«Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad» (Juan 8:44-45 RVR). Satanás tuvo una tarea terrible desde el principio: engañar. Desde el principio, mintió y engaño a Eva.
Vivimos en un mundo engañado, y la gente se pierde porque precisamente habrá sido engañada por el padre de mentira, que logra que las personas le crean y hasta logra que den la espalda a la palabra de Dios. Este ser siniestro es un ángel caído en maldición y es un mentiroso muy astuto, porque muy a menudo mezcla un poco la verdad con la mentira para engañar.
A Adán y Eva les buscó la vuelta hasta que les hizo dudar y finalmente rechazar la Palabra del Creador, e increíblemente creyeron la palabra del engañador.
En la actualidad vemos que los engaños por teléfono son comunes y muestra lo débil que es el ser humano para caer en la mentira. El ser humano es engañado por gente sin escrúpulos muy astuta para mentir, cuanto más podrá ser engañada la gente por los argumentos que trae el demonio a su mente. Satanás aún es capaz de disfrazarse de nuestros deseos, de ideas que se nos ocurren o viene a nuestra mente. Por eso, es muy importante que nunca tomemos decisiones sin orar.
«Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él» (Apocalipsis 12:9 RVR).
Es por esto que tenemos que trabajar con el discernimiento espiritual y no ser apresurados en la vida, sino tomar decisiones con oración y meditación. Puede suceder que una sola palabra del diablo que es creída, apaga la fe, nos aleja del servicio y aún de Jesús. Pero cuando abrimos el corazón a Jesús, el Señor tiene la posibilidad de darnos luz con su verdad: «El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros» (Juan 14:17 RVR).
«Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir» (Juan 16:13).
El Pastor Guillermo Decena propuso analizar los engaños malignos más recurrentes usados por el enemigo contra la Iglesia:
– La rebeldía.
Los engaños malignos siempre apuntan a las problemáticas más profundas del ser humano. En este caso la rebeldía. Es la resistencia a la autoridad. La rebeldía hacia Dios abrió la puerta a la rebeldía a toda figura de autoridad, de manera que la persona no quiere atender a ninguna corrección, ni observación.
«Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo» (2° Corintios 11:3).
Creían en Dios, pero fueron engañados en cuanto a la paternidad espiritual. Muchas personas siendo cristianas se afirman en el engaño y hasta lo justifican tal vez por orgullo.
Cuando el diablo tentó a Jesús le dijo: «Todo esto te daré, si postrado me adorares» (Mateo 4:9). Buscaba cambiar la lealtad al Padre Celestial por confiar en el maligno. Es por esto que debemos practicar la humildad del corazón, respetando a todo tipo de autoridad, empezando por la familia biológica y también la familia espiritual.
– ¿Quién soy?
Uno de los engaños más terribles es en cuanto a la identidad. El maligno nos ataca directamente para hacer dudar de quienes somos.
«Y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está…» y usa el diablo la misma palabra de Dios (Mateo 4:6).
Dos veces el diablo le dice la frase: “si eres hijo de Dios”, pero Jesús no duda de su identidad, porque él está seguro de quién es.
Cuando hay seguridad en cuanto a nuestra identidad, hay fortaleza interior, hay fuerza de voluntad. Por eso estos demonios son muy difíciles de vencer, no porque sean muy poderosos, sino porque es la persona la que está debilitada en cuanto a su fuerza de voluntad.
En este sentido, el ser humano es ser muy “depravable”. Si quiere pecar, aceptando el engaño, puede llegar a cometer pecados terribles, y caer en más y más confusión.
Por eso el sistema de este mundo aún busca adoctrinar a los niños en sus primeros años, en cuanto a su identidad se refiere. «Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él» (1Juan 3:1).
Es bueno por tanto que afirmes quién sos (hijo de Dios) ¡y lo proclames! Además de estar atento a cualquier engaño en este sentido.
– Apetitos desordenados.
El diablo también engaña en cuanto a los requerimientos corporales, tornándolos verdaderas obsesiones esclavizantes, que dominan los pensamientos. Hay que controlar al cuerpo y vencer toda pasión carnal con el ayuno.
«Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan» (Mateo 4:3).
El consejo de Dios es “No satisfacer los apetitos de la carne. Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne» (Gálatas 5:16-18).
– El demonio del rechazo.
Hay personas que se sienten rechazadas por las personas y hasta por Dios mismo, porque el maligno les hace sentir que no son merecedores de su gracia y misericordia.
El maligno quiere hacerte sentir sin esperanza solo porque has cometido errores, pero Dios no te rechaza y te da una nueva oportunidad.
Lo más hermoso es entender que si hay arrepentimiento, hay perdón, y si quieres cambiar, hay restauración.
«Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado» (1Juan 1:7).
Es claro que uno debe entristecerse por el pecado que hay en nuestra carne (2 Corintios 7:10).
Jesús vino a buscar lo que se había perdido, a toda la humanidad. Vino a salvar y no a condenar. Dios nos ama y espera que nos arrepintamos de los pecados que hemos cometido para poder perdonarnos.
«Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él» (Juan 3:17).
El apóstol Pablo era un perseguidor de cristianos, también alguien que accedía a que se mataran a personas. Pero a pesar de esto, Jesús lo perdonó por todo y también fue capaz de transformarlo en un hombre bueno y justo para llegar a ser un valioso colaborador suyo para edificar su iglesia.
“Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25).
Jesús puede salvar a cualquiera de cualquier pecado, sin limitaciones. Vencer sobre el pecado es totalmente posible, nosotros creemos en esto, pero lo cierto es que a pesar de que lo creemos, la vida de un cristiano es un desarrollo y puede que caigamos en pecado muchas veces.
Pero lo importante es que Jesús ve nuestro corazón, Él puede ver lo mucho que queremos ser como Él. Cada vez que caemos, inmediatamente Él extiende una mano para ayudar a levantarnos.
“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; más los impíos caerán en el mal” (Proverbios 24:16).
“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte”.
Él tiene planes de utilizar tu vida demostrando la impresionante obra que puede hacer en una persona débil. Al igual que el joven Pedro avergonzó con su vida a los líderes de su tiempo, vos también puedes hacerte poderoso en Dios, demostrando con tu vida que la victoria es posible para cualquiera, aun hasta para el más débil de todos (Salmos 18:32-36).
“¡Vas a tener victoria porque en Cristo sos más que vencedor!”
Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!
Pastor Guillermo Decena
Centro Familiar Cristiano «Victory Church»
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