Superado el último deadline del cronograma electoral, escrutados los votos y cumplidos los rituales de los vencedores y los vencidos ya no habrá motivos para sostener lo que se haya erigido con fines exclusivamente electorales y comenzará un tiempo de transición hacia nuevos escenarios.
En el plano nacional se plantean más dudas que certezas, pero a escala provincial hay sobrados motivos para incurrir en el optimismo, no como una mera expresión de deseo sino como resultado de un análisis puramente racional.
La principal incógnita en el terreno de la política nacional no pasa por los resultados de las elecciones, anticipados en las PASO, sino por cómo quedará establecido el equilibrio de poderes dentro de la alianza gobernante.
La catástrofe electoral de las primarias provocó un estallido interno en el Frente de Todos que fue contenido por las urgencias electorales antes que por un acercamiento real entre las partes. Eso quedó claro en el acto de cierre de campaña, en el que Alberto Fernández intentó proyectar una imagen de unidad pero a su vice Cristina Fernández, una maestra en el arte de la comunicación no verbal, le bastaron algunos gestos de frialdad calculada para arruinar ese plan.
La cercanía de las elecciones fue el engrudo que mantuvo pegado lo que se había roto después de las PASO.
La cercanía de las elecciones fue el engrudo que mantuvo pegado lo que se había roto después de las PASO.
El temor a perder el voto del núcleo duro del kirchnerismo llevó al presidente a agachar la cabeza y acatar en silencio todas las imposiciones de su vice, sin embargo eso podría cambiar el lunes cuando comenzará una nueva etapa en la que Alberto ya no necesitará los votos de Cristina, al menos por los siguientes dos años, pero en la que emergerá como una figura debilitada con necesidad de sumar respaldo político para mejorar su imagen.
¿Dónde buscará Alberto ese respaldo? Ese es más o menos el meollo del asunto. No tiene muchas alternativas: podría seguir refugiado bajo el paraguas del kirchnerismo, para lo cual debería resignar definitivamente el manejo del gobierno a manos de los designios del Instituto Patria o buscar el apoyo del amplio y variopinto arco político que está por fuera del núcleo cristinista pero tampoco se identifica como opositor a su gobierno.
En ese plan cobra relevancia la figura del jefe de Gabinete Juan Manzur, principal armador del proyecto albertista. Desde que asumió, en lo más álgido de la interna del Frente de Todos, buscó establecer lazos con gobernadores peronistas no alineados con Cristina y de fuerzas independientes (no es casualidad que su primera reunión haya sido con Oscar Herrera Ahuad), además de intendentes del Conurbano bonaerense, sindicalistas y referentes de movimientos sociales que resisten frente a las ambiciones expansionistas de La Cámpora.
De hecho, mientras Alberto volvía a manifestarle públicamente su cariño a Cristina en el acto de cierre de campaña de Merlo y recibía a cambio una mueca parecida a una sonrisa, su Jefe de Gabinete se encontraba en medio de un raid por San Juan, Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero, Salta y Tucumán para acumular masa crítica a favor del proyecto albertista.
Ante ese escenario, la decisión del Frente Renovador misionero de hacer rancho aparte de la grieta demostró ser la más acertada, porque liberó a la Provincia de las ataduras del mandato partidario y la ubicó en una posición de fortaleza frente a un Gobierno nacional necesitado de respaldo.
La próxima conformación del Congreso vendrá a reforzar el acierto del Frente Renovador de transitar el camino del misionerismo.
Más allá de que el Gobierno nacional consiga recuperar terreno respecto a los pobres resultados de las PASO, deberá transitar los próximos dos años en un contexto de mayor equilibrio en ambas cámaras. Incluso es muy probable que pierda el quorum propio en el Senado –territorio dominado por Cristina- de no revertir resultados en al menos dos de las provincias que eligen representantes en la cámara alta.
Uno de los resultados posibles es que el oficialismo se quede con 36 de los 37 senadores necesarios para tener mayoría propia, con lo cual el voto de la renovadora Maggie Solari sería la llave que necesitaría el Gobierno para destrabar cada votación.
En el escenario que se viene, cada proyecto que pretenda impulsar el Gobierno nacional será una posibilidad para obtener algo para Misiones.
En el escenario que se viene, cada proyecto que pretenda impulsar el Gobierno nacional será una posibilidad para obtener algo para Misiones.
De allí el énfasis que pone el oficialismo provincial en la ventaja que representaría tener la mayor cantidad posible de legisladores nacionales renovadores. Porque no deberán responder al mandato partidario del Frente de Todos ni al de Juntos por el Cambio y con cada uno de ellos Misiones tendrá una herramienta más para impulsar sus reclamos frente a la Nación.
Dando una nueva muestra de capacidad para anticipar escenarios, el conductor de la renovación, Carlos Rovira, comenzó a mover sus fichas antes de que el nuevo equilibrio de poderes en el país resultara evidente para el resto.
Cuando prácticamente toda la dirigencia política tenía la cabeza metida en la campaña electoral, el presidente de la Legislatura provincial anunciaba un nuevo bloque en el Congreso nacional, al que bautizó Neo Revisionista, que de consolidarse tendría el poder de arbitrar entre Juntos por el Cambio y el oficialismo y con ello poner a Misiones en un lugar de centralismo inédito, al menos en la historia reciente.
El voto premio, el voto castigo y el voto útil
Los relevamientos realizados por encuestadoras en Misiones plantean un escenario de polarización con final cerrado entre el Frente Renovador y Juntos por el Cambio. Ambos frentes tienen un diputado asegurado y se diputan la tercera banca.
El castigo a la gestión de Alberto Fernández, que no consiguió cubrir las expectativas que había generado en buena parte del electorado misionero, aparece como el principal motor del voto a la lista de Juntos por el Cambio, cuyo sello partidario está más sólidamente identificado como oposición al Frente de Todos que el resto de los participantes en la contienda electoral.
El principal motivo que impulsa al voto renovador es el premio a la gestión provincial encabezada por el gobernador Oscar Herrera Ahuad y a la de muchos intendentes, principalmente el posadeño Lalo Stelatto, a quien le bastaron menos de dos años para cambiarle la cara a la ciudad.
El principal motivo que impulsa al voto renovador es el premio a la gestión provincial encabezada por el gobernador Oscar Herrera Ahuad y a la de muchos intendentes, principalmente el posadeño Lalo Stelatto
Pero sobre el final de la campaña también comenzó a sumar para la renovación el voto útil de un grupo importante de misioneros que en las PASO eligieron la boleta del Frente de Todos, pero frente a las escasas posibilidades de que entre un diputado por ese espacio, prefieren votar al Frente Renovador para evitar que ingresen dos diputados de Juntos por el Cambio.
Como tercero en discordia aparece el candidato del PAyS, Isaac Lenguaza, quien encabeza la lista que representa al Frente de Todos en Misiones. A quien fuera presidente del Colegio de Abogados de la provincia le tocó remar la campaña prácticamente en soledad y con muy escasos recursos dado el virtual retiro de la escena del kirchnerismo, cuyo candidato Javier Gortari se quedó con una participación testimonial en la lista luego de su pobre desempeño en las PASO.
Lejos de la posibilidad de competir por una banca, pero con el incentivo de hacer una elección que consolide a los espacios políticos que representan, aparecen la libertaria Ninfa Alvarