A dos semanas de las PASO la economía volvió a marcar el pulso del debate de los candidatos y de la gestión del Gobierno nacional. El titular del Palacio de Hacienda y candidato mejor posicionado en Unión por la Patria enfrenta el desafío para nada sencillo de ir a elecciones en un año particularmente difícil para la economía argentina marcado por una sequía que privó al país de alrededor de 20 mil millones de dólares por exportaciones del agro.
Su principal argumento de campaña es una gestión activa que atiende varios frentes al mismo tiempo y sus aliados más efectivos e inesperados demostraron ser los candidatos opositores, que en su afán por prometer soluciones rápidas para los severos problemas estructurales que arrastra desde hace décadas la economía nacional, terminan empantanados en propuestas que ya fueron transitadas con estrepitoso fracaso.
Uno de los problemas recurrentes que tiene el país es la falta de divisas, algo que en los últimos dos años se agudizó. Primero porque el aumento en los precios del petróleo y sus derivados como consecuencia de la guerra en Ucrania obligó a gastar muchos dólares para cubrir el déficit energético y luego por una sequía que recortó severamente los ingresos por exportaciones.
Frente a este panorama, el Gobierno nacional se afirma en el control del mercado de cambios para administrar la escasez. La alternativa sería una megadevaluación con los consabidos efectos colaterales en los precios y la pobreza.
El cepo permite llevar adelante una devaluación controlada que procura hacer equilibrio entre la necesidad de evitar una disparada del tipo de cambio y la de actualizar el dólar que reciben los exportadores para que el atraso cambiario no afecte aún más las ventas al exterior.
En ese juego de sintonía fina, Massa anunció una serie de medidas: aumentó el dólar ahorro (lo equiparó al que rige para gastos con tarjeta) y la cotización para la importación de bienes y servicios con una lista de excepciones e hizo lo propio con el tipo de cambio que reciben los que exportan bajo el régimen del dólar agro, que pasó de 300 a 340 pesos.
Además eliminó las retenciones a las exportaciones de las economías regionales que todavía las pagaban, un reclamo reiterado por el Gobierno y el sector privado de Misiones ya que las ventas al exterior de madera y tabaco estaban gravadas con ese impuesto.
Para los exportadores de la provincia, la quita de las retenciones implica una necesaria mejora en las condiciones de competitividad que, acompañada por un tipo de cambio acorde, servirá para incrementar las ventas al exterior y con ellas la producción y el empleo.
Recetas conocidas
Los anuncios del ministro de Economía sentaron las bases para que los candidatos opositores salieran a prometer el fin del cepo y la rápida liberación del mercado cambiario, camino que ya practicó Mauricio Macri con un resultado nefasto que al país le costará décadas superar.
Al igual que lo hacen ahora Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, Macri prometió en su campaña de 2015 eliminar el cepo al dólar. Aseguraba que para él era algo muy fácil de hacer y que los resultados serían extraordinarios.
En diciembre de 2015 el por entonces flamante presidente liberó el sistema cambiario. El dólar saltó de 9 y pico a 15 pesos, lo que hizo que en 2016 la inflación pasara del parámetro de los 25 a 30 puntos a superar el 60%. Para evitar que el dólar siguiera alimentando a la inflación buscó pisar el tipo de cambio aumentando tasas de interés y saliendo a vender dólares de las reservas.
La suba de intereses atrajo a capitales golondrina que llegaron en tropel a practicar el carry trade (meter dólares al país para aprovechar las tasas y después sacarlos con ganancias enormes) y las millonarias intervenciones del Central en el mercado cambiario obligaron al Gobierno a tomar deuda de manera desbocada.
Argentina se convirtió en la meca de la timba financiera, en un casino generoso en el que la banca siempre perdía y el apostador indefectiblemente salía con los bolsillos repletos de dólares.
Argentina se convirtió en la meca de la timba financiera, en un casino generoso en el que la banca siempre perdía y el apostador indefectiblemente salía con los bolsillos repletos de dólares.
