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Análisis semanal: Massa, como los defensores de antes

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En una semana atípica para la política nacional en la que no hubo escándalos o alguna polémica que mereciera la pena reseñar, el foco de la atención se lo llevó nuevamente el ministro de Economía Sergio Massa con un canje de deuda en pesos que apenas alcanzó para traer algo de alivio en el corto plazo.

Más allá de alguna discusión en torno al verdadero porcentaje de aceptación que tuvo la propuesta de canje (desde Economía dicen 64% pero algunas consultoras afirman que no superó el 57%) que surgen a partir de interpretaciones técnicas que escapan a los alcances de este envío, hay un consenso más o menos generalizado en torno a la idea de que el Gobierno logró despejar un horizonte de vencimientos problemáticos que tenía desde marzo a junio.

El tigrense resolvió el apremio como lo hacían los recios zagueros centrales de los 80: pateó para adelante, fuerte y alto. El resultado de la operación es que más de 4,35 billones de pesos que deberían pagarse este año, vencerán en 2024 y 2025 en condiciones más favorables para los acreedores. Pan para hoy, hambre para mañana.

El monto canjeado da una idea del tamaño que actualmente tiene la bola de deuda en pesos que comenzó a gestarse tímidamente durante el último gobierno de Cristina, creció exponencialmente durante el de Macri y se mantuvo por la misma senda durante la gestión albertista.

Esta práctica de tirar para adelante la deuda tomada ayer y además endeudarse un poco más para resolver el déficit de hoy, estrategia que adoptaron los últimos dos gobiernos nacionales, terminó generando un enorme déficit cuasi fiscal que retroalimenta el problema de caja que originó la necesidad de tomar deuda en primera instancia.

Uno de los que viene marcando la gravedad del problema de la deuda en pesos es el abogado, analista financiero y miembro fundador del movimiento libertario, Carlos Maslatón, quien advierte que “la emisión monetaria diaria del BCRA es de 24000 millones de pesos, incluidos sábados, domingos y feriados. Todo en forma de intereses de las nefastas Leliqs heredadas del macrismo. Y nada de esto, nada, se destina a pagar gasto público ni déficit fiscal alguno”.

El activo usuario de Twitter agrega además que “peronismo, macrismo-radicalismo y todos los liberales de Argentina, menos yo, mienten y se mienten a sí mismos con respecto a la deuda pública del estado en pesos. No pueden y no quieren ver que no derivó, y mucho menos deriva actualmente, del déficit fiscal y que se expande sola debido a la horrible decisión de no pagarla nunca, de renovarla siempre y de ofrecer intereses cada vez más altos para que la patria financiera presuntamente se mantenga en el molde y no corra al peso. Un fracaso absoluto desde que esta joda se inició en febrero de 2014 pero que deberá ser abordada inevitablemente pronto, inclusive por los mentirosos y demagogos que proponen una dolarización trucha”.

Lo que no dice Maslatón es que pagar los vencimientos de deuda en pesos sin “rolearlos” tomando nueva deuda, demandaría un nivel de impresión monetaria que haría estallar por los aires la inflación y generaría una inmediata estampida al dólar.

Otros economistas advierten que toda la liquidez de los bancos está puesta en Leliq, pases y títulos del Tesoro, lo que dejó sin lugar a los créditos para la inversión. Un poco por obligación y otro poco por propio interés, los bancos se convirtieron en financistas del Estado y perdieron interés y capacidad de atender al sector privado.

Les resulta más rentable y menos riesgoso prestarle al Estado que a los privados.

Con lo cual se genera un problema sistémico, porque los bancos pierden su función esencial de actuar como intermediarios captando los ahorros de la gente y canalizándolos hacia el sector productivo en forma de créditos.

Para los bancos esto no resulta un problema, al contrario, se convirtieron en los únicos proveedores del Estado con demanda constante y rentabilidad asegurada.

 

Las dudas del FMI

El Fondo Monetario está demorando en flexibilizar las metas de acumulación de reservas, algo que Massa se había apurado en anunciar hace un par de semanas durante la Cumbre del G20 en India. El organismo está al tanto de que Argentina no tiene absolutamente ninguna posibilidad de acumular reservas en un año en el que la sequía está provocando estragos al agro del centro del país, el principal aportante de divisas por exportaciones.

