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Análisis semanal: El plan de Massa para que alcancen los dólares y el oprobio de la oposición misionera que ahora discute por un cartel

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El ministro de Economía Sergio Massa anunció que el Gobierno nacional recomprará deuda externa propia por mil millones de dólares en un intento por mejorar las condiciones de financiamiento para el país y el perfil de los vencimientos, además de reducir el riesgo país.

Al iniciar un proceso de rescate de deuda, Argentina se posiciona como demandante de sus propios bonos, con lo que intenta generar confianza en esos instrumentos. La jugada tuvo un impacto inmediato en los mercados: los bonos soberanos aumentaron 7,6% en promedio y el Riesgo País bajó 100 puntos básicos y se ubica 1.200 puntos por debajo del pico alcanzado en julio, después de la renuncia de Martín Guzmán.

La brusca suba de los bonos hizo que mucha gente ganara sumas importantes de dinero en un lapso reducido de tiempo y desde la oposición salieron a denunciar que hubo filtración de información sensible. Curiosamente las acusaciones vinieron desde las filas de Juntos por el Cambio, durante cuyo gobierno hubo un festín de amigos del poder que hicieron negocios financieros fabulosos anticipándose con un timing envidiable a las decisiones del mejor equipo de los últimos 50 años.

Lejos de las sospechas de fraude, los analistas económicos más escépticos dudan de la posibilidad de concretar la recompra de deuda por mil millones de dólares, básicamente porque entienden que probablemente el país no disponga de una suma tan abultada para destinarla a ese fin.

De la disponibilidad de dólares depende no solo la recompra de deuda sino también las chances de este Gobierno de llegar al final de su mandato con buenas expectativas en materia de economía.

De las reservas no se puede sacar un dólar más, de hecho habrá que poner más para cumplir con el compromiso asumido con el FMI.

Con la recompra de deuda Massa exhibe sus intenciones de volver a los mercados de crédito en búsqueda de financiamiento, pero ni en contexto internacional (con suba de tasas) ni los antecedentes cercanos de Argentina (que está saliendo de un default reciente) son favorables para ese objetivo.

Sin posibilidad de tomar deuda en sumas importantes ni de sacar de las propias reservas, Argentina está obligada a obtener dólares del comercio.

En los últimos dos años el saldo de balanza comercial viene ayudando. En 2021 hubo superávit de más de 14 mil millones de dólares y el año pasado fue de casi 7 mil millones, número muy positivo si se toma en cuenta que las importaciones de energía se dispararon por la guerra en Ucrania.

El problema es que como las exportaciones no aumentan de manera significativa, la única manera de sostener ese superávit pasa por retacear importaciones.

El año pasado las importaciones se redujeron 19% a pesar del ya citado incremento de las erogaciones para comprar energía, eso explica en buena medida los problemas que tuvieron muchas industrias para acceder a insumos importados.

Los aumentos registrados en las últimas semanas en los dólares bursátiles están directamente relacionadas a esta cuestión, porque empresas se vieron obligadas a buscar en el MEP y el contado con liquidación, los dólares que no conseguían en el mercado oficial. A muchas industrias les resultaría más caro parar sus máquinas por falta de insumos que importar a dólar bolsa.

Pero repetir este año el superávit de balanza comercial de años anteriores será un poco más difícil porque la sequía está provocando un serio perjuicio en las agroindustrias, al punto que un reciente informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires estima que habrá una caída de alrededor de 14 mil millones de dólares en las exportaciones del campo.

Si el Gobierno resolviera compensar esa caída en las exportaciones con recortes a las importaciones, sería una catástrofe para la actividad económica.

La relación entre crecimiento de la economía y de las importaciones está tan comprobada que hasta hay una vieja teoría que asegura que por cada punto de crecimiento del PIB, aumenta tres puntos la demanda de dólares para importar.