El castillo de naipes aguantó en pie hasta principios de 2018, cuando al país se le cerraron todas las ventanillas de crédito, la volatilidad financiera se volvió extrema y hubo que recurrir al prestamista de última instancia, el FMI.
La industria nacional atravesó un proceso de desmantelamiento, el negocio era comprar afuera con los dólares que entraban de prestado. Misiones lo sufrió particularmente en la frontera, que siempre estaba colapsada por personas que llegaban desde todos los puntos de la provincia para hacer sus compras en Paraguay o en Brasil.
Para financiar el festival del dólar libre, durante la presidencia de Macri el endeudamiento externo del país nominado en moneda extranjera aumentó en más de 100 mil millones de dólares, 55 mil millones de los cuales estaban comprometidos en un acuerdo impagable con el FMI.
Ninguno de esos dólares quedó dentro del país, se fueron todos en una descomunal fuga de capitales. Lo que sí quedó fue una deuda que comprometerá las posibilidades de desarrollo de varias generaciones de argentinos.
El fracaso fue asumido de manera muy ocurrente por el economista Carlos Melconian, amigo de Macri y funcionario de su gobierno, cuando en 2019 definió al tipo de cambio libre y flotante “como una Ferrari que a todos nos gustaría tener, pero para andar por los pozos lo que necesitás es una chata”.
A ese modelo que hizo agua con Macri es al que proponen volver Larreta, Bullrich y Milei, con la diferencia de que ahora las posibilidades de un rápido colapso son mucho mayores porque el país tiene un nivel de endeudamiento muchísimo mayor al que tenía en 2015, una inflación más alta y menos reservas.
A lo que apuestan estos candidatos es a seducir a la clase media prometiéndole que le van a devolver el derecho humano fundamental de poder comprar dólares sin ninguna restricción.
En el tren de reavivar la ilusión de la vuelta del “deme dos” Patricia Bullrich volvió a cometer el error de ponerse a hablar de economía, algo que ya demostró que no está en condiciones de hacer, al menos no con un mínimo de solvencia.
Cuando le preguntaron a La Piba cómo pensaba hacerse del colchón de dólares necesario para levantar el cepo, no se le ocurrió mejor idea que decir que le iba a pedir plata al FMI, pero además cometió el suicido mediático de hablar de “blindaje” al referirse a ese supuesto financiamiento.
Para los que son muy chicos o no se acuerdan, la palabra blindaje está directamente asociada al financiamiento que obtuvo el gobierno de Fernando De la Rua cuando quiso hacer lo mismo que ahora propone Bullrich: sostener un sistema cambiario libre con dólares prestados.
En aquella oportunidad la cosa terminó en la peor crisis económica de la historia del país, algo que la candidata de Juntos por el Cambio debería recordar bien porque fue ministra de aquel ignominioso gobierno.
Dando una nueva muestra de armoniosa convivencia interna, el primero que salió al cruce de las infortunadas declaraciones de Bullrich fue su enemigo íntimo Rodríguez Larreta quien declaró: “el blindaje en nuestro país ya lo hizo De la Rúa y no vamos a repetir eso, seamos realistas”. “¿Cómo terminó De la Rúa después del blindaje? ¿Qué vamos a hacer? ¿Vamos a salir a pedir otro préstamo más al Fondo? ¿Esas son las soluciones?”, se preguntó.
El Bulldog Ricardo López Murphy, que también fue ministro de la Alianza y hoy juega en la interna de JxC del lado de Bullrich, le tiró un salvavidas de piedra a su candidata al inmolarse en defensa de De la Rua: “el país soportó estoicamente ese período de 1998 al 2001 con una presión externa enorme y ese esfuerzo que se hizo fue quizá incomprendido por parte de la población”. Agregó que “las medidas que se tomaron eran lo necesario para evitar lo que ocurrió luego, que fue una catástrofe” y consideró que “De la Rúa trató de preservar de la manera más honorable el funcionamiento de los poderes de la República”.
