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Análisis semanal: Un voto contra Misiones

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Para Misiones, por ejemplo, la caída del presupuesto es también la caída de un plan de obras por casi 100 mil millones de pesos que se iba a ejecutar en los 77 municipios y que incluía escuelas, comisarías, hospitales, viviendas, pavimentación de caminos, obras de agua potable y cloacas.

 

Pierden también los jubilados misioneros porque se cae la transferencia automática de fondos por más de 58 mil millones de pesos que estaba prevista para las provincias que no transfirieron sus regímenes previsionales a la Nación.

El voto negativo al presupuesto es un voto en contra de los usuarios de los servicios de transporte público de pasajeros de corta y media distancia del mal llamado interior del país, ya que el proyecto preveía un partida de 46 mil millones de pesos para compensar los desequilibrios financieros del transporte público en las provincias.

Es además una cachetada a los docentes porque deja sin vigencia el Fondo Nacional de Incentivo Docente que finaliza el último día de este año e implica una pérdida de más de 2 mil millones de pesos cuyo destino original era el bolsillo de maestros y profesores misioneros.

Votar en contra del presupuesto conspiró también contra la posibilidad de que la provincia finalmente tuviera un régimen impositivo diferenciado, ya que el proyecto en cuestión facultaba al Ejecutivo Nacional a crear áreas especiales aduaneras en zonas de frontera en las que se verifique un intenso intercambio comercial con países vecinos, tal el caso de Misiones.

“Entre las consecuencias más inmediatas se destacan las que afectan a la educación, los fondos previsionales, el transporte público y, en el caso de Misiones, la posibilidad de la creación de una Zona Aduanera Especial para revertir las asimetrías con el comercio de Brasil y Paraguay”, resumió el secretario de Hacienda de la Provincia, Adolfo Safrán, al referirse a la caída del proyecto.

Buena parte de esos beneficios para la provincia, como el plan de obras y la zona especial aduanera, no estaban previstos en el proyecto de presupuesto que fue enviado por el Ejecutivo nacional hace varios meses y su inclusión demandó un esfuerzo denodado del Gobierno provincial a través de intensas gestiones del gobernador Oscar Herrera Ahuad; el presidente de la Legislatura, Carlos Rovira y los diputados nacionales renovadores, especialmente el apostoleño Diego Sartori.

Lo originalmente era un proyecto de presupuesto muy mezquino para con los intereses de Misiones, se transformó en una herramienta que garantizaba respuestas concretas a necesidades históricas de la provincia.

A pesar de ello, los diputados nacionales misioneros de Juntos por el Cambio: Alfredo Schiavoni, Martín Arjol y Florencia Klipauka votaron en contra dejando un ejemplo práctico de lo que ocurre cuando la disciplina partidaria se impone sobre los intereses de la provincia que deberían representar.

En declaraciones previas al tratamiento del proyecto, los tres habían anticipado que en general votarían en contra, pero que irían por la positiva cuando se trataran en particular los artículos que benefician a la provincia, reconociendo que el proyecto era positivo para Misiones.

Dicha estrategia, la de votar en contra en general y a favor en particular, podría haber sido razonable en un contexto en el que estuviera asegurada la aprobación en general del proyecto, como ocurriera en años anteriores cuando el oficialismo tenía mayoría propia, pero no tiene mucho sentido en las condiciones actuales en las que el oficialismo necesita del acompañamiento de por lo menos una parte de la oposición para aprobar cualquier cosa.

Lo que ocurrió fue que Arjol, Schiavoni y Klipauka votaron en contra cuando se puso a consideración el proyecto en general y, como era previsible para cualquiera que supiera contar, luego nadie tuvo posibilidad de votar en particular ninguno de los artículos porque el proyecto se derrumbó.

Los intereses de los misioneros estaban claramente representados en el presupuesto, pero pudo más el mandato de la cúpula de Juntos por el Cambio, más entusiasmada con la posibilidad de poder restregarle en la cara una derrota a “los cumpas” que con la responsabilidad de sacar al país de la severa crisis en la que se encuentra, en buena medida gracias al gobierno de Macri.

“No entendemos ese tipo de comportamientos políticos. Nosotros no somos ni uno ni otro de los protagonistas de esta grieta inútil que divide al país. Trabajamos y cumplimos con la promesa al pueblo de Misiones que es nuestro único jefe”, consideró Herrera Ahuad, visiblemente ofuscado con el voto de los legisladores misioneros opositores.

Rovira reafirmó el compromiso de “seguir luchando por el sueño de una Misiones cada vez más próspera, floreciente y pujante, sin mezquindades políticas”.

Los intendentes, indignados por lo que entienden como un comportamiento destructivo por parte de la oposición, preparan un repudio conjunto al voto de los diputados opositores. En la misma línea también se manifestarán algunas cámaras de comercio y asociaciones empresariales que tenían la ilusión de contar con una herramienta de crecimiento y generación de riqueza que fue derrumbada con el voto opositor.