La discusión en este momento no pasa por ahí, sino en las metas de reducción del déficit fiscal, aspecto de la economía que también se verá afectado por la sequía en tanto habrá menor recaudación por retenciones.

Massa se comprometió a sostener esas metas, pero el FMI tiene dudas de que eso pueda cumplirse y pide explicaciones. Podrán pasar los años y las administraciones, podrán cambiar los modos de comunicar y hasta la forma de vestirse de los jerarcas del organismo financiero, pero lo que no cambia en el Fondo es la receta de siempre: el ajuste ortodoxo.

El FMI reclama un poco más de esfuerzo por recortar el gasto en subsidios e interpretaron como una señal negativa la sanción de una nueva moratoria previsional que alcanzará a unos 800 mil trabajadores en edad de jubilarse que no cumplieron con la totalidad de los aportes.

Otro punto que empieza a generar disconformidad en el organismo es la agudización del atraso cambiario y la instrumentación de tipos de cambio diferenciales, como el dólar soja, como paliativos para sectores puntuales.

Conforme a lo comprometido con el FMI, el dólar oficial venía aumentando en paralelo con la inflación, pero eso cambió a partir de enero, cuando volvieron a recalentarse los precios. En marzo, de cumplirse las estimaciones que hacen las consultoras, el tipo de cambio oficial aumentaría por debajo de la inflación por tercer mes consecutivo.

El Gobierno intenta explicarles a los técnicos del FMI que acelerar el crawling peg por encima de los niveles actuales incentivaría aún más a los productores a postergar el máximo posible sus exportaciones y eso sería lo último que necesita la economía Argentina en este momento.

Al aumentar el tipo de cambio en un porcentaje menor al de la tasa de interés en pesos más baja a la que pueden acceder los productores, el BCRA desincentiva el apalancamiento en pesos y genera el contexto adecuado para que esos productores prefieran liquidar exportaciones antes que tomar deuda para hacerse de liquidez.

 

Las definiciones y las indefiniciones de Cristina

Volvió a hablar Cristina, lo hizo al recibir el Doctorado Honoris Causa en la Universidad Nacional de Río Negro, y contrariamente a lo que se esperaba no centró su discurso en las habituales críticas al funcionamiento de la justicia sino que prefirió hablar de economía.

Sus acólitos esperaban alguna orientación que permitiera vislumbrar cómo jugará la Vice en la definición de las candidaturas, pero se quedaron con las ganas.

Está claro que no está dispuesta a apoyar las ambiciones reeleccionistas de Alberto, tampoco respondió al clamor que impulsan organizaciones kirchneristas que sueñan con verla encabezando la boleta del FdT.

La expresidenta se limitó a mellar la derrumbada figura presidencial al compartir una anécdota que lo retrató como un hombre dubitativo o incluso mentiroso. Indicó que el presidente del Central, Miguel Pesce, la había visitado para pedirle que intermediara con el entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, para zanjar algunas diferencias que mantenían ambos funcionarios.

Cristina entonces  rechazó el pedido y en cambio le sugirió a Pesce que fuera a buscar al Presidente para tal mediación. “Me dice que el Presidente le decía que sí a uno, que no a otro, bueno… no importa”, fue la respuesta del banquero central según el relato de Cristina.

Dijo además que durante el período en el que su esposo fue Presidente y ella legisladora, fue el único momento en el que un oficialismo podía estar “orgulloso de las leyes que le tocaba votar”, cosa que no estaría ocurriendo en la actualidad.

A Massa le dejó un guiño al reconocerle que logró parar el “festival de importaciones” que la propia Cristina venía denunciando durante la gestión de Guzmán, pero marcó distancias con algunos aspectos del manejo actual de la economía como la negociación con el FMI y la disciplina fiscal.

“No quiero que haya déficit fiscal, lo virtuoso es no gastar más de lo que ingresa, pero evidentemente en épocas de crisis este es un instrumento que se necesita para evitar la recesión porque si no estamos en el infierno más temido: recesión con inflación y estamos al horno”, advirtió.

Está claro que Cristina no tiene coincidencias muy profundas con Massa, pero se cuida de no cometer el mismo error que cometió con Daniel Scioli, a quien menoscabó durante años mientras fue presidenta y luego lo necesitó como candidato en 2015.

