Y las musas de la música y otras artes del Parnaso se negaron a dejar el lugar. Ante tal rebeldía de las hijas de Zeus, el milagro es que ahora, renovada como en el siglo XX, la morada está pronta a abrir sus puertas para la actividad artística y social. Y se llamará Alegrarte, un lugar habitado por las musas de las artes.
Todo luce como nuevo, desde la puerta de madera de ley, lustrosa y elegante, hasta las rejas de la cerca y las ventanas con sus molduras de hierro forjado, ante una fuente de base colorida por las ´venecitas´ de cerámica. El conjunto de la casa brilla en Avenida Sáenz Peña 1870. Con su escalera de mármol a la entrada, el zaguán y, sobre la puerta, el alero de hierro y vidrio protector para las visitas.
“La casa me eligió a mí”, confesó Carla Alejandra Seewald la dueña de este milagro, que permite a Posadas preservar esa elegancia de antaño y un ícono cultural. Y el sitio no puede ser más mágico. La loma en la que fue construida en el primer cuarto del siglo pasado, tiene vista hacia Villa Blosset, del otro lado de la Avenida Sáenz Peña, un barrio posadeño dibujado sobre ese suave declive hacia el río Paraná. Por ahí amarró el primero y precario bote de San Roque G. Santa Cruz y sus guaraníes.
Carla Seewald, cuyo apellido remite al negocio familiar del rugido de motores, el crudo aroma de aceite y nafta, más la esbelta aerodinámica de autos veloces –lo que también es un arte-, amó desde siempre la pintura, la escultura; en un universo donde caben desde la poesía hasta expresiones más profundas del alma humana. Compró la casa e invirtió en ella hasta convertirla en sala de exposiciones y un sitio ideal para el encuentro, alrededor del mate, del té y del café. A ello se suma un espacio para convenciones en una zona muy accesible.
Mirá todas las fotos
“Siempre me gustaron la decoración, el arte. Veo que hay mucho potencial, no solo en Misiones, del argentino en general, que hace cosas increíbles con sus manos. Merece un lugar donde se pueda admirar esto. Soñé con un espacio para el arte, donde también la gente pueda disfrutar algo, compartir el gusto por el arte y a la vez estar en contacto con la naturaleza”, explicó la creadora del nuevo espacio.
José María Maese es el arquitecto que dirigió la restauración de la casa, a la que Carla la dio su impronta, pensando en las salas, bar y showroom. Los balaustres, el balcón francés del gran ventanal, la barandilla de la escalera de entrada y el hierro forjado de la reja frontal, también rinden homenaje al antiguo diseño.
Gracias a su orientación hacia el norte y el este, los salones y otros ambientes reciben mucha luz. Allí vivió una mujer culta, docente, orfebre de la poesía bajo el toldo místico de la música clásica, y siempre acompañada por lecturas. Carla halló parte de los muebles, vajilla, libros y álbumes de museos como el Louvre parisino y del Prado de Madrid. Las puertas y dinteles se destacan con su nueva pintura, aunque también es una sorpresa el vitral a uno de los salones de exposición. El antiguo techo, sin goteras, es ahora llamativo porque al sacar el cielorraso de machimbre, aparecieron sus vigas de madera y encima la tradicional capa de ladrillos, que se dejó intacta.
Por eso las musas protectoras de la poesía y de las artes, nunca levantaron vuelo de esta vereda de Posadas, entre las calles Bolívar y Córdoba. Esa mujer fue Lorenza Barrios de Rodríguez, casada con José Loreto Rodríguez, personajes del pasado cuando el siglo XX estaba recién parido. José instaló su heladería llamada Canti sobre la céntrica calle San Lorenzo, cuenta su familia. “En la casa había libros de Lorenza, testimonio de la pasión de la dueña de casa, a quien le encantaba la música, la poesía y el arte”, relató Carla. La pasión artística de quienes ya no están encontró su cauce y vibra de nuevo.
La Avenida Sáenz Peña se incorporó al paisaje urbano, pero recién en el período 1938/1941 se sumó a las demás avenidas Mitre, Corrientes y Roque Pérez, con sus farolas redondas y columnas de metal forjado, con la impronta del intendente Esteban Servando Semilla. Recién entonces fueron asfaltadas algunas calles del centro, recordó César “Fuma” Sánchez Bonifato en una nota de 1999.
