudios se conoce que desde muy temprano en su evolución en el vientre de su madre, el niño genera ideas propias.
Es en ese contexto global que debe remarcarse que la descentralización y la autonomía escolar determinan acotar las erogaciones (presupuesto por unidades escolares), disminución de la burocracia y el control directo de la calidad educativa por parte de la sociedad.
Plan general
En un plan general estratégico, cuyo objetivo es lograr la calidad educativa en un mundo donde el conocimiento es la clave del éxito, se deben aceptar medidas coyunturales (detalladas como urgentes y de corto plazo) destinadas a comenzar la orientación del sistema hacia el objetivo propuesto.
La justificación de las mismas es defendible frente a la opinión pública, especialmente teniendo en cuenta que esos gastos innecesarios son afrontados mediante fondos provenientes del bolsillo del contribuyente. Es el caso, por ejemplo, de las acciones que tiendan a la recuperación de docentes que se encuentran fuera de sus funciones y ámbitos naturales y que cargan ficticiamente el presupuesto educativo – cuando la erogación se produce en otras reparticiones – u otras relacionadas con la eliminación de suplentes innecesarios, que finalmente atacan el bolsillo de quienes verdaderamente trabajan.
En este contexto es prioritario modificar toda la legislación de fondo, reorientándola al cumplimiento de los objetivos antedichos. No obstante, previo a ello se debe instalar un escenario en el cual se induzca a la negociación de corto plazo con la opinión de todos los actores del sistema.
Este escenario, detallado en el cronograma adjunto, permite además instalar reglas de juego intermedias que indefectiblemente encauzan el accionar hacia los objetivos propuestos.
Las medidas de mediano y largo aplazo son estructurales, en el sentido que apuntan a la transformación mencionada, y básicamente – siendo el presente un listado que no agota las posibilidades – deben producir los siguientes resultados:
- Calidad educativa.
- Autonomía escolar.
- Presupuestos por Unidades Escolares, con control no solo por parte del Estado sino también por la sociedad en forma directa.
- Estructuras burocráticas reducidas.
- Mejora de los ingresos del docente.
- Control del sistema.
- Eliminación de gastos improductivos.
- Racionalización de la inversión.
El fin del modelo
En el marco mencionado es importante estudiar el paradigma actual que está siendo reemplazado por uno nuevo, por cuya causa es imprescindible encontrar una escuela diferente.
Es importante entonces particularizar aspectos vinculados al sistema educativo. Tal como expresara Antonio Salonia, “en tiempos de crisis como la que se vive hoy en el país, es oportuno plantearse temas de fondo, analizarlos y procurar asumirlos. Sin embargo, por lo regular, no se avanza más allá de las palabras y la buena intención de comprenderlas, no se llega concretamente a los hechos y los procesos de realización que, sin duda, tendrían auténtica significación social y política”, que esperemos no acaezca con las propuestas incluidas en este trabajo.
Remarquemos dos cuestiones relevantes: la real federalización política, técnica y curricular de los servicios educativos y la organización institucional de la participación social en los ámbitos de la educación con el objeto de que se transforme en el centro de la construcción del nuevo modelo nacional. Estos aspectos conforman la génesis de los cambios que actualmente se están gestando.
En lo general, el país adhiere a esas propuestas que en muchas ocasiones son contrapuestas con las corrientes de la economía. En este punto se debe tener presente que las primeras transferencias de escuelas se hicieron durante el gobierno de Arturo Frondizi y el traspaso se completó en la presidencia de Carlos Menem. Como dijéramos, este proceso fue resistido por los “elencos estables” de la administración nacional, y también de muchas provincias, no obstante, la Ley de Transferencias (de 1991) y los compromisos que incluía respecto de partidas presupuestarias que se trasladaban a las jurisdicciones, y otros temas que legítimamente provocaban desconfianza en cuanto a la posibilidad de incumplimiento por parte de la Nación. Pero realizadas en definitiva las transferencias, no desapareció del todo el antiguo centralismo, ni todas las provincias asumieron decidida y eficazmente sus nuevas responsabilidades.
En realidad, este proceso es el primer paso formal de un cambio profundo de transformación en el cual todavía el Ministerio de Educación de la Nación arrastra su vocación paternalista y hace lo necesario, para seguir “sirviendo” a las provincias con sus documentos, sus propuestas curriculares y su intermitente asistencia técnica.
Con el sistema descentralizado que formalmente tiene ahora el país, debió ser más lo que se destinó a los servicios provinciales desde la Nación, en especial a sus equipos técnicos (para nutrirlos y elevar su calidad), a la organización de sus direcciones de enseñanza y a sus arsenales tecnológicos, de modo que pudieran ser más modernos y funcionales.
Se destinaron demasiados recursos para que la Nación continuara “ayudando” a las provincias, y recursos escasos para que se pudiera ejercer a pleno y con idoneidad el federalismo educativo desde las jurisdicciones y a partir de ese punto iniciar la tarea que ahora se propone de estructurar escuelas como empresas de servicios educativos para que, con autonomía económica y financiera, sirvan como base para encontrar el nuevo paradigma que Argentina necesita y, de esa manera, dando respuesta a su Responsabilidad Social, “contribuyan al desarrollo humano sostenible, a través del compromiso y confianza con sus estudiantes, colaboradores y familias, la sociedad en general y la comunidad local en búsqueda de mejorar su capital social y calidad de vida” .
Se trata de institucionalizar el compartido protagonismo democrático y constructivo de la sociedad en la educación, comenzando por la familia y los docentes, y abierto a las organizaciones sociales, políticas y culturales que están incluidas en el deber de actualización y cambio, en el relevamiento de demandas y expectativas, y en el enriquecimiento de los currículos; en síntesis, en la necesaria función de tender puentes de ida y vuelta con la realidad y con la dinámica social.
En diversas instancias y en múltiples oportunidades, las definiciones, los aportes y las demandas de padres, educadores y representantes de la realidad social y las actividades comunitarias deben funcionar como factores positivos de la necesaria inserción de la escuela en su medio y en su tiempo histórico, como elementos claves para superar el estadio actual y encontrar un nuevo panorama que permita construir un modelo de desarrollo nacional.
Desde el nivel más alto de las decisiones sobre fines y orientaciones generales hasta el de la gestión escolar y el acontecer cotidiano incidiendo en la vida de la escuela, la participación social en la educación ha de comprenderse y asumirse en el contexto de una política genuina y profundamente democrática.
La participación y la corresponsabilidad de los sectores sociales tienen que institucionalizarse. Han de fijarse normas, definirse competencias y límites, crease espacios y mecanismos que posibiliten la participación para crecer y para elevar siempre más la calidad, la pertinencia y los logros de la educación.
Pero todo parece indicar que también en esto nos quedamos en enunciados y en consignas tiradas al aire. La pregunta es entonces: ¿faltan también madurez y coraje para encarar transformaciones que no sólo deberán verificarse en la organización y el funcionamiento de las escuelas? Dichas transformaciones han de ocurrir asimismo y sincrónicamente en las estructuras políticas y en los mecanismos de acción y del ejercicio de responsabilidades de los ciudadanos en el sistema democrático. La participación requiere, como es lógico, la cultura de la participación, las formas institucionales, los hábitos, la conciencia de los deberes, las idoneidades y los fervores.
Si no realizamos la tarea de construir de ese nuevo paradigma, las corrientes de la historia se encargarán de construir por nosotros.
*Guillermo Hassel, doctor y magister en administración, profesor, abogado, autor del libro “Organizar la Educación desde la concepción del niño”
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