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Greenwashing : ¿cómo saber si una organización realmente toma medidas sustentables?

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Guerras, miles de hectáreas quemadas, contaminación extrema, climas sin precedentes,… Estos son los temas que forman parte de nuestra agenda diaria. A menos que se implementen medidas más sustentables, nuestro futuro se asemejará a una película de terror. El cambio climático ya es una realidad; y lo que viene de ahora en adelante será cada vez peor.

 

En base a este contexto, son cada vez más las personas que, a la hora de elegir qué producto o servicio comprar, optan por aquellos que tienen en cuenta a la sustentabilidad durante la totalidad de su proceso.

 

Muchas organizaciones, en respuesta a esta demanda, dicen ofrecer productos “eco-friendly”, además de compartir la preocupación social por el cuidado del ambiente. Sin embargo, ¿cuáles de estas intenciones son realmente genuinas y no una campaña que simplemente busca aumentar las ventas?

 

El greenwashing, o «lavado verde» en español, es una estrategia que ayuda a construir una imagen empresarial de responsabilidad ecológica, aunque esta es sumamente ilusoria. Estas organizaciones, por lo tanto, invierten más tiempo y recursos en etiquetar sus productos y marca como “verde” en lugar de realmente trabajar e implementar medidas en miras de la sustentabilidad.

 

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Cuando se emplea el greenwashing se abusa del movimiento ecológico para vender más o tener una mejor imagen. En la balanza de prioridades resultan más importantes las ganancias que el respeto, la confianza y el desarrollo sostenible.

 

En la mayoría de las situaciones la realización de greenwashing es una acción premeditada, llevada a cabo con semanas, e incluso meses, de planificación. Afortunadamente, cada vez hay más información acerca del greenwashing que ayuda a las personas a identificar a aquellas organizaciones que lo practican.

 

Algunos criterios o “banderas rojas” que podrían indicar que una organización está practicando greenwashing son:

 

1. Información imprecisa: se brinda información vaga y poco definida. También se emplean frases ambiguas, dando lugar a dudas e incertidumbre. Si una organización fuera realmente sostenible, se aseguraría de detallar lo mejor posible el proceso, ingredientes y medidas implementadas.

 

2. Etiqueta verde: en el ámbito de la publicidad y marketing se suele utilizar colores determinados para despertar emociones específicas e influir en las decisiones de compra de las personas.

Dentro del ámbito greenwashing otro factor esencial como cliente consiste en no dejarse
influenciar por la etiqueta color verde. Algunas organizaciones pueden intentar convencer a las personas de que son más eco-friendly modificando el diseño y color de su envase.

Sin embargo, esto no quiere decir que no se deba comprar un producto por el hecho de que su etiqueta sea de color verde, sino que esta no es razón suficiente para creer que es sustentable.

 

3. Sellos y certificaciones sustentables falsos: los sellos y certificaciones sirven como recurso para resaltar determinadas características sustentables de un producto, servicio u organización. Al ser de carácter oficial, garantizan certeza y credibilidad.

 

Son identificados con íconos o logos específicos. De todos modos, una organización que realiza greenwashing podría implementar sellos o certificaciones sustentables falsos, haciendo creer erróneamente que poseen un control y cumplimiento de estándares avalados oficialmente. Incluso, hay algunas organizaciones que crean sus propios sellos, sin verificación, con el fin de reforzar su mensaje ecológico.

 

Antes de comprar un producto, adquirir un servicio o confiar en que la organización cumple con los estándares pautados por la certificación, es fundamental corroborar que el sello que posea sea oficial. A modo de ejemplo, se pueden nombrar los sellos “Orgánico Argentina”, “Empresa B” y “Te protejo”.

 

Más allá de los consejos mencionados, y la gran cantidad disponible en internet, lo más importante es animarse a preguntar. El primer paso es comenzar a desarrollar un ojo crítico y atento, además de apoyarse en la sociedad, aunando esfuerzos para lograr un futuro genuinamente sostenible.

 

 

(*) Por Milagros Orcoyen, miembro del Área de Comunicación en el Centro de Desarrollo Sustentable GEO de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

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