Es que, donde ahora se instalaron las lámparas leds, entonces había farolas en los canteros centrales de los cuatro bulevares, que como un anillo romántico y verde encierran 182 manzanas en un cuadrilátero de 13 por 14 cuadras. A Sáenz Peña le llegó más tarde ese diseño elegante. Pero la “Villa Mercedes” de doña Lorenza Rodríguez y de su esposo José, ya lucía frente a un camino alternativo hacia el puerto y la usina.
Mucha luz natural es la que captura la orientación de la casa hacia el este y el norte. A esas aberturas, relató el arquitecto Maese, se le sumó un gigantesco ventanal, incluidas sus columnas de hierro, sobre el patio de la clásica casa pompeyana, que el espacio mezquino obligó a su diseño como viviendas “chorizo”. En espejo, hacia el costado que da sobre Bolívar, otra casa gemela fue convertida en un chalet, actualmente habitado y muy cuidado.
Allí crecieron los dos hijos de doña Lorenza: el mayor Federico, nacido en 1927 y fallecido hace pocos años, y su hermana menor Lucila Margarita, quien nació el 26 de diciembre de 1928, según el acta de bautismo de la parroquia San José, frente a Plaza 9 de Julio. Aunque no se conoce la fecha, don José fue el primero en fallecer. “Lucy” continuó soltera y acompañó a doña Lorenza hasta el final de sus días.
Federico, el mayor de los dos hermanos, se casó con Mariluisa “Marilú” Rodríguez de Eldorado. Hacia allí partió la pareja con sus apellidos coincidentes, y nacieron Andrés Emiliano (56) y Federico José (53), que hicieron abuela y bisabuela a Marilú, con 3 nietas y un bisnieto. Estos niños son, por lo tanto, bisnietos y tataranietos de doña Lorenza y don José, el de la heladería en el centro posadeño.
El relato es de “Marilú”, desde su teléfono en Eldorado, y con sus lúcidos y alegres 84 años. Todos los consultados preguntan por el estado de la casa que fue bautizada “Villa Mercedes” y esperan ansiosos la inauguración porque fueron invitados por Carla Seewald y su esposo.
La Panadería Ceres, en la cuadra siguiente pasando Córdoba, data de 1925, mientras que otras construcciones se erigieron hacia fines del siglo XIX en los barrios Villa Blosset, Villa Mola y más allá, hacia el Puente San Roque Santa Cruz, los barrios Chaquito y de la Heller, una industria maderera.
Hoy, la panadería gira como el comercio Posceres y mantiene intacto su frente y paredes laterales. En su monumental obra histórica sobre Posadas, Alba Etorena y José Carlos Freaza, relatan que “la primera vivienda con material de la Trinchera y de Encarnación fue la del vecino Antonio Núñez en la barranca del puente (Av. Sáenz Peña)”. Ello da la pauta de la importancia de la zona, en cercanías del puerto, de la Laguna San José donde atracaban los ferris Ezequiel Ramos Mejía y Sáenz Peña, que el 18 de octubre de 1913 inauguraron el nexo internacional ferroviario entre Buenos Aires – Asunción, en 47 horas.
¿Cómo fue la elección de la casa para tu proyecto, Carla?
-Lo que me impactó, cuando entré a la casa, es que este pasillo (que vincula las habitaciones) conservaba su piso, ventanales con mucha luz y plantas en el patio lateral. Pensé en lo ideal de un lugar así, para compartir y también estar en contacto con la naturaleza.
El desafío que se planteó la emprendedora, integrante de la familia propietaria de Seewald Automotores, recibió el apoyo vigoroso de sus padres Carlos y Cocó, de su esposo Marcelo, junto al entusiasmo de sus hijos Sofía y Martín, y de sus hermanas Daniela y Natalia. Y estaba escrito: de tanto fatigar esa vereda oeste de la Sáenz Peña, el hogar desangelado la llamó, cuando acompañaba a su hija Sofía al taller de arte de la misma cuadra.