 

A la espera del dólar yerba

El anticipo (este Gobierno nacional tiene la curiosa costumbre de anticipar anuncios que no siempre concreta) del ministro de Economía, Sergio Massa, de la inminente puesta en vigencia de un tipo de cambio para las economías regionales, un pedido que el Gobierno provincial de Misiones viene impulsando desde el año pasado, generó una expectativa en el empresariado misionero que rápidamente se convirtió en impaciencia.

Entre los más apurados están los tealeros, especialmente los productores, porque a la cosecha le quedan pocas semanas y un salto en el tipo de cambio provocaría un aumento inmediato en los precios de la materia prima.

El brote verde de té tiene actualmente un precio equivalente a 10 centavos de dólar (en años anteriores oscilaba entre 7 y 8 centavos) lo que indica que los ingresos del sector se están distribuyendo de manera más equitativa entre productores e industriales. Pero el tipo de cambio atrasado está reduciendo esa rentabilidad y llevando al negocio a una situación en la que ni productores ni industriales están obteniendo ganancias.

El industrial y productor Jonathan Klimiuk destacó que el atraso cambiario en este momento es de tal magnitud, que necesitarían un salto de 50% en el tipo de cambio para recuperar la rentabilidad perdida. “Estamos con un dólar de 200 pesos, necesitaríamos que aumente al menos a 300 para que sea negocio”, dijo.

Dejó en claro que, al igual que ocurre con otros productos que componen la oferta exportable de la provincia, la demanda por el té misionero es mucha y está asegurada y que el único factor que impide que los volúmenes exportados se multipliquen es el tipo de cambio.

Como resultado de ese dólar desfavorable, las exportaciones de Misiones cayeron 5,8 por ciento en 2022 con relación a 2021, según datos que difundió el INDEC en los últimos días.

 

Panorama misionero

Por los pasillos de La Rosadita los armadores políticos de la renovación no ocultan su entusiasmo por los números que muestras las encuestas que reciben. Afirman que la candidatura a vicegobernador de Lucas Romero Spinelli, que para algunos fue una apuesta osada por la juventud del candidato, está demostrando muy buenos resultados.

Aseguran que una encuesta realizada en toda la provincia revela que el 80% de quienes este 7 de mayo votarán por primera vez, reconoce a Romero Spinelli como alguien que se dedicó a generar propuestas de interés para la juventud, como el Polo Tic, el Silicon, el descubrimiento de talentos a través del juego con el programa Misiones Gamer y lo ven como referente de iniciativas como la Escuela de Robótica y las aulas maker.

La del 7 de mayo será una elección inédita por la cantidad de nombres, apellidos y caras nuevas que integrarán las boletas, prácticamente todas por el Frente Renovador, que presentará 507 listas de candidatos.

El frente oficialista se tomó el trabajo de “rastrillar” las ciudades, pueblos y colonias  abriendo las puertas de la participación política a todos los que tuvieran inquietudes e intereses en sumarse para mejorar su entorno y su comunidad. De allí surgieron muchas de las listas.

Juntos por el Cambio optó por una estrategia distinta que prioriza la presencia en redes sociales, algo que generó disconformidad entre los referentes del interior de la provincia, que reclaman mayor presencia de las figuras provinciales de ese espacio para potenciar los armados locales.

Ante la falta de propuestas, la pata provincial de Juntos por el Cambio apuesta todas sus fichas a capitalizar la mala imagen del Gobierno nacional siguiendo la lógica de la grieta, aun cuando las próximas elecciones serán provinciales y cuando el misionero se muestra cada vez más refractario a la lógica de la grieta.

La liviandad de la campaña de Juntos por el Cambio y del Frente de Todos en Misiones y las peleas internas entre sus principales referentes desanimaron a buena parte de su militancia, lo que se vio reflejado en sus listas. Ambos frentes irán a elecciones este año con la mitad de los partidos y la mitad de las listas que los integraron en 2019

Ayuda a ese desánimo el hecho de que la mayoría de los nombres que se confirmaron como candidatos a legisladores provinciales en esos espacios, especialmente los del radicalismo, tienen los mismos apellidos de siempre. No hay posibilidad de crecer para un dirigente que no tiene “padrino” dentro del radicalismo.

En ese punto la renovación viene marcando una diferencia al abrir la participación a independientes y eso se tradujo en una catarata de sublemas que se anotaron en ese espacio para competir en las elecciones de mayo.

 

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