 

¿Culpa de Máximo?

Lo que resulta particularmente reprochable del rechazo opositor al proyecto de Presupuesto es que se haya producido antes de que se agotaran las instancias de negociación y luego de que el propio ministro de Economía, Martín Guzmán, se comprometiera a atender las objeciones presentadas desde distintos bloques.

Momentos antes de la votación se había mocionado devolver el proyecto a comisión y había acuerdo entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio para continuar por esa vía. Pero a la postre la oposición se negó a reabrir el debate en comisión y lisa y llanamente votó en contra del proyecto.

Lo que supuestamente hizo cambiar de parecer a los opositores fue una breve intervención de Máximo Kirchner en la que les recordó a sus pares de Juntos por el Cambio que la deuda con el FMI había sido tomada por el gobierno de Mauricio Macri y lamentó que esa decisión no hubiera sido debatida en su momento por el Congreso.

Lo hizo en un tono de agresividad no muy distinto al que se escuchó durante la mayor parte del extenso debate y nada de lo que dijo se aleja de la más estricta realidad, sin embargo sus palabras provocaron una enfervorizada indignación en la bancada opositora que arremetió a los gritos contra el flamante presidente del PJ bonaerense.

Más que una muestra de prepotencia, lo de Máximo fue de una enorme e imperdonable ingenuidad. Le dio a la oposición una excusa para que hicieran lo que querían hacer desde que se presentó el proyecto: tumbarlo para luego celebrarlo como si se tratara de un logro ecuménico.

El hijo de Néstor volvió a demostrar que el puesto le queda grande y con su inoportuno discurso permitió que Juntos por el Cambio responsabilizara al oficialismo por su voto negativo. “Máximo dinamitó el acuerdo” repetirán luego los representantes de la UCR y el PRO en consonancia con la interpretación de los medios más afines a la oposición.

Más allá de la evidente torpeza política del diputado frentetodista, resulta por lo menos llamativo que la oposición termine decidiendo su voto en una materia tan importante para el país como lo es la ley de leyes como reacción a un breve discurso en el que no se dijo nada que no se haya dicho muchas veces antes.

 

Argumentos en contra

Desde la oposición defienden su voto aduciendo groseras falencias técnicas en el proyecto de presupuesto que llegó al recinto. La principal acusación fue que se estaba subestimando deliberadamente la inflación -y por ende los recursos tributarios-, de manera de poder luego, cuando los verdaderos números de la economía se manifestaran en la realidad, manejar las nuevas partidas con criterio discrecional.

El planteamiento de los opositores es cierto, pero también es cierto que esa es una constante en todos los proyectos de presupuesto que fueron aprobados en años anteriores. Por ejemplo, el Presupuesto 2018 presentado por el Gobierno de Macri preveía una inflación de 17% y el de 2019, una de 23%, números que no se los creían ni los más entusiastas partidarios del PRO.

Para dar respuesta a ese planteo, Guzmán ofreció a la oposición incorporar al presupuesto un “mecanismo transparente” para asignar los nuevos recursos que pudieran surgir a partir de una mayor inflación. Si a mediados de año los recursos eran superiores a los planificados, el Gobierno enviaría una enmienda al Congreso para aprobar el destino de esos fondos.

Pero si lo que le preocupaba a la oposición era que el Gobierno tuviera fondos de manejo discrecional al subestimar la inflación, al tumbar el presupuesto no hizo más que ampliar mucho más todavía el rango de discrecionalidad que tendrá el Ejecutivo porque ahora gestionará con el Presupuesto del año anterior y con muchos sistemas de distribución automática de recursos vencidos.

Quienes deberán trabajar en doble turno gracias al triunfo opositor son los gobernadores que se quedaron sin la previsibilidad que les otorgaba el Presupuesto y deberán volver a golpear las puertas de la Nación.

 

¿Una piedra en el camino a la renegociación?

Inmediatamente después de la caída del presupuesto, el ministro de Economía, Martín Guzmán, advirtió que el voto opositor dificultaría la renegociación de la deuda con el FMI.  “Nos debilita como Estado Nación dentro de la Argentina y ante el mundo. Y eso nos lastima”, escribió en Twitter.

Consideró dejar al país sin presupuesto “significa rechazar la programación macroeconómica que viene siendo la base de las negociaciones con el FMI para refinanciar la deuda absurda y dañina de u$s44.000 millones que tomó el mismo espacio político que hoy ‘volteó’ el presupuesto. Y claro, afecta las negociaciones”.

Tras ese posteo en las redes, Guzmán se comunicó -junto a Alberto Fernández- con Kristalina Georgieva, en una conferencia que estaba pautada con anterioridad al tratamiento parlamentario del presupuesto.

Por lo pronto, tras la videoconferencia, Georgieva hizo una declaración alentadora en el sentido de que las conversaciones van por el buen camino y se llegará a un acuerdo. Con o sin presupuesto.

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