Con mucho de muñeca y sintonía fina, el Gobierno consiguió el año pasado un crecimiento económico de cinco puntos con las importaciones en retroceso, pero ya no hay margen para más.

La hoja de ruta este año marca un camino muy angosto que depende en buena medida de la concreción en tiempo y forma del gasoducto Néstor Kirchner y de las gestiones con dos socios comerciales de peso como China y Brasil para dejar de depender del dólar en sus intercambios.

El Gobierno nacional tiene una fecha marcada con rojo en su calendario 2023: el 20 de junio. Ese día debería comenzar a funcionar el gasoducto que conecta a las redes existentes con el yacimiento de Vaca Muerta, lo que le valdrá al país cambiar su condición de importador a exportador de gas natural.

En el rubro energía Argentina registró el año pasado un déficit comercial de más de 4 mil millones de dólares, con solo equilibrar la balanza este año el Gobierno conseguiría compensar al menos en parte la pérdida de dólares por la sequía sin necesidad de recortar importaciones a la industria.

Otra de las líneas en las trabaja el equipo de Massa para reducir la demanda de dólares para la importación apunta a cumplir un viejo sueño: el de prescindir de los dólares en intercambios comerciales con otros países.

El crecimiento de la tensión entre Estados Unidos y China le dio al gigante asiático un motivo suficiente para evitar al dólar, algo que le viene al dedillo a un país que tiene pocos dólares, como Argentina, lo que propició el avance de acuerdos bilaterales que permitirán comerciar con monedas propias.

Esa opción aparece hoy más cerca de convertirse en una realidad gracias al swap con el banco central chino.

La asunción de Lula en Brasil aportó otro cambio favorable en la geopolítica. El líder del PT es un reconocido militante de la integración regional, algo que no estaba en los planes de Bolsonaro, lo que permitió que también se destrabara el comercio con monedas propias con ese país y se comenzara a trabajar en la adopción de una moneda comercial común.

China y Brasil son los principales socios comerciales de Argentina y entre ambos generaron el año pasado un déficit de más de 12 mil millones de dólares en la balanza comercial argentina. Que al menos una parte de esa cuenta pueda pagarse sin usar dólares sería otro enorme alivio para el país.

 

El huracán Maslatón

Las internas en la oposición volvieron a marcar el pulso de la semana política, pero la novedad fue que el episodio más resonante no se dio dentro de Juntos por el Cambio sino entre libertarios.

Desde su debut electoral en 2021, la figura de Javier Milei no para de crecer en las encuestas. El giro a la derecha de los halcones del PRO no consiguió mellar sus porcentajes de intención de voto, al contrario, lo terminó favoreciendo porque instaló en la agenda mediática muchas de las ideas que el libertario enarbola desde mucho antes que los duros del PRO.

Pero como no hay peor astilla que la del mismo palo, el contendiente más feroz a Milei salió de entre los miembros fundadores de La Libertad Avanza. Se trata del abogado Carlos Maslatón, una figurita difícil de ubicar en el panorama político actual porque se declara ultraliberal pero reivindica al peronismo.

Maslatón además cultiva un muy alto perfil en redes sociales, lugar desde el que opina muy abiertamente de absolutamente cualquier tema y se supo construir una tribuna de seguidores de muy variada ideología.

El abogado, que es también un activo inversor financiero, viene criticando desde hace varios meses muchas de las decisiones que toma el partido que encabeza Milei y lo desafió a competir en una interna.

Entre otras cuestiones, Maslatón le atribuye a su par libertario conductas poco democráticas, pero lo que resulta más doloroso para el líder de la leonina cabellera es que lo acusa de no saber nada de economía y de fracasar en todos sus pronósticos.

Con su teoría de bull market, Maslatón se desmarcó de todo el arco opositor y para desgracia de Milei, hoy tiene argumentos suficientes para adjudicarse la victoria.

