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Análisis semanal: Contundente respaldo misionero a la renovación, la Corte se mete al barro de la política y la maldita inflación

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La Corte Suprema de Justicia de la Nación adoptó una de las medidas más extremas que puede tomar cualquier cuerpo judicial en una democracia: suspendió elecciones. Además, lo hizo pasando por encima de las atribuciones de los sistemas judiciales provinciales, asunto por demás delicado en cualquier país que se asuma como federal.

Los supremos entienden que las candidaturas de los gobernadores de San Juan, Sergio Uñac, quien iba por la reelección y de Tucumán, Juan Manzur, podrían estar reñidas con lo que mandan las constituciones de ambas provincias y ordenó suspender las dos elecciones.

Con un manejo de los tiempos muy particular, los integrantes del máximo tribunal de justicia del país adoptaron tan significativa medida a menos de una semana de la realización de las elecciones en las que todas las encuestas daban por seguros ganadores a los candidatos cuestionados, que dicho sea de paso, pertenecen a la misma fuerza política que impulsa un juicio político contra los supremos.

Lo que termina desnudando la intención política de los jueces es que podrían haber adoptado la misma medida mucho antes, pero prefirieron hacerlo a último momento cuando ya no había posibilidad de inhabilitar a los candidatos sin suspender las elecciones y en Tucumán no dieron marcha atrás a pesar de que Manzur se bajó de su candidatura.

En el caso de la provincia del NOA hubo una demanda que entró a la Corte el 1 de diciembre de 2022, volvió con dictamen de la Procuración General el 16 de febrero y la Corte no hizo nada. La candidatura de Manzur se oficializó el 19 de abril, el tribunal tampoco entonces actuó. Prefirió abocarse a un expediente posterior, presentado el día 20 de abril y se tomó 20 días para sacar una cautelar que podría haber emitido mucho antes.

Pero lo que más debería preocupar es la tendencia que muestra esta composición de la Corte Suprema a entender que prácticamente todo lo que ocurre en el universo se encuentra comprendido dentro de sus competencias originarias.

En ese sentido cabe resaltar que la Constitución Nacional reconoce que las provincias son preexistentes a la Nación y establece taxativamente que estas se reservan el derecho de regirse por sus propias instituciones locales y elegir a sus autoridades sin injerencia del gobierno federal.

Tanto en Tucumán como en San Juan, los derechos electorales de los candidatos fueron reconocidos por los tribunales de justicia provinciales, algo que no importó demasiado a los jueces de la Corte que atropellaron igual.

Nada de esto implica que la cuestión de fondo no merezca un debate profundo, pero las formas, los procedimientos y los tiempos en los que actúa la Corte volvieron a generar fundadas sospechas de favoritismo político.

En definitiva, si Juntos por el Cambio y los jueces supremos (que coinciden casi siempre) entienden que las provincias deberían establecer límites más claros a las pretensiones reeleccionistas de sus gobernadores a efectos de garantizar el funcionamiento del sistema republicano, el asunto debería ser tratado en los tiempos y formas apropiados y respetando las competencias que les corresponden a la Nación y a las provincias.

Hacerlo como lo hicieron se parece más a una zancadilla política que a una decisión en pro de la calidad institucional de las provincias.

 

Voto de confianza

El pueblo misionero volvió a ratificar su confianza en la gestión del Gobierno provincial y en el camino de desarrollo que construyó el Frente Renovador a lo largo de los últimos 20 años.

El resultado volvió a ser arrollador, el oficialismo duplicó en votos a la sumatoria de los demás frentes y se impuso en 76 de los 78 municipios.

El análisis más grueso de la cuestión deja dos conclusiones que caen por su propia madurez: una muy amplia mayoría está conforme con el gobierno provincial y ninguna fuerza de la oposición consigue cuajar un armado político que sea percibido como alternativa de gobierno por una proporción significativa de la población.

El día posterior a las elecciones el candidato a gobernador de Juntos por el Cambio, Martín Arjol, hizo una lectura por demás condescendiente de su derrota aplastante. Llevó su optimismo al paroxismo de considerar que había hecho una buena elección porque perdió por una diferencia algo menor que el anterior candidato a gobernador de esa misma fuerza.

Las declaraciones de Arjol (que perdió más de 20 puntos con relación a los votos que había obtenido hace solo dos años) no cayeron bien dentro del armado provincial de JxC, especialmente entre los candidatos que esa fuerza presentó en los municipios, quienes esperaban un mayor acompañamiento de su candidato a gobernador.

Hilando más fino, quedó en evidencia otra vez que las cuestiones del ámbito nacional no permean en las elecciones provinciales. Para pena de los candidatos cambiemitas que confiaban en que la intención de voto relativamente alta de los presidenciables del PRO se trasladaría de alguna manera a las provinciales.

No pasó en 2015 ni en 2017 cuando la ola amarilla de la cortísima primavera macrista arrasaba en el resto del país, no pasó en 2019 cuando el peronismo unido se aprovechaba del fracaso inocultable del gobierno nacional de Cambiemos y tampoco pasó el domingo pasado.

Como si se tratara de una clase de educación cívica, el misionero volvió a dejar en evidencia que está muy consciente de lo que vota en cada elección y de nada le sirvió a la oposición traer a todos sus presidenciables a recorrer la provincia para criticar a Alberto, como si el Presidente se postulara a gobernador de Misiones.

Tampoco ayuda el hecho de que las caras más visibles de la cúpula de Juntos por el Cambio no se caracterizan por su vocación federalista, lo dejó en claro Mauricio Macri el lunes cuando desestimó los resultados electorales de Misiones, Jujuy y La Rioja, a las consideró con tono desdeñoso como “provincias que no son representativas”.

