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Importaciones: el Gobierno nacional asegura que habilita 3 de cada 4 pedidos de divisas y que aceleró el ritmo de aprobaciones

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De acuerdo a datos oficiales que dieron a conocer desde el equipo económico, desde que se puso en marcha el esquema nuevo de trámite de canalización de importaciones, a mediados de octubre pasado, el Gobierno dio el visto bueno a 236 mil de las 315 mil solicitudes que ingresaron al sistema, lo que implicaría un incremento 2% interanual. Traducido a montos, representa un aumento en valores de 11%, con USD 27.335 millones de acceso a las divisas del Banco Central para los importadores.

El ritmo de habilitaciones fue acelerando a medida que fue ajustándose el funcionamiento del SIRA. En octubre, cuando recién había arrancado, la proporción de aprobaciones era de 60 por ciento, indicaron fuentes oficiales.

Medido en cantidad de empresas, en los últimos cuatro meses pidieron dólares para importar 21.885 empresas, de las cuales el 87% consiguieron el visto bueno. Entre las pymes el nivel de habilitación que consiguieron fue de 87% pero entre las grandes fue mayor, casi total, en 98 por ciento. De todas formas, del universo total de compañías que formaron parte del SIRA, una porción menor es considerada grande, solo el 3 por ciento.

Algunos sectores tienen, de manera estándar, plazos más largos que otros para que tras la aprobación el BCRA efectivamente les gire las divisas que solicitaron. Algunos son inmediatos, aseguran en el equipo económico, como las que piden sectores como energía, las que forman parte del acuerdo de Precios Justos, alúmina, editorial o productos relacionados al tratamiento y diagnóstico del Covid.

Otros tienen plazos de 30 días como las autopartes, frutas y hortalizas, aditivos y lubricantes o cianuros. En los 45 días están las terminales de autopartes, chapas y planchas; mientras que el más largo, de 120 días, es para las terminales automotrices. La espera “general”, por fuera de estos sectores, es de 90 días, para el resto de los trámites. Hay una porción menor (4% del total) que entra al SIRA pero como paga sus importaciones con dólares propios, su aprobación es inmediata porque no requiere divisas del Banco Central.

La radiografía de los trámites del SIRA también muestra qué tipo de importaciones tienen mayores chances de “salir”. En ese sentido, casi la totalidad (96%) de lo que se pide de combustibles y energía comprada al exterior es aprobado. Es un ítem que está fuertemente influenciado por las compras que hace el propio Estado de energía en los meses de invierno, los de mayor demanda y que debe ser abastecida con GNL importado.

El rubro insumos y piezas para bienes de capital concluyó los primeros cuatro meses de operaciones del SIRA con un 81% aprobado y los bienes de consumo (incluyendo automóviles), con un 70 por ciento. La peor parte se la llevan los bienes de capital, ya que solo el 55% de las solicitudes terminan en buen puerto. En los despachos oficiales se defienden y aseguran que eso se explica con que el uso de la capacidad instalada de la industria se encuentra lejos de sus máximos y que el sector tiene margen para utilizarlo antes de reforzarse con bienes de capital nuevos.

También hay una suerte de ranking de tipos de bienes que tienen mayores y menores porcentajes de aprobación de importaciones. En el tope figuran combustibles y energía (96%), automotriz (87%), metales comunes y manufacturas (86%) y medicamentos e insumos médicos (84 por ciento). En el otro extremo aparecen el rubro otra maquinaria para usos especiales (45%), maquinaria para uso general (63%), textil e indumentaria (64 por ciento).

La discusión con el sector privado sobre la demanda de divisas que tendrá la industria este año ya comenzó y en el Gobierno aseguran que en reuniones privadas plantearon que algunos rubros productivos solicitaron, en una proyección para todo 2023, casi 120% más de dólares en comparación con el año anterior, como en el caso de alimentos y bebidas.

Las SIRAs que se devuelven y que no tienen curso, un cuarto del total, responden a una matriz de riesgo que les indica a los funcionarios, de acuerdo a una serie de criterios (la capacidad financiera y económica de la compañía y sus antecedentes de importación) si el trámite puede tener alguna irregularidad consigo. En los despachos oficiales aseveran que el diagnóstico es sistematizado y que no hay margen de discrecionalidad para establecer el perfil de riesgo de las empresas.

Un ejemplo: una firma que en los últimos 24 meses había registrado 22 con actividad importadora -por lo que la habitualidad no configuraba una traba- había pasado de solicitar, por mes, unos 200 mil dólares a iniciar un trámite por USD 160 millones. En un caso así, salta una alarma en la AFIP por la cual la compañía en cuestión tiene que explicar por qué registra un salto de esa naturaleza en su demanda de divisas. Cualquier pedido posterior que inicie quedará trabado hasta tanto responda por la solicitud cuestionada.

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