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Sebastián Carassai: “El optimismo sobre Malvinas no interpela a la sociedad con la misma fuerza que antes”

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Malvinas

El sociólogo y doctor en Historia Sebastián Carassai acaba de publicar «Lo que no sabemos de Malvinas. Las islas, su gente y nosotros antes de la guerra» (Siglo XXI Editores), un libro en el que despliega lo que todavía no sabemos o no abordamos sobre las islas. ¿Qué hay detrás de la «comunidad emocional» que sostiene que las Malvinas fueron, son y serán argentinas? ¿O cómo se generó y creció ese sentido común?, son algunas de las preguntas que el autor intenta responder en la investigación e indaga, además, en cómo es la sociedad heterogénea y próspera que hoy habita las islas y hasta qué punto la guerra los afectó.

 

-Escribiste un libro anterior sobre los años setenta y la violencia política y decidiste trabajar Malvinas por separado. ¿Por qué tomaste esta decisión? ¿Qué continuidades y rupturas encontraste?

 

-El tema “Malvinas”, en la Argentina, tiene dos historias. Una historia corta, en la que corona la fase declinante del régimen militar que se inició en 1976, y una historia más larga que atraviesa el siglo XX y puede remontarse al siglo XVIII, cuando tres potencias imperiales, Francia, Gran Bretaña y España, disputaban ese territorio. De haber incluido el tema Malvinas en mi libro sobre los setenta habría estado forzado a remitirme a la historia corta. Pero lo que encontraba en la prensa de los últimos sesenta y de la década del setenta me parecía que ameritaba un tratamiento más a fondo de una parte de esa historia más larga. Es lo que hice en este libro, que en sus diferentes capítulos cubre el período que va de mediados de los años treinta a la guerra.

 

En cuanto a las continuidades y rupturas diría que lo que permanece, al menos desde los cuarenta hasta la guerra, es lo que yo llamo una “comunidad emocional” en torno a las islas. En el centro de esa comunidad emocional está la convicción de que las Malvinas “fueron, son y serán argentinas”.

Con diferentes intensidades y modulaciones, las canciones que se compusieron sobre las islas en esas cuatro décadas, que forman parte de los materiales que analizo en mi libro, prueban que esa comunidad emocional siempre estuvo presente. Muchos otros elementos, sin representar una ruptura, sí evidencian cambios. Por ejemplo: el ingreso de la cuestión Malvinas a la agenda internacional, cuando a mediados de los sesenta las Naciones Unidas adoptan la Resolución 2065. O la convicción bastante extendida a mediados de los setenta de que las islas podrían albergar en sus aguas una especie de nuevo Kuwait. La evolución de la cuestión Malvinas en la sociedad argentina es inescindible de ese tipo de noticias que en sí mismas agitaban el nacionalismo, sin necesidad de que nadie se pusiera al frente de la agitación.

 

-Contás en el libro que en los 70, Malvinas ocupó un lugar destacado del debate público, en las encuestas, en los manuales escolares. ¿Por qué crees que perdió hoy ese lugar?

-En la segunda mitad de los sesenta, fundamentalmente a partir de que trasciende que la Argentina y el Reino Unido están manteniendo conversaciones sobre las islas, el tema comienza a ocupar en la opinión pública un lugar inédito. Las Malvinas se vuelven tema y tapa de revistas muy leídas y prestigiosas.

Los encuestadores comienzan a incluir el tratamiento oficial de la cuestión Malvinas en sus mediciones sobre la opinión del ciudadano de a pie acerca del desenvolvimiento del régimen militar de entonces, encabezado por el general Onganía. Ese entusiasmo no desaparece del todo aún cuando se conoce que el memorándum de entendimiento de 1968, que enunciaba un principio de acuerdo entre el Reino Unido y la Argentina, no había sido refrendado a nivel gubernamental.

 

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En cualquier caso, cuando en los sesenta y setenta se hablaba de “Malvinas” en la prensa y en la opinión pública argentinas, el horizonte lucía esperanzador, todo estaba por ganarse, “Malvinas” era parte del futuro. La guerra perdida y sus secuelas modificaron ese panorama. No es que hoy no existan voces optimistas; las hay, tanto en el llano como en las oficinas públicas. Pero ese optimismo no interpela a la sociedad con la misma fuerza que antes. No tengo estadísticas al respecto, pero mi intuición es que hoy “Malvinas”, para muchos, si no para una mayoría de la sociedad argentina, remite fundamentalmente al pasado, a la guerra, y no al futuro.

 

-¿Cuál crees que es hoy el núcleo de «lo que no sabemos de Malvinas» y por qué crees que se da ese desconocimiento?

-El título que mis editores dieron al libro, “Lo que no sabemos de Malvinas”, capta bien el hecho de que, en un tópico en el que contamos con miles de libros escritos desde las más diversas disciplinas, además de una también numerosísima producción artística, todavía quedan preguntas por hacerse. Yo respondo en el libro las que me hice yo, por ejemplo: ¿qué sabían los argentinos de la comunidad que habitaba las islas antes de la guerra? ¿qué sabían los isleños de los argentinos? ¿qué pasó durante la década del setenta, cuando el Acuerdo de comunicaciones hizo posible que isleños y argentinos se relacionen y conozcan de un modo inédito, tanto en las islas como en el continente? Es decir, creo que lo que ignoramos de Malvinas, al menos en el sentido aludido en el título de mi libro, refiere no tanto a una falencia en la diseminación de lo que ya sabemos de las islas, como si de lo que se tratara fuese de extender a muchos el saber de unos pocos, sino a la necesidad de formularnos nuevas preguntas, y de hacerlo con honestidad. Me refiero a formularnos preguntas cuyas respuestas realmente no conozcamos, interrogantes motivados por las ganas de descubrir y conocer más que por el mandato de o el impulso a probar lo que ya sabemos.

 

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