¿Y el nombre Alegrarte que lleva ahora la antigua casa puesta en valor?
-Un día, en mi casa, cuando mi hijo era bebé, sentí la necesidad de abrir algo, como un café, no sabiendo qué… pero sí que fuera algo interactivo, para nutrirnos dentro de la decoración, el arte y el saber, por el gran potencial que comentaba antes. Me imaginé un espacio donde ese compartir el arte y el conocimiento, sea también un lugar que transmita alegría a través del arte. Y esa combinación de alegría y arte me condujo a Alegrarte. Además, con la idea del té, porque no será una casa de té, sino una cafetería, en un lugar donde mostrar las cosas lindas de diseño, de artistas, charlas motivacionales de coachs, literatura, con las paredes con sus rieles para colgar sus pinturas. Y un menú de exquisiteces dulces y saladas, para todos los paladares.
La apertura de la antigua “Villa Mercedes” de los Rodríguez, puesta en valor, está prevista para mediados de noviembre. Algo que distingue al lugar es un taller para que los artistas trabajen allí, con sus piletas, canillas y baño. El arquitecto Maese explicó otros aspectos del trabajo realizado.
-Se rehizo la medianera, cubierta por jardines verticales. La casa estaba muy deteriorada, construida sobre basalto, vinculada a la Laguna San José y Villa Blosset, entre las primeras urbanizaciones desde el río. Las imágenes antiguas muestran que no había un solo árbol. Además, en la escalera de entrada colocamos mármol, porque había un gastado material de granito de los años ´70, y en lo eléctrico mudamos los cables de tela, con una especie de goma, y las cajitas de madera cubiertas con pintura asfáltica.
¿Cómo lograron conservar el diseño original, arquitecto Maese?
-La casa fue declarada patrimonio histórico, con más de 100 años, y tenía una casa gemela que fue derrumbada en los años ´80. Perteneció a la familia Rodríguez, tradicional en Posadas. La avenida tenía su importancia porque llevaba al puerto, cerca de la Placita Modelo, la Península Heller, la Laguna San José con su movimiento de ferrys; toda la primera urbanización desde el río. Además se vincula con Villa Blosset, que está hacia abajo. La plantación que vemos ahora no existía. La casa está asentada sobre un lecho de piedra. Sobre ese basalto no se podía excavar mucho, por eso el desnivel y la escalera de entrada. Este y el de la Panadería Ceres son los edificios más antiguos de la zona con más de cien años, que quedan en pie. Para reconstruir la cornisa, que había caído, acudimos a la obra de Teresa Warenycia, quien tenía mucha documentación fotográfica.
¿Qué otras partes de la casa lograron recuperar, arquitecto Maese?
-Las lámparas con sus caireles fueron traídas de Buenos Aires. (No conseguíamos lámparas de aplique, agregó Carla) Trabajamos con la gente de la Municipalidad de Posadas y creo que hemos logrado la preservación del patrimonio histórico; la casa cuenta con la aprobación del final de obra. En alguna parte debimos cambiar mosaicos, aunque se conservó la cuenta. El alero de ingreso de la entrada debimos repararlo, porque el vidrio estaba roto y el hierro abollado. También se repararon las rejas y la escalera de ingreso que estaba destruida. Más que tirar paredes, abrimos, porque todo estaba vinculado por puertas uniendo distintas habitaciones. Por eso les dimos más amplitud y vincular los espacios, con mayor luminosidad y ventilación, con sus nuevas funciones.
¿Para Carla, cómo se define esta experiencia?
-Vengo desde hace años desarrollando lo que ahora es Alegrarte, porque además de las ganas de hacer algo nuevo en la decoración y el arte, que me apasionan, valoro mucho el trabajo de los emprendedores, de las mujeres y de los artistas. El nombre tiene que ver con generar un espacio que transmita alegría, cuando afuera hay mucho ruido, buscando este lugar que nos abstraiga de ese ruido y del vértigo. Vamos a arrancar a mediados de noviembre, con una agenda de eventos temáticos, como el Día de la Poesía, por ejemplo. Creo que el arte tiene que ver con el corazón, las personas y estamos aquí para mostrar lo que somos capaces de crear.
Comentarios