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Último Primer Día | Proponen crear espacios supervisados para evitar consumo de drogas: «Un UPD que dignifique a la juventud desde un lugar más creativo»

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En muchos casos, celebración es sinónimo de consumo de bebidas alcohólicas y en este particularmente resulta mucho más preocupante. Es que una de las propuestas del UPD consiste en pasar la noche previa al primer día de clases en un contexto de fiesta y asistir al establecimiento escolar en estado de ebriedad.

Ha sucedido en ocasiones anteriores que las autoridades de la escuela deban comunicarse con los tutores para retirar a alumnos que se descomponían en clase. En el peor de los casos, según explica Corina Dousset, se incluye una parada en el hospital por cuadros de intoxicación por mezcla de sustancias y coma alcohólico.

Dousset se desempeña en Orientación, Consejería y Tratamiento dentro de Etics, un espacio terapéutico pensado para la recuperación física y psicológica de personas con problemas de consumo de sustancias. En diálogo con MisionesOnline, llamó a los padres e instituciones a acompañar estas actividades y proponer otras iniciativas.

«Siempre llegamos tarde los adultos, nos enteramos de las tragedias en el diario del lunes. El último primer día es un ‘ritual’ que creó la juventud y los rituales son propios del ser humano, los necesitan. Lo que pasa es que los chicos corren riesgos innecesarios, aumentando la cantidad y frecuencia de consumo».

En Argentina está prohibida la venta de bebidas alcohólicas a menores de 18 años, sin embargo existe el comerciante que habilita. Según el SEDRONAR, en la secundaria aumenta el porcentaje de adolescentes que consumen alcohol, y se trata de una conducta riesgosa por encontrarse en edad de desarrollo.

Ya en nuestro cuerpo, el alcohol actúa como un depresor del sistema nervioso central, es decir que inhibe la actividad en algunas neuronas y disminuye así la capacidad de una zona del cerebro encargada de la toma de decisiones y el autocontrol. Y los efectos en el cerebro no son los únicos, ya que abre las puertas a generar otras enfermedades como la diabetes.

«Uno no quiere ser fatalista, pero los daños pueden ser irremediables. Si no tomamos conciencia, esos chicos no llegarán a ser adultos con los recursos cognitivos que necesitan. Si no orientamos y acompañamos a los jóvenes, terminan en Emergencias o en situaciones críticas», explicó.

 

Orientación y acompañamiento

La prohibición no es el camino correcto ni mucho menos una propuesta que va a llevar a la solución. Según precisó Dousset, de negar este tipo de actividades los jóvenes encontrarán la manera de concretar los encuentros de igual manera, lo que no contribuye a modificar este tipo de conductas.

Como medida paliativa, entonces, sostuvo que lo ideal sería acompañar a los adolescentes a crear un espacio donde sean supervisados e inclusive se organicen otras actividades, solidarias por ejemplo: «¿Cómo lo hacemos? Proponer un ritual más positivo y no de desborde y autolesión».

«Lo que hizo Santi Maratea en 24 horas es un ejemplo, ¿por qué entonces no ser más solidarios? Hacer un Último Primer Día que dignifique la juventud desde un lugar mucho más creativo. Hay que facilitarles el lugar y no negárselo. De lo contrario, en el caso más grave, puede significar un riesgo tanto para el chico como para la escuela», acotó.

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