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“La pobreza y la indigencia hipotecan vidas”: dramática radiografía del Observatorio de la UCA y Cáritas sobre las desigualdades sociales

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Según la universidad, la pobreza en 2022 superó el 40% frente al 37,8% presentado por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Según informa la UCA, la pobreza alcanzó el 44,7% en 2020, bajando en 2021 con la reactivación de la economía (42,4%), pero creciendo nuevamente para el año pasado.

 

Según el Indec, que solo tiene en cuenta los ingresos para medir la pobreza, en 2020 la pobreza llegó al 38,8%, en 2021 bajó al 37,9% y en 2022 al 37,8%.

 

La presentación se realizó en la sede de Buenos Aires de la Pontificia Universidad Católica Argentina, y estuvo a cargo de Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA), quien junto a los investigadores Juan Ignacio Bonfiglio y Julieta Vera expusieron los principales resultados del informe.

Desde Cáritas Argentina, por su parte, estuvieron presentes Paula Porce, vicedirectora de Cáritas Argentina y directora de Cáritas Morón, junto a Mons. Gustavo Carrara, vicepresidente de Cáritas Argentina, obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario episcopal para la Pastoral en Villas de Emergencia, quienes aportaron su mirada sobre la actual realidad social y destacaron algunas acciones que Cáritas viene llevando adelante para dar respuestas integrales a las necesidades de los sectores más vulnerables.

Al presentar el informe estadístico en el contexto de la Colecta Anual de Cáritas, Agustín Salvia afirmó que estamos transitando situaciones de pobreza e inseguridad alimentaria, sobre las cuales hay que tomar nuevas y mejores medidas desde el punto de vista estratégico, para cambiar las condiciones de vida de la población argentina. Pero también debemos hacer algo frente a la urgencia y la emergencia de esta problemática, “por eso convocar a la solidaridad es también una forma de construir patria”, concluyó.

Al finalizar el informe técnico, Mons. Carrara destacó la importancia de tener números concretos para direccionar las políticas públicas, pero recordó que detrás de estos números hay personas, hay rostros, hay nombres, hay historias.

“Lo primero que quisiera subrayar es que la pobreza, y sobre todo la indigencia, trae sufrimiento en vidas concretas. La pobreza y la indigencia hipotecan vidas, rompen sueños y es una situación realmente dramática.”

“La mirada de Cáritas -explicó- es una mirada que busca integrar, que busca que los que más sufren sientan que la Iglesia es su familia. No queremos tratarlos como asistidos, sino que queremos mirarnos, encontrarnos y ayudarnos, es decir, tratarlos como hermanos. Nuestro sueño es que esa gente que `está tirada´ en la calle se pueda poner de pie, sea protagonista de su propia historia y aporte a la construcción de la patria. La pobreza y la indigencia es la verdadera brecha que tiene nuestro país”.

Luego, Paula Porce brindó un panorama de la acción que están realizando las comunidades de Cáritas en los territorios más vulnerables. Al respecto, destacó que “asumimos la asistencia alimentaria como un derecho de todas las personas y trabajamos para llegar de la mejor manera a cada hombre, a cada mujer. Realmente, nuestras comunidades son las mujeres y hombres de ese lugar, que se organizan para dar respuesta a una necesidad concreta”.

 

Porce puntualizó que “estamos asistiendo hoy, entre bolsones de alimentos y comida preparada a entre un millón y un millón y medio de personas, a través de parroquias, capillas, jardines, centros comunitarios. Estamos trabajando para que el menú tenga alto valor nutricional, instalaciones adecuadas y capacitamos para que se brinde una alimentación apropiada, pensando especialmente en el acompañamiento a la primera infancia. Queremos que estos espacios sean espacios de cuidado de la vida en general”.

 

La presentación fue cerrada por Mons. Carrara quien, tras agradecer la colaboración de la UCA, afirmó que “una manera de renovar la esperanza es a través de la Colecta Anual de Cáritas, que tiene como horizonte fortalecer la vida de la comunidad, para que cada barrio, cada localidad, cada provincia aporte lo suyo a la construcción de un país mejor que todos soñamos”.

 

Datos destacados sobre el informe

El informe recoge datos estadísticos entre 2010-2022, haciendo hincapié en el período 2017-2022, relevando no sólo los índices de pobreza e indigencia, sino también otras dimensiones relacionadas tales como el alcance de la cobertura de planes sociales, alimentación, la vivienda, servicios, empleo y seguridad social.

  • Pobreza

– Las evidencias confirman aumentos de la indigencia y pobreza en la fase 2017-2022. Actualmente, son las estrategias para la obtención de recursos que adoptan las familias y no la calidad de los empleos, ni la evolución de las remuneraciones los factores que logran atenuar la tendencia creciente de la indigencia y pobreza por ingresos.

– Los índices de indigencia en 2022 se ubicaron en el 8,1% y los de pobreza en el 43,1%, afectando con mayor fuerza a la población más vulnerable. Sin embargo, los nuevos pobres pre y post-pandemia provienen de las clases medias tradicionales no profesionales.

– En caso de ausencia de diferentes transferencias de ingresos (sin AUH, otros programas ni pensiones no contributivas) brindadas por el Estado nacional, dichos índices hubieran sido aún más graves. Sin estas ayudas, en 2022, la pobreza hubiera llegado al 50% y la indigencia al 19,6%.

Sin la asistencia que brinda el Estado en diferentes formas, la tasa de indigencia hubiese llegado al 19,6% y la de pobreza al 50.0% (2022)

 

  • Inseguridad alimentaria, vivienda y empleo

– La inseguridad alimentaria experimentó un incremento sostenido desde 2017, cuando alcanzó al 15,8% de la población, luego llegó a  un pico de 26,7% en plena pandemia y, en 2022, se ubicó en un 23,3%. Se incrementaron tanto las situaciones de privación severa como moderada, y de manera particular entre los estratos más vulnerables.

 

– Tanto la tenencia de una vivienda digna como el acceso a servicios básicos muestran tendencias algo más favorables, fundamentalmente en este último aspecto, fuertemente vinculado a la inversión pública. Los estratos marginales fueron los que, en términos relativos, tuvieron una mejor evolución. En relación al acceso a una vivienda digna, no se observan mejoras significativas según el estrato socioeconómico.

– En cuanto al empleo, el contexto de estancamiento económico y limitaciones de la economía, determina un sostenido incremento del déficit, en el acceso al empleo y la seguridad social.

– Las evidencias confirman un empeoramiento creciente de la inserción laboral de los hogares y de la población entre 2017 y 2019, a partir de lo cual la exclusión social se estabiliza –aunque en niveles muy altos de descarte laboral-.

 

– La desocupación tiende a retraerse entre 2020-2022, tanto por una recuperación de los empleos plenos como de los subempleos de indigencia. En la pandemia crecieron las actividades de la denominada “economía social y solidaria”, donde el trabajador no es ni asalariado ni empleador de otros.  Hoy, esta economía constituye –ante la ausencia de otras posibilidades laborales- la principal fuente de trabajo e ingresos en los sectores populares.

 

Destaca que el conjunto de los trabajadores está perdiendo ingresos laborales reales desde 2017, lo cual, a su vez reduce la brecha de las remuneraciones de los distintos sectores.

 

Para colaborar con la colecta de Cáritas, encontrarán más información: https://www.caritas.org.ar/colecta2023 

 

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