El jueves se conocieron los datos oficiales de las PASO. Javier Milei perdió algunas décimas con relación a los resultados provisorios y Sergio Massa tuvo algunas décimas más, todo muy a tono con el escenario de paridad entre los tres frentes que se venía pronosticando desde hace meses. Sin embargo esa paridad es un poco mentirosa, porque de los casi 29 puntos que obtuvo Juntos por el Cambio solo 17 correspondieron a Patricia Bullrich y los 11 y pico restantes fueron de Horacio Rodríguez Larreta en las PASO y ahora son una incógnita.
Ese voto opositor moderado que en las primarias eligió al jefe de gobierno porteño es el objetivo al que apuntan los tres que quedaron en carrera. Para Bullrich la situación es un poco más compleja, porque si modera su discurso corre el riesgo de perder a los votantes del ala dura del PRO que miran con creciente cariño a Milei, alimentado por las repetidas muestras de buena sintonía que le prodiga Mauricio Macri.
Años de militancia anarco capitalista de alto perfil aseguran al libertario el voto de quienes ven en la extrema derecha una alternativa de solución a los problemas que el peronismo de centro izquierda no consiguió resolver. Con ese nicho asegurado, ahora va por el opositor de centro, el que eligió a Larreta en agosto.
Pero como la moderación no es un atributo que le surja naturalmente, crecieron en exposición mediática los integrantes más conocidos de su equipo de asesores. Roque Fernández, Diana Mondino, Darío Epstein, Carlos Rodríguez o Emilio Ocampo, se encargan de bajarle el precio a las propuestas más extremas que Milei viene vociferando desde incluso antes de su ingreso formal a la vida política.
En el tren de bajarle temperatura a sus propios dichos y a riesgo de desorientar a sus acólitos, el candidato de La Libertad Avanza se reunió en los últimos días con altos representantes de lo que él mismo define como “la mafia sindical”. Uno de ellos fue el secretario general del gremio de los trabajadores de la construcción, Gerardo Martínez, quien salió de la reunión asegurando que el libertario no pretendía hacer la reforma laboral que el mismo Milei viene reclamando hace años.
Pero así como Bullrich expone sus inconsistencias cada vez que debe hablar de economía, Milei roza lo insólito cuando le toca hablar de cualquier tema que no sea estrictamente económico.
Pero así como Bullrich expone sus inconsistencias cada vez que debe hablar de economía, Milei roza lo insólito cuando le toca hablar de cualquier tema que no sea estrictamente económico.
El problema del libertario es que intenta aplicar a todos los temas el único marco teórico que parece manejar. Entiende de mercados, eso lo lleva a pensar que todo es pasible de poseído para luego ser comprado y vendido de acuerdo a las reglas de mercado. Esa confusión lo llevó en el pasado a mostrarse de acuerdo con la compra-venta de órganos y ayer, a proponer la privatización de ríos y arroyos.
En el cierre del Congreso Económico Argentino en La Rural, Milei dijo que una empresa “puede contaminar el río todo lo que quiera”, según el libertario eso ocurre porque los cursos de agua no son de propiedad privada y el agua que fluye no es un bien transable con valor económico, cuestión que se resolvería privatizando ríos y arroyos.
Milei solo entiende de propiedad privada y de bienes con valor de mercado, no concibe que un recurso pueda ser considerado como un patrimonio colectivo y protegido por el Estado bajo esa condición. Está convencido que solamente la propiedad privada debe ser amparada y protegida y no es capaz de percibir otro valor que el económico.
El peso de la gestión
El escenario que dejaron las PASO es el más propicio para Sergio Massa, pero solo con eso no alcanza, además deberá encontrar la manera de generar expectativas de mejora en la economía que sean perceptibles al bolsillo del votante de a pie.
En el camino quedó Rodríguez Larreta, que era el candidato que le disputaba el electorado moderado de centro, ese que se espanta con Cristina pero que no está dispuesto a dar un salto al vacío con Milei o -en menor medida- Bullrich.
El testeo de las PASO lo encontró con un volumen de votos que no resultó suficiente para ganar en esa inútil elección, pero sí para perfilarse con buenas posibilidades de ingresar a un eventual balotaje en el que enfrentaría a Milei, el candidato que mejor le sienta.
Con Milei y Bullrich disputándose los votos de la derecha y de la extrema derecha, le queda un espectro amplio para crecer. Pero la desventaja que tiene frente a sus competidores es que le toca gobernar en una coyuntura extremadamente complicada.
