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La mentira de Nayirah, el olvidado montaje en el Congreso de EEUU que justificó la guerra en Irak y la masacre de sus civiles

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Aunque la Guerra del Golfo, iniciada por el presidente de EEUU George H.W. Bush, técnicamente finalizó en febrero de 1991, la guerra de Estados Unidos contra Irak continuó durante décadas, primero en forma de devastadoras sanciones y luego, a partir de 2003, con la invasión liderada por su hijo, George W. Bush.

Pero lejos de basarse en justificaciones reales, las razones detrás del enfrentamiento yacen en oscuros movimientos que promovieron la posibilidad de la guerra, apoyados por una censura y propaganda que influenciaron la percepción pública y las decisiones políticas.

El Testimonio de Nayirah: cimentando la opinión pública

Un aspecto olvidado de la guerra de 1991 fue la extensa campaña de propaganda difundida en Estados Unidos antes de la invasión. Uno de los momentos más impactantes de esta campaña fue el testimonio de Nayirah al Sabah, una joven kuwaití de 15 años que declaró ante el Congreso de Estados Unidos en octubre de 1990. En su testimonio, Nayirah relató horrores vividos en Kuwait tras la invasión iraquí, incluyendo la matanza de bebés en hospitales. Este testimonio fue ampliamente difundido y utilizado para justificar la guerra.

Resultó que las declaraciones de Nayirah eran falsas y parte de una campaña de desinformación. Ella era la hija del embajador de Kuwait en Estados Unidos y había sido entrenada por una empresa de relaciones públicas contratada por el Gobierno de Kuwait. Esta estratagema pretendía pintar a Saddam Hussein como un nuevo Adolf Hitler para ganar el apoyo público a la guerra.

Manipulación de la opinión pública y el Congreso

La manipulación de la opinión pública fue esencial para obtener la aprobación del Congreso de Estados Unidos para la guerra. En un momento en que el recuerdo de la Guerra de Vietnam y la desconfianza hacia el Gobierno estaban frescos en la memoria de los estadounidenses, la Administración Bush necesitaba convencer a la gente de la necesidad de la acción militar.

El Congreso estaba dividido sobre la autorización de la guerra, con muchos legisladores recordando las lecciones amargas de Vietnam. Sin embargo, la historia de Nayirah y la representación de Saddam Hussein como un asesino de bebés influyeron en la opinión pública y llevaron a la aprobación de la resolución para la Guerra del Golfo.

El papel de los medios de comunicación estadounidenses y la censura

El Gobierno de George H.W. Bush implementó un control de la información sin precedentes durante la Guerra del Golfo. Los periodistas se vieron obligados a operar bajo estrictas restricciones de censura y se les enviaba al frente de batalla en grupos controlados por el Pentágono. Las imágenes de la guerra fueron cuidadosamente seleccionadas y presentadas al público para promover la imagen de una guerra limpia y efectiva.

A pesar de las limitaciones, algunos periodistas, como John Martin y Chris Hedges, intentaron hacer un trabajo independiente. Sin embargo, la mayoría de los medios de comunicación aceptaron acatar los protocolos de censura y mostraron una imagen distorsionada de la guerra, a veces influenciados por intereses económicos difícilmente enfrentables por personas normales.

El legado de la guerra de 1991

La Guerra de 1991 bajo la Administración de George H.W. Bush dejó un legado duradero en la política exterior de Estados Unidos. La presencia continua de soldados y contratistas militares en Irak es una consecuencia directa de esa guerra. Además, la manipulación de la opinión pública y la censura de los medios de comunicación en la Guerra del Golfo establecieron un peligroso precedente en la relación entre el Gobierno y los medios de comunicación en tiempos de conflicto.

La manipulación de la opinión pública no solo justificó una guerra controvertida, sino que también sentó las bases para futuras campañas de desinformación y censura. En un mundo donde las «noticias falsas» y la desinformación son una preocupación constante, nunca sobra recordar el pasado para salvaguardar el futuro de un periodismo honesto y una ciudadanía informada.

(Con información de Democracy Now)

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