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Posadas | Doña Pomposa cumplió 90 años y sigue firme en su almacén de la Bajada Vieja

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Doña Pomposa

Doña Pomposa cumplió 90 años. “Aquí no hay lujo ni detalle especial acá viene el pueblo” dice con verdad ya que su casa y el almacén que tiene tanta historia como la propia Pomposa, es sitio de encuentro de festivales, ferias e incluso el riquísimo yopará que con los vecinos comparten cada Karaí Octubre.

Contó que llegó al barrio en 1957 cuando no había ni comisión vecinal. Luego, llegó su esposo, debido a que el puerto se había cerrado y su esposo se dedicaba a mandar jangada hasta rosario.

Doña Pomposa

“Todo quedó muerto en la época de Perón. El Paraguay vivía de Posadas. De allá las mujeres traían los pollos vivos atados acá en el brazo, además de rapadura, maní, la caña Aristócrata”, recordó.

Con gracia también describió cómo traían la mercadería de contrabando. “Ellos tenían calzoncillos con bolsillos y ahí ponían las botellas y pasaban. Cuando yo vine, le conocía a todas las villenas. Yo había comprado una cocina de hierro que tenía una canilla de agua caliente, así cocinaba para todos”, rememoró.

Doña Pomposa

“Gané la plata que quise porque trabajaba”, dijo con orgullo quien además supo tener 4 empleadas. Sin dudas era una gran época.

En el Almacén Virgen de Itapé vendía, carbón, kerosene, aceite al menudeo, platos de comida, de todo. Su labor comenzaba a las 5 de la mañana. Según ella “la vida era linda”.

Al frente estaba el diario La Provincia, cuyo director era de apellido Torres. De esa época recordó al periodista Mario Wilde, y otros tantos que ya no están.

«Siempre con los pobres», dijo Doña Pomposa

“Yo siempre preferí a la gente humilde, no a los caté. Yo daba de comer hasta las 2 de la tarde y ahí ya tenía el pobrerío con sus ollitas esperando, no eran resto, era lo que se aprovechaba”, sostuvo.

Sobre la calle que pasa frente a su casa, la Bajada Vieja, explicó que era la primera de Posadas. “Ese dato algunos no saben”, dijo la docente que supo trabajar con el padre Carlos Vinkel, alemán que hizo gran labor comunitaria en Encarnación, donde también hay una calle que lleva su nombre.

“Con el sacerdote misionero del Verbo Divino aprendí a trabajar con la comunidad. Aprendí a trabajar con gente humilde. El que más nos ayudó acá fue César Napoleón Ayrault. Él, donó la capillita y después el intendente Llamosas que venía y hacía asados en la calle para compartir con nosotros”, indicó.

Siempre agradeciendo a Dios por sus dos hijos, Doña Pomposa Amarilla del Valdéz, sumó cuantiosas anécdotas sobre la vida en la Bajada Vieja, sus personajes, las historias, cuando se armó la primera salita de atención primaria, hasta la luminaria nueva para reponer los focos que se estropearon por una tormenta.

Doña Pomposa

Bondadosa, charlatana y con un ánimo que contagia vida, esperanza y sabiduría, Doña Pomposa sigue firme y sin dudas con energía para varios años más.

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