Atado por el crédito inaudito que obtuvo Mauricio Macri del FMI para financiar la fuga de capitales, a Massa no le queda otra que ceñirse al impopular, recesivo e inflacionario programa del organismo internacional para evitar el vacío del default.
La pandemia, la guerra y la sequía resultaron una sucesión de calamidades demasiado intensa para la endeble economía nacional. Los numerosos errores no forzados de la errática gestión de Alberto Fernández hicieron el resto para que el gobierno del Frente de Todos llegara a su final con una inflación que acelera por encima del 120% anual, reservas agotadas y un horizonte de alta incertidumbre para el tipo de cambio.
Sin panes ni peces para repartir, Massa busca mostrarse como el más capacitado de los tres para gestionar la crisis sin provocar un caos. Aprovecha las referencias a un hipotético futuro distópico que le regala Milei cuando habla con naturalidad de la venta de órganos o la privatización de los ríos.
En ese lugar se hace fuerte porque ya supo lidiar con una situación que parecía destinada a la catástrofe y lo hizo con aplomo y profesionalismo, algo que no abunda entre sus principales contrincantes. Pero nada de eso no lo exime de los desafíos de una gestión imposibilitada de ofrecer resultados en el corto plazo.
La devaluación post PASO que impuso el FMI recalentó la inflación y las demoradas medidas adoptadas para compensar ese efecto resultaron insuficientes y generaron ruidos con los mismos gobernadores que habían respaldado su candidatura.
El ministro de Economía anunció un bono de 60 mil pesos para trabajadores de la administración pública nacional y para los privados, además “invitó” a las provincias y municipios a extender ese beneficio a sus empleados.
El asunto es que el ministro de Interior y ausente jefe de campaña de Massa, Eduardo “Wado” De Pedro, no tuvo la delicadeza de consultar previamente a los mandatarios provinciales que recibieron con sorpresa y no mucho agrado la invitación que les hacía el titular de Hacienda.
El resultado fue que las principales cámaras empresariales y catorce provincias se negaron a pagar el bono anunciado por Massa, lo que dejó al candidato de Unión por la Patria en una posición de debilidad política que podría haberse evitado.
Ni las provincias ni los privados se muestran dispuestos a pagar los costos de la devaluación que exige el FMI y que determinó que durante agosto el dólar oficial saltara 30%.
Bullrich en su laberinto
El escenario post Paso dejó a la candidata de Juntos por el Cambio en una posición incómoda y sus chances de llegar a un balotaje quedaron seriamente comprometidas.
No solo porque es la que menos votos obtuvo en las PASO entre los tres candidatos con posibilidades reales, sino porque la estrategia que aplicó para ganarle la interna a Larreta le terminó jugando en contra de cara a las generales.
Optó con confrontar contra el jefe de Gobierno porteño y mimetizarse con Milei para seducir al electorado libertario. Interna sangrienta mediante, consiguió restarle votos a Larreta, pero el operativo seducción tuvo efecto inverso y fueron los votantes más extremos de Bullrich los que terminaron eligiendo al candidato de LLA por efecto de proximidad.
Al quedar 12 puntos por detrás de Milei en las primarias terminó relegada como segunda opción frente a quienes pretenden un giro rotundo hacia la derecha y para el antiperonista visceral que se limita a votar al candidato que tenga más posibilidades de sacar del gobierno al oficialismo.
Las encuestas más recientes (como la que realizó la Facultad de Psicología de la UBA) revelan que Bullrich no solamente no consigue retener dentro de JxC a los que votaron a Larreta, sino que también sufre una sangría de sus propios votantes que ahora se inclinan por Milei.
Otra dificultad que enfrenta Bullrich es su insolvencia en asuntos relacionados a la economía. Es que ante la agudización de la crisis, la economía pasó de ser un eje importante de la campaña a convertirse en prácticamente el único tema en agenda.
Para lidiar con esa limitación, ahora sí la exministra de seguridad de Macri designó a un vocero que se convertiría en ministro de Economía de resultar electa presidente. Se trata de Carlos Melconian, un economista reconocido por su capacidad de hablar en términos muy comprensibles para los legos en la materia.
El economista de la Mediterránea debutó en su rol de candidato a ministro con una serie de declaraciones orientadas a exponer las inconsistencias de las propuestas de Milei.