De acuerdo a la visión de Macri, las provincias representativas son las del centro del país y las del Norte son algo parecido a un error de la Matrix, incluso Jujuy, en la que gobierna su aliado Gerardo Morales.

Que uno de los principales argumentos de la campaña de JxC en Misiones haya sido la adhesión a figuras nacionales que sostienen una visión tan centralista del país seguramente jugó en contra de las aspiraciones de ese espacio.

El Frente Renovador en cambio, acertó en su vocación política de centrar su mirada en las cuestiones de Misiones y de mantenerse por encima de “la grieta” que domina la escena política nacional.

También fue bien recibida la estrategia que desde ese espacio denominaron “la gran suma”, que consistió en incorporar a personas reconocidas de los más diversos ámbitos a su oferta electoral y darle una participación preponderante a los jóvenes. La clave fue no solamente sumar nombres, sino también incorporar ideas y propuestas a la gestión de gobierno.

Desde la renovación hablan de un proceso de transición marcado por la emergencia de un nuevo liderazgo joven encarnado por el electo vicegobernador Lucas Romero Spinelli, figura que en un tiempo relativamente corto logró erigir una trayectoria destacada y desarrollar un proyecto que tuvo una llegada inmediata a los jóvenes misioneros.

Es uno de los protagonistas centrales detrás de la Misiones start up, concepto que engloba el apoyo del Gobierno provincial al desarrollo de las economías del conocimiento y de la utilización de las nuevas tecnologías en los más diversos ámbitos, algo que caló hondo entre los jóvenes misioneros.

Esta combinación entre un proyecto con el que los jóvenes se sienten identificados y una figura que encarna cabalmente ese proyecto tuvo impacto directo en las urnas. Desde la renovación afirman que las encuestas realizadas en boca de urna permiten estimar que alrededor de nueve de cada diez jóvenes menores de 24 años que concurrieron a votar el pasado domingo lo hicieron por el oficialismo provincial.

Otra lectura que hacen desde el oficialismo es que la lluvia salvó a la oposición de una paliza electoral mucho más holgada. Se apoyan en los datos que arrojó el escrutinio electoral para apoyar esa afirmación, habida cuenta de que en los barrios más alejados del centro de Posadas fue donde se sintió con mayor fuerza el ausentismo provocado por la lluvia y fue justamente en esos barrios en los que la renovación obtuvo más diferencia de votos con relación a sus contrincantes. “Si no llovía tanto capaz que Juntos por el Cambio no llegaba al cuarto diputado”, especulan.

Igualmente, la contundencia del resultado del domingo generó una oleada de llamadas y consultas desde las provincias y la Nación. Gobernadores y posibles presidenciables se interesaron en la receta política de Misiones, la prolijidad de su gestión y el respaldo de los ciudadanos a ese modelo.

 

Precios locos

En el plano de la economía, la inflación volvió a ser la mala noticia. Muy lejos del tres y pico que había anticipado el ministro de Economía Sergio Massa a fines del año pasado, la inflación de abril fue de 8,4%, dato peor que el de marzo que había sido de 7,7%.

Pero para los bolsillos que hacen equilibrio en la línea de la pobreza y los que ya cayeron en ella, la inflación real fue todavía más porque los rubros indumentaria y alimentos y bebidas fueron los que más aumentaron: 10,8% y 10,1% respectivamente.

Los precios acumulan un avance de 32% en lo que va del año y uno de  108,8% en los últimos 12 meses. Este dato es el peor que se tiene registrado desde el año 1992, treinta años atrás, cuando en enero el acumulado anual había sido del 76%.

Las proyecciones no son nada halagüeñas.  De acuerdo a un estudio que elaboró el Centro para la Recuperación Argentina de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, el aumento anual de los alimentos podría alcanzar el 197 por ciento en los próximos 12 meses.

Desde el Gobierno nacional ya no aspiran a bajar la inflación sino apenas a estabilizarla, tarea para nada menor en una economía como la argentina que está indexada en diversos ámbitos como salarios y alquileres, lo que genera una inercia difícil de contrarrestar.

Por otra parte, a Sergio Massa ya no le quedan anclas por tirar, al contrario, deberá levantar algunas. El tipo de cambio oficial por ejemplo, que para contentar al FMI ahora debe avanzar en paralelo con la inflación o las tarifas de los servicios públicos, que también producto del acuerdo con el FMI deberán aumentar progresivamente por efecto del retiro de los subsidios nacionales.

Para mayo se espera un número de inflación todavía más alto. Al menos eso es lo que estiman las consultoras privadas, como LCG que relevó una suba promedio de precios de 9% durante las últimas cuatro semanas y atribuyó ese comportamiento al traslado a precios de la última corrida del dólar blue, a fines del mes pasado.

Con todo, el ministro de Economía Sergio Massa continúa perfilándose como el candidato con más respaldo dentro de la alianza de gobierno, siempre y cuando Cristina sostenga su decisión de mantenerse afuera.

El tigrense sigue sin manifestarse respecto a una posible candidatura, pero ahora salió a marcar la cancha en un tema álgido para el FdT: las PASO.

El Presidente Alberto Fernández y el embajador en Brasil, Daniel Scioli, hasta ahora junto con Juan Grabois los únicos dos que ya blanquearon sus aspiraciones presidenciales dentro del FdT, piden a gritos que haya PASO para “democratizar” el espacio, pero los allegados a Massa dejaron trascender que el tigrense solo sería candidato si no le imponen el trámite indeseado de las PASO.

El problema para Massa es que ni su nombre ni su plataforma generan consenso dentro del pan-peronismo y ya le hicieron saber que la única en condiciones de exigir que los demás den un paso al costado en caso de presentarse, es Cristina.

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