
Las inundaciones y los corrimientos de tierra siguen devastando el sudeste de Brasil, una región anegada por varios días de lluvias constantes. Al menos 24 personas han muerto en los últimos días y 17.000 se han visto obligadas a abandonar sus hogares. La Agencia Nacional de Minería está vigilando 42 presas” por temor a que puedan reventar”.
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