Cuando el país atravesaba sus momentos de mayor incertidumbre en 2022, semanas después de la renuncia de Guzmán, justo cuando todos los opositores y hasta algunos oficialistas auguraban tragedias, Maslatón decretó que la economía había tocado su piso y que desde ese punto todo iría hacia arriba.

A través de sus redes, recomendó invertir en la Bolsa de Buenos Aires y en acciones de empresas argentinas cuando todo parecía ir hacia una debacle total.

Él mismo invirtió mucho dinero y terminó ganando mucho más. En el último semestre la bolsa argentina creció 123% en dólares, fue la segunda de mayor crecimiento en el mundo y las acciones de YPF en Wall Street aportaron una ganancia de 275% en dólares durante esos mismos seis meses.

Maslatón y los inversores que siguieron sus consejos hicieron muchísimo dinero y los que creyeron en los pronósticos distópicos de Milei se quedaron afuera de la fiesta. El propio abogado se encarga de recordarlo a través de su cuenta de Twitter, donde se muestra comiendo en los lugares más exclusivos del mundo.

Milei se negó a ir a internas y Maslatón se lo cobró con un comunicado lapidario en el que lo acusa de llevar adelante una “dictadura institucionalizada” y “una purga de naturaleza stalinista para expulsar a los dirigentes y militantes artífices de la exitosa construcción política de 2021, reemplazado por el mecanismo actualmente vigentes de venta de candidaturas por plata en las diferentes jurisdicciones”.

Asegura además que Milei condiciona las visitas a las provincias a que los militantes de LLA reúnan sumas millonarias  para su bolsillo.  “La degradación de Milei del último año tiene otros dos componentes que niegan la esencia del liberalismo. Uno es rechazar la democracia como sistema político, bajo la influencia de Alberto Benegas Lynch un fascista del proceso militar de 1976. Otro es la obsesión de Milei de que sobrevenga la hiperinflación y se destruya el país para así poder lucrar políticamente”.

Además lo volvió a acusar de desconocimiento en materia económica. “Milei ha quedado, en economía, a contramano de la realidad y lanzando propuestas de dolarización que el mismo sabe inaplicable”.

 

Peleas de alcoba en el PRO

La tregua que acordaron Mauricio Macri y su otrora delfín, Horacio Rodríguez Larreta, duró menos que enero. El diálogo se cortó porque alguien le contó al expresidente que el alcalde porteño anda diciendo por ahí que si van a internas le gana por goleada.

Macri le hizo saber su enojo a Larreta que a su vez le pagó con su ausencia en la presentación que el exmandatario hizo en Mar del Plata de su libro pasatista que lleva como una premonición el título ¿Para qué?

Como todavía no sabe qué va a hacer este año y está enojado con Larreta, Mauricio salió a apoyar la candidatura de María Eugenia Vidal, la única dentro del PRO que puede disputarle al gobernante porteño los votos moderados de Juntos por el Cambio, pero que no parece tener peso suficiente para hacerle sombra a Macri si eventualmente decidiera buscar su segundo tiempo.

En el kirchnerismo lo que impera es el instinto de conservación. Los mismos que antes se sacaban los ojos para tener la venia de Cristina a una eventual candidatura presidencial, ahora buscan una apuesta más segura.

El gobernador bonaerense Axel Kicillof es uno de los que se bajó de la carrera presidencial y se anotó para la reelección, sabiendo que un triunfo en Buenos Aires no es seguro pero es mucho más probable que uno a escala nacional.

 

El cartel de la discordia

Desde el Gobierno provincial siempre destacan el clima de paz social y de progreso económico que hay en Misiones a pesar de un contexto nacional que no siempre (casi nunca en realidad) acompaña, pero la novedad es que desde la oposición parecen adherir a este concepto.

Esa conclusión se desprende del tenor del tema que provocó el más intenso debate de política provincial esta semana: la leyenda que figura en el Arco que marca el acceso a la provincia en Posadas.

