Un techo que cubría la Casa de las Águilas, parte de este sitio de 500 años de antigüedad, se derrumbó durante una tormenta en abril del año pasado bajo el peso del granizo y la lluvia. Sólo causó daños menores a las ruinas aztecas, pero dejó al equipo luchando por proteger las ruinas aztecas en el centro histórico de Ciudad de México.
Un nuevo techo diseñado sobre el sitio, adyacente a las ruinas aztecas del Templo Mayor -el santuario más sagrado- debería estar listo a mediados de septiembre, dijeron los restauradores a Reuters durante una visita.
La tarea ha sido abrumadora: había que rediseñar un techo construido en la década de 1980 que fuese lo suficientemente ancho y fuerte para soportar condiciones meteorológicas extremas y proteger una zona con esculturas en relieve minuciosamente talladas y murales que representan a guerreros en procesión y rituales de derramamiento de sangre.
Tendrían que evitar construir nuevas vigas de soporte que dañaran el frágil suelo prehispánico y hacerlo todo en medio de una pandemia.
«Y a partir de ahí pues ya no paramos», dijo Mariana Díaz de León Lastras, jefa del departamento de restauración del museo del Templo Mayor. «Es una responsabilidad muy grande», añadió.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) supervisó el proyecto, incluido el complicado proceso de retirar el techo derrumbado sin dañar las ruinas aztecas.
«Todo se hizo de la calle para acá gracias a una grúa que estaba que nos autorizaron la Ciudad de México para que ingresara», dijo la directora del museo Templo Mayor, Patricia Ledesma Bouchan.
Para poder trabajar con seguridad sobre el sitio, el equipo construyó un suelo de madera, con ventilación para evitar el crecimiento de hongos, por encima del suelo original que los aztecas construyeron utilizando estuco, una combinación de cal y una sustancia viscosa conocida como «baba de nopal».
«Es como un impermeabilizante orgánico», dijo Ledesma.
Incluso mientras el equipo trabajaba en el nuevo tejado, con no más de 20 personas a la vez para cumplir con las regulaciones contra el COVID-19, tenían que revisar constantemente la estructura original de abajo. Para ello, construyeron puertas y ventanas en el suelo de madera, lo que permite ver el lugar de más de 500 años de antigüedad.
El impacto del cambio climático -una temporada de lluvias más larga, calor y frío más extremos- son factores que también hubo que tener en cuenta para la nueva cubierta, con una protección esencial para los coloridos murales que son vulnerables al sol.
«Estos cambios bruscos de temperaturas, estas fluctuaciones muy, muy grandes son lo que puede dañar los elementos», dijo Díaz de León Lastras.
Además de la nueva cubierta sobre la Casa de las Águilas, el equipo pretende reforzar y mejorar otras tres cubiertas del recinto este año.
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— misionesonline.net (@misionesonline) July 7, 2022
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