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La venta de Papel Misionero privó a Misiones de ganancias por alrededor de 576 millones de dólares

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Pan para hoy, hambre para mañana fue la lógica que el exgobernador Ramón Puerta le impuso a la provincia de Misiones cuando resolvió vender la empresa Papel Misionero, una industria que era y sigue siendo modelo en su rubro en todo el país.

Privatizar empresas estatales fue una receta muy extendida durante la década de los noventa para reducir el gasto público tanto a escala nacional cuanto en las provincias. Primero se liquidaron las firmas que eran deficitarias, lo que podría entenderse como una medida razonable de disciplina fiscal, aunque muchas de esas privatizaciones tuvieron efectos sociales y económicos muy negativos, como el caso de las ferroviarias.

Pero lo que en un primer momento se planteó como una estrategia para reducir gastos corrientes se convirtió luego en un recurso de los gobiernos para ganar liquidez, para disimular los resultados de malas administraciones y, en muchos casos, para hacer negocios más o menos oscuros.

En esa segunda etapa privatizadora se cometieron pecados imperdonables, como la privatización de YPF por parte del Gobierno nacional o la venta de Papel Misionero a cargo del gobierno provincial liderado por Ramón Puerta con la impronta de su secretario de Hacienda, Humberto Schiavoni, ambas figuras del armado actual de Juntos por el Cambio en la provincia.

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Los máximos dirigentes radicales de la época se opusieron firmemente a la operación, pero los radicales de hoy están en alianza con el puertismo y con el PRO de los Schiavoni y defienden los mismos argumentos que en su momento justificaron la venta a precio vil de Papel Misionero.

Nunca fue más cierto aquello de “vender las joyas de la abuela”. Papel Misionero era entonces, y lo sigue siendo, una empresa modelo y líder nacional en su rubro.

Pero más importante todavía, no era una empresa que generara pérdidas, al contrario era muy rentable. Por más que el Gobierno de Puerta hizo todo lo posible por entorpecer el trabajo de la compañía para justificar una privatización, Papel Misionero nunca dejó de generar ganancias.

Durante el proceso de venta, que se extendió entre 1998 y 1999, la firma generó en promedio una rentabilidad mensual de dos millones de dólares, de acuerdo a información suministrada por la propia secretaría de Hacienda de la Provincia a Misiones Online pocos años después de la venta.

Haciendo un cálculo rápido, a lo largo de los 24 años que pasaron desde el momento de la privatización a la fecha, Misiones resignó ganancias por 576 millones de dólares.

Si además se toma en cuenta que la Provincia recibió la irrisoria suma de 50 millones de dólares, en una operación que ya en su momento fue cuestionada por el precio vil que se pactó, se puede concluir que a 24 años de tan fatídico hecho para la historia provincial Misiones recibió por la venta de Papel Misionero una décima parte de lo que hubiera ganado si hubiera mantenido su propiedad.

Por si faltaran más datos para confirmar que la privatización de PM se hizo a precio vil, hace seis años la misma empresa se volvió a vender, esta vez en una operación entre privados. La empresa que la compró esta vez, Arcor SAIC, la adquirió por 250 millones de dólares, cinco veces más que el valor pagado en la privatización.

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