Consideró que el libertario llevaría al país a un nuevo Plan Bonex o traería de vuelta al nefasto corralito. “Estoy escuchando y para lo que querés hacer necesitás, o licuación o Plan Bonex o corralito, y los dos brillantes profesores que tuve, señores Carlos Rodriguez y Roque Fernández, tienen clarito lo que estoy diciendo”, dijo.
Melconian fue más allá y señaló sobre los ex funcionarios menemistas que son los principales asesores económicos de Milei: “No puedo decir, por un tema de respeto personal que les tengo, que se hacen los boludos, de ninguna manera porque son dos tipos brillantes, por eso blanqueemos acá”, insistió.
Sin mencionar al economista de la leonina melena, aseguró que en el que programa que llevaría delante de resultar electa Bullrich, “lo único que está prohibido es fantasear con teorías que son imposibles de poner en práctica”.
Escenario provincial
El panorama político nacional y las particularidades que muestra la provincia se conjugan para dar forma a un escenario claramente favorable al oficialista Frente Renovador de cara a las elecciones generales de octubre en las que se eligen diputados nacionales y senadores.
La crisis que atraviesa Juntos por el Cambio en todo el país y que en Misiones es todavía más profunda por las discrepancias entre sus principales referentes provinciales, no hace más que allanarle el camino a la renovación.
Con las listas de Larreta fuera de competencia, los radicales se quedaron sin candidatos en la boleta que competirá en octubre, con la excepción de Gustavo González quien encabeza la nómina de candidatos a parlamentarios del Mercosur.
Si como todo parece indicar, las presidenciales se terminan polarizando entre Massa y Milei, el Frente Renovador estará ante un panorama muy favorable, porque su boleta irá adherida a la de Massa, mientras que Milei va con boleta corta.
Pero a diferencia de lo que ocurre con Massa a escala nacional, que los resultados de su gestión juegan en contra de sus chances electorales, para la renovación de Misiones la gestión es un argumento muy sólido que potencia sus posibilidades en las urnas.
Decir que la provincia es ajena a una severa crisis que azota a todo el país sería irreal. Sin embargo, resulta notorio que en Misiones la situación es muy distinta a la del resto del país.
Gracias al ingreso constante de divisas que traen brasileños y paraguayos atraídos por el tipo de cambio favorable y por la buena oferta de productos y servicios que encuentran en la provincia.
Pero también gracias a políticas concretas que dispuso el Gobierno provincial para enfrentar anteriores procesos de crisis que atravesó el país y que se sostuvieron gracias a gestiones atentas e insistentes.
Como los programas Ahora Misiones que convirtieron a los misioneros a los únicos habitantes de Argentina que pueden comprar en hasta 24 cuotas sin intereses y con reintegros, cuando en el resto del país las tasas anuales de interés no bajan de los 100 puntos.
O la política del Gobierno provincial de mantener las paritarias abiertas con actualizaciones salariales cada dos o tres meses, lo que evita que se acumule atraso salarial.
El sector privado hace lo suyo generando empleo, lo que llevó a que en junio se supere la marca de los 109 mil trabajadores registrados, de acuerdo a datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.
Esta conjunción de factores se refleja en las encuestas de intención de voto. Las últimas dos mediciones indican que crecen las candidaturas de Carlos Arce y Colo Vancsik como candidatos a senador y a diputado nacional. La tendencia muestra a un electorado con mayor inclinación a repetir los resultados de mayo pasado, cuando Hugo Passalacqua resultó electo gobernador por amplio margen.
De la mano del crecimiento de la renovación crece en Misiones Sergio Massa y baja la intención de voto de Patricia Bullrich.
Pero las encuestas muestran que el oficialismo provincial también está captando votantes que en las PASO eligieron a Milei para presidente y votaron en blanco a senadores y diputados. Los mismos que piden un cambio rotundo a escala nacional, cuando votan a nivel nacional, prefieren continuar con el modelo actual que aporta previsibilidad.
Sectores políticos que jugaron con otros candidatos presidenciales como Schiaretti, Grabois, la izquierda, que no alcanzaron los votos suficientes para presentarse en octubre y ahora encuentran mayor afinidad en la oferta electoral que ofrece la renovación.
Por otro lado, en Juntos por el Cambio se especula que el porcentaje obtenido en las PASO podría bajar porque los radicales se quedaron sin candidatos y no están trabajando por la boleta de Martín Goerling. Algo parecido pasa con los sectores larretistas del PRO y del puertismo que quedaron heridos después de la derrota de su candidato.
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