El cartel que antes decía algo así como “Bienvenidos a Misiones” ahora dice “Provincia Start Up” y el cambio generó la reacción de los principales dirigentes de la oposición.

La discusión en torno a lo que diga o deje de decir la leyenda estampada sobre el Arco excede las módicas ambiciones de este artículo, al que sin embargo no se le escapa una conclusión: si la crítica que la oposición tiene para hacerle al Gobierno provincial es un cartel, debe ser nomás que las cosas andan todo lo bien que dice el oficialismo.

Tanto Juntos por el Cambio como el Frente de Todos reproducen a escala provincial los mismos problemas que tienen a nivel nacional. La falta de liderazgos y de ideas provoca enfrentamientos internos. Sobran peleas por las candidaturas y faltan propuestas. De allí que la discusión termine girando sobre cuestiones superfluas.

Como no aparecen los líderes naturales, los que tengan capacidad de aglutinar por el peso de sus figuras o por lo claro de sus propuestas, cualquiera se siente en condiciones de disputar las candidaturas pero nadie sabe a ciencia cierta si con lo que tiene le alcanza.

Proliferan dirigentes que tras bambalinas confiesan sus aspiraciones pero no se animan a blanquear sus candidaturas por miedo al papelón y como nadie tiene lo que hace falta para encabezar, el negocio pasa por limar a los contrincantes en la interna.

El Frente Renovador sí tiene un liderazgo muy claro, eso le aporta orden interno y le permite definir sus candidaturas en el tiempo adecuado.

Gracias a eso el oficialismo ya tiene en claro quienes estarán en los lugares más destacados de sus boletas y eso permite que esas figuras se afirmen en la opinión pública.

Según encuestas que manejan en La Rosadita, la diferencia entre la fórmula encabezada por Hugo Passalacqua y Lucas Romero Spinelli, se extendió a casi 50 puntos sobre el radical Marín Arjol, que no tiene confirmada su candidatura, y una eventual fórmula del Frente de Todos integrada por Cristina Brítez y Cacho Bárbaro que no llega a los dos dígitos.

La renovación además ya tiene sus candidaturas definidas para las elecciones nacionales de octubre: la nómina de aspirantes al Senado está encabezada por el prestigioso médico Carlos Arce y la de Diputados nacionales por el reconocido golfista posadeño, “Colo” Vancsik. En la oposición están casi seguros que habrá internas porque las peleas impiden llegar a un consenso.

El oficialismo espera marcar una importante diferencia en las urnas haciendo una apuesta muy fuerte a la integración de los jóvenes con lo cual se diferenciarían de los principales espacios opositores que, todo indica, volverán a mostrar las mismas caras y los mismos apellidos que vienen perdiendo elecciones desde hace más de una década.

Dentro de los propios opositores hay preocupación porque sus principales referentes están desaparecidos y no tienen ninguna estrategia, ni siquiera tienen candidato definido a pocos meses de las elecciones.

En lo político y en la gestión hay diferencias notables que hacen que un gobierno provincial coseche más de 80 puntos de imagen positiva mientras que los frentes nacionales rompen récord de imagen negativa en todo el país.

 

Nuevo modelo

Desde el oficialismo se habla de un cambio tan profundo como el que ocurrió en 2003 cuando la irrupción del Frente Renovador rompió con la anquilosada estructura bipartidista. Aseguran que las elecciones de 2023 marcarán una “refundación” de ese espacio político por el impulso de las nuevas generaciones y un cambio en la agenda que está cada vez más centrada en la sociedad del conocimiento y de las tecnologías digitales.

A esa juventud que encuentra en Lucas Romero Spinelli su referente más emblemático, se suma la experiencia de Hugo Passalacqua, fogueado en la gestión, todo apalancado por una gestión intachable de Oscar Herrera Ahuad en la Provincia y de Lalo Stelatto en la intendencia de Posadas.

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