La contaminación con materiales plásticos se agrava. Por eso, cada vez más países prohíben o restringen su empleo, en particular los de un solo uso o los fácilmente sustituibles.Datos oficiales reportan que en el país se consumen anualmente 40 kilos de plástico por persona, convirtiéndonos en uno de los principales generadores de desechos plásticos del continente.
La empresa Unplastify, cuya misión es minimizar el uso de plásticos descartables, señala que de esos residuos generados en el país el 71% termina en rellenos sanitarios; el 23%, en basurales a cielo abierto, y solo el 6% se recicla.
Una vez desechados, su proceso de fragmentación y degradación puede demorar cientos de años. Los océanos reciben más de ocho millones de toneladas de residuos plásticos, un grave impacto ambiental que se agrava año tras año y que afecta a la fauna marina que ingiere basura como alimento, antesala del fallecimiento de millones de animales. Los seres humanos también ingerimos semanalmente unos 5 gramos de plástico, según estudios de la Universidad de Newcastle.
La basura plástica se ha convertido en más que un problema ambiental para el planeta con extensas islas de plásticos depositadas en los océanos al punto que también se incrementan las tensiones políticas entre las naciones que más producen esos residuos y aquellas donde terminan desechados.
Varios líderes políticos han pedido a la agencia de la Organización de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente que redacte un tratado vinculante que limite la contaminación que está causando el plástico con una estrategia que aborde el ciclo completo de vida de este material, desde su producción hasta su eliminación, pasando por su uso.
Jefes de Estado, ministros de ambiente y representantes de 175 países apoyaron una resolución histórica para intentar terminar con la contaminación de plásticos mediante un acuerdo internacional jurídicamente vinculante para fines de 2024. La decisión fue adoptada el año último en la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, celebrada en Nairobi, el máximo órgano mundial para preservar la salud de nuestro planeta.
No habrá medidas efectivas sin un cambio de cultura sobre el origen de tanta contaminación. Educar a las nuevas generaciones muestra sus positivos efectos: son muchos los jóvenes que advierten sobre el buen manejo y la disposición final de los residuos. No debemos solo esperar que lleguen las soluciones, sino entender que muchas de ellas están en nuestras propias manos.
Fuente: LA NACIÓN
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