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Mafalda: hoy se cumplen 60 años de uno de los íconos del comic nacional y reflejo de la sociedad

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Mafalda

Ahora estaría sentada en su banquito, frente al globo terráqueo vendado como un paciente malherido y plantado en un atril de patas finas, al que ella le diría, con ojos piadosos: “Pobrecito… Te duele Ucrania ¿no?”.

Esa era Mafalda. Así veía al mundo, al geográfico y al de los adultos, embellecidos ambos por The Beatles y el Pájaro Loco y enchastrado por la horripilante sopa, horca caudina de los chicos.

Como ya es un mito, la fecha de su nacimiento se pierde en el Olimpo. La fijan un 15 de marzo, hoy cumpliría años, de 1962, o de 1963. Para su autor, el inolvidable Quino que era la versión dibujante talentoso de Mafalda, la nena nació el día que apareció por primera vez como tira, el 29 de septiembre de 1964. De manera que hoy debería soplar sesenta velitas, o cincuenta y nueve, o cincuenta y ocho, pero dentro de algunos meses. A quién le importa.

Mafalda siempre será la chica atrevida, inteligente, pensante, aguda, tierna, corrosiva, oportuna y traviesa que marcó a varias generaciones de argentinos que padecieron dictaduras, dictablandas y gobiernos democráticos violentos, corruptos, palurdos o estúpidos. Todo lo hizo Quino en los nueve años que vivió Mafalda, que ya es eterna, y que quedó como testigo a futuro del tembladeral al que se asomaba Argentina a finales de los 60 y principios de los 70.

Mafalda
Una de las últimas veces que Quino fue visto posando junto a su creación, Mafalda.

No tenía ese destino de pitonisa infantil. Iba a ser el emblema, o la cara visible de una campaña publicitaria de Siam Di Tella, la empresa de electrodomésticos que nos enfriaba el verano con aquellas heladeras de manija de bola, o con los ventiladores que, oh milagro, giraban ida y vuelta, estupefactos. Un símbolo de aquel país que buscaba la industrialización, antes de que a algún genio se le ocurriera teorizar, y afirmar, que la mejor manera de acabar con el peronismo era acabar con las chimeneas.

Esos fueron los años de Mafalda. Aquella campaña publicitaria para Siam nunca salió a la luz, y Quino cajoneó a la Mafalda prehistórica hasta que otro genio del humor de aquellos años, Miguel Brascó, la llevó al suplemento humorístico “Gregorio”, de la revista “Leoplán” (jurásico del periodismo, pero no tan lejano), donde se publicaron sólo tres “tiras”. En 1964, Quino y Julián Delgado, director de la revista política Primera Plana, acordaron darle larga vida a la nena terrible que apareció, en nuevas “tiras”, junto a sus padres el 29 de septiembre, la fecha que Quino daba como la del nacimiento de su hija dilecta.

En marzo de 1965, ya con nuevos personajes como el dientudo Felipe, Mafalda deja de publicarse en Primera Plana y Quino abandona la revista, embarcada en un proceso de demolición del gobierno del radical Arturo Illia. Brascó vuelve a intervenir para que la tira siga en el legendario diario El Mundo, que publicaba la Editorial Haynes, donde Mafalda vuelve a la luz apenas a una semana de haber dejado Primera Plana: ya era un personaje esperado y buscado por miles de lectores deleitados con sus andanzas. No se trataba de un personaje infantil, que también, sino del chico que cada lector calzaba en su interior, que no es poco.

En aquel diario El Mundo, Mafalda ganaba lectores con su mirada franca y descarada: Quino empezó a escribir verdaderos editoriales políticos en los cuadritos de la historieta, que empezó a publicarse en los diarios del interior. Al día siguiente del golpe militar que el 28 de junio de 1966 tumbó al gobierno de Illia, una demudada Mafalda, sólo boca, ojos y pómulos que desbordaban el alto del único cuadro del día, se preguntaba: “Entonces, ¿eso que me enseñaron en la escuela?”. Nunca tuvo respuesta.

Las “tiras” de Mafalda se hicieron libros y cuando El Mundo cerró en diciembre de 1967, sus lectores la perdieron por seis meses, hasta que reapareció en la revista semanal de actualidad Siete Días, que publicaba la Editorial Abril. Allí vivió hasta que, el 25 de junio de 1973, Quino decidió no dibujarla más. Para entonces Mafalda era ya un éxito internacional y sus tiras, en libro, aparecían en Italia y España, donde el franquismo ordenó agregar en tapa que se trataba de una lectura sólo para adultos.

Esa fue la historia de nueve años de Mafalda y su banda urbana de pequeñajos filósofos con ideas propias, que el clima político argentino tornó en “peligrosas”. Tanto, que uno de los juegos y debates típicos de los fans de la historieta consiste hoy en intentar desentrañar quiénes de los personajes de Quino hubieran sobrevivido a los violentos años 70 y a la dictadura militar instalada en marzo de 1976.

 

Quién fue Joaquín Salvador Lavado Tejón “Quino”

Hijo de inmigrantes españoles, Joaquín Salvador Lavado Tejón nació en la ciudad de Mendoza el 17 de julio de 1932 y falleció a los 88 años en la misma ciudad, el 30 de septiembre de 2020.

Adoptó el seudónimo de Quino para que no se lo confunda con su tío Joaquín, también ilustrador y de quien recibió una gran influencia. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de su provincia natal y en 1954 se estableció en Buenos Aires.

Publicó en diarios y revistas de la Argentina y de distintos países del mundo. Sus tiras y viñetas aparecieron en «Vea y «Lea», «Leoplán», «Rico Tipo», «TV Guía», «Panorama», «Atlántida», «Primera Plana», «El Mundo», «Siete Días», «Triunfo» (España) y «Revista Viva», entre tantísimos medios.

Mafalda resultó su obra más emblemática. Pero además publicó una veintena de libros que lo consagraron dentro y fuera del país. Entre ellos se destacan “Mundo Quino”, “A mi no me grite”, “Bien, gracias, ¿y usted?”, “Quinoterapia”, “Todo Mafalda” y “Simplemente Quino”.

También recibió múltiples premios. Entre los más importantes se encuentran el Premio Principe de Asuturias de Comunicación y Humanidades (2014), la Palma de Oro en el Salón Internacional del Humorismo de Bordighera (1978), el Premio Dibujante Internacional del Año (Canadá, 1982), el premio de caricatura La Catrina (Feria Internacional del Libro de Guadalajara, 2003) y el premio Konex a la trayectoria (2012).

 

(Fuente: Infobae y Télam)

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