Otro halcón, Fernando Iglesias, entendió que no tenía mucho sentido defender a Bullrich de una declaración indefendible y prefirió atacar frontalmente a Larreta y le pegó donde más le duele: “Peor que el fracaso de De la Rúa es la muerte de (René) Favaloro”, disparó a través de su cuenta de Twitter.
En distintas oportunidades le achacaron al jefe de gobierno porteño una cuota de responsabilidad en el suicidio del prestigioso cardiólogo ocurrido en el año 2000. En su carta de despedida, Favaloro aseguraba que el PAMI le debía al instituto que lleva su nombre alrededor de 1.900.000 pesos/dólares y que los hubiera podido cobrar si hubiera aceptado los “retornos” que le pedían. En la misma carta denunciaba que “la corrupción imperante en el sistema que se ha ido incrementando en los últimos años”.
Mientras en inventor del By Pass escribía eso, el PAMI estaba bajo la intervención de un joven Horacio Rodríguez Larreta.
Ese antecedente es el que más incomoda al intendente porteño, porque lo vincula no solamente con el suicidio de uno de los argentinos más prominentes de la historia, sino también con un episodio de corrupción nunca juzgado, pero siempre recordado.
Pero como ellos mismos reconocen, por más que Bullrich y Larreta se crucen con munición pesada en el juego de las declaraciones de campaña, en el fondo defienden un proyecto común, al que cada uno intenta adornar con su propia impronta.
Y el proyecto que defienden es muy parecido al que ya intentó Macri y que incluye como elemento fundamental la completa liberación del mercado cambiario y el endeudamiento. Requisitos necesarios para que la especulación financiera pueda moverse a sus anchas y obtener ganancias enormes y rápidas.
Con eso le dejan la mesa servida a Sergio Massa, un liberal clásico que se diferencia de lo que propone la oposición planteando un modelo de desarrollo industrial y productivo. Argentina tiene que “hacerse fuerte con el trabajo y las exportaciones, no pidiendo plata prestada… El país está permanentemente teniendo que negociar con el FMI sus políticas renegociando su deuda producto de una decisión, a mi modo de ver, pésima del gobierno anterior de tomar 45 mil millones de dólares de deuda para financiar la salida de lo que era en ese momento era el carry trade de los fondos de inversión de Estados Unidos no es de por sí una cosa agradable, pero lo que tenemos que hacer es administrarlo”, declaró hace unos días en San Juan.
Fumata blanca
El ministro de Economía logró este viernes un alivio importante cuando el FMI anunció que había llegado a un acuerdo técnico con Argentina para reprogramar los desembolsos previstos para este año, un requisito fundamental para construir un puente financiero hasta fin de año, cuando vuelvan a entrar dólares frescos por exportaciones del agro, esta vez sin el torniquete de la sequía.
El entendimiento permitirá desembolsos a partir de agosto por u$s7.500 millones que posibilitará a la Argentina estar al día con sus compromisos ante el organismo.
Como resultado de una negociación dura que llevó más de diez semanas, el FMI accedió a que Argentina utilice los fondos para intervenir en el mercado de cambios, cuando esto resulte necesario para evitar corridas y el equipo de Economía se comprometió a sostener la pauta de 1,9% de déficit primario y recomponer reservas.
Invierno récord en Misiones
Con el fin de las vacaciones de invierno en todo el país, Misiones se presta a cerrar una temporada turística marcada por una gran afluencia de visitantes nacionales, algo que viene siendo habitual incluso en la cada vez más desnaturalizada temporada baja, pero con un importante crecimiento del turismo internacional y la llegada masiva de brasileños, paraguayos y uruguayos favorecidos por el tipo de cambio.
