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Tras 12 años de ausencia, el Cementerio de los Elefantes pudo volver a festejar una victoria en la Copa Libertadores. Colón dominó todo el partido, pero el golazo de Cepellini puso cuesta arriba una victoria que estaba en la palma de la mano. Farías fue el héroe del partido en el descuento, haciendo estallar al estadio.
No iba a ser un partido cualquiera para el sabalero. Después de más de una década de ausencia, los santafesinos podrían volver a disfrutar otra vez de la magia de la Copa Libertadores.
El DT, Julio César Falcioni, iba a salir al partido con una defensa de tres centrales para poder sacar la pelota con facilidad. La idea le funcionó de maravilla y entre Delgado, Goltz y Garcés marearon como quisieron la presión de Agustín Álvarez.
El delantero carbonero no podía estar sólo en la presión como hombre descolgado, viendo como sus compañero comenzaban a ceder terreno en una guerra de desgaste.
A los veinte de partido, Colón asfixiaba en su área a Peñarol, llegando a errar el primero de una manera estrepitosa. Delgado le sirvió en bandeja un regalo al Pulga Rodríguez, que sólo debía quitarle el lazo para materializar a puerta casi vacía, con Dawson vendido en el otro lado del área.
Sin embargo, el ‘10′ pecó en confianza, dejando tiempo suficiente para que la zaga carbonero pudiera tapar los huecos, estrellando el casi gol en el cuerpo de estos. La cara de Falcioni era un cuadro ante tremenda desdicha, pero el Pulga apenas tardó tres en redimirse del error y estrenar el marcador.
Esta vez, como si de un delantero puro se tratara, llegó en segunda línea para empujar a las mallas el despeje del arquero. Con el primero en el marcador, Colón se creció y Peñarol simplemente rezó para que no entraran más.
El arquero fue un seguro de vida, evitando el segundo en varios mano a mano y tiros desde media distancia. Con la cabeza agachada se marcharía Peñarol al vestuario, casi hundido.
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Con la reanudación, el equipo uruguayo parecía ser otro, mucho más incisivo y protagonista que en el primer tiempo. El choque cambió de tener un sólo dueño a ser de ida y vuelta, con el carbonero esperando atrás para salir a la contra.
Larriera cambió la táctica, dejando a Laquintana pegado a la banda para que fueran dos del sabalero a cubrirle y aprovechar el espacio dejado. La idea fue buena, siendo el extremo uno de la punta de lanza para el ataque. Sin embargo, Colón seguía llegando mejor, pero Dawson evitó la debacle.
El Pulga Rodríguez, aún con el remordimiento del primer fallo, estrelló hasta en dos ocasiones la pelota en el cuerpo del arquero. Cuando mejor estaba Colón, apareció Cepellini para con un golazo antológico dar las tablas al partido.
El medio se sacó de la chistera un tiro desde la esquina izquierda del área para colocarlo en el palo largo de Burián. El Cementerio de Elefantes se convirtió en un mausoleo para la hinchada local, enmudecida.
Con el empate, Peñarol intentó rascar segundos al reloj ralentizando el juego. El empate parecía valerles en este debut continental. La salida del Pulga dejó sin pólvora arriba a Colón que, sin ideas, comenzó a jugar a la desesperada.
Falcioni pedía calma a sus pupilos desde la banda, a sabiendas que eran mejores y que el gol llegaría de un momento a otro. No pudo ser de otra manera que casi en el descuento, en el 90′, Farías volviera a revivir el Cementerio de Elefantes.
En una jugada que parecía ensayada, Goltz amplió el saque de banda con la cabeza. El delantero, sin marca en el área, controló el esférico con el pecho para después empujarla al palo largo de Dawson. El estadio se rindió en el regreso triunfal de Colón a una competición que le echaba de menos. Victoria en el debut, y qué debut.
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Fuente: Diario AS
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