El comercio en ciudades de frontera exhibe niveles de actividad inusitados por el tránsito vecinal que llega de países limítrofes. En Encarnación el tránsito colapsa todos los días en la zona de acceso al puente por la enorme cantidad de paraguayos que intentan llegar a Posadas atraídos por sus precios más convenientes y la calidad de sus productos y servicios.
Especialmente teniendo en cuenta a las asimetrías de frontera, un factor siempre determinante para la economía provincial, es que a Misiones no le resulta indiferente que a escala nacional se aplique un modelo como el que impuso Macri, cuando la plata de los misioneros terminaba en Paraguay y Brasil, que se sostenga un modelo en el que los compradores y el dinero vienen desde los países vecinos hacia Misiones.
Desde el gobierno provincial argumentan que para que la Nación entienda la economía de frontera se necesitan diputados y senadores nacionales que defiendan el interés de la provincia y que “no sean obedientes a los frentes nacionales, como ocurrió con los opositores de Juntos por el Cambio que votaron en contra de la zona aduanera especial y del presupuesto nacional”.
Entienden que al no formar parte integral de un armado nacional, como sí lo hacen los candidatos de Juntos por el Cambio en Misiones, los integrantes de las listas del Frente Renovador, a saber Daniel “Colo” Vancsik y Yamila Ruiz para diputados y Carlos Arce y Sonia Rojas Decut para senadores, son los únicos que representan una opción que no será obediente al “centralismo porteño” sino que se plantará a defender los intereses provinciales. “Eso la gente lo sabe y por eso las encuestas los posicionan como la primera opción, por lejos, en la contienda del 13 de agosto”, afirman.
Los pituquitos de Recoleta
Peinados para la foto llegaron los precandidatos presidenciales de Juntos por el Cambio el domingo pasado a Córdoba Capital, preparados para la foto de un amplio triunfo que prometían las encuestas. Pero nada de eso pasó, el candidato cambiemita Rodrigo De Loredo perdió por una diferencia abultada y en la conferencia de prensa de la derrota compartió la amargura con Bullrich y Larreta a quienes les pidió disculpas por “hacerlos venir al pedo”.
Entusiasmado por la victoria de su pupilo Daniel Passerini que resultó electo intendente de la capital cordobesa, el actual intendente de esa ciudad y gobernador electo de la provincia mediterránea, Martín Llaryora, dijo que a los cordobeses “no va a venir ningún pituquito de la Recoleta a decirnos lo que tenemos que hacer”.
El resultado en La Docta encendió luces de alarma dentro de JxC, lo que hizo que los señalados como “pituquitos de la Recoleta” salieran a recorrer las provincias para fortalecer a sus candidatos.
Uno de ellos, Horacio Rodríguez Larreta, pasó el viernes por Posadas. Cayó en incongruencias como la de declararse férreo defensor del federalismo para luego prometer que de resultar electo presidente haría todo lo que estuviera a su alcance para modificar el sistema fiscal provincial que el votante misionero respaldó masivamente en las elecciones de mayo pasado.
Recorrió algunos bares del centro posadeño, intentó conectar con algunos transeúntes y con gente en algún bar céntrico, pero su falta de carisma se lo impidió, así como su inconfundible perfil de porteño, característica que no siempre cae bien del otro lado de la avenida General Paz.
Donde sí hizo promesas concretas fue en Corrientes, lugar que visitó tras su efímero paso por Misiones. “Mi primer compromiso de asumir como Presidente es que Yacyretá debe ser manejada por los correntinos, como corresponde”, dijo en una conferencia de prensa realizada en Ituzaingó, dejando en claro sus preferencias.
Pero más allá de lo que diga en sus discursos, cuando Larreta visita cualquier provincia le pesa la imagen centralista que se ganó por ejemplo con la disputa de los fondos federales para la creación de la Policía Metropolitana, cuando recurrió a la Justicia para que todo el país sigan financiando beneficios para los ciudadanos de la Capital, el distrito más rico y con mejores servicios del país, no justamente por su gestión sino porque la distribución centralista de los recursos nacionales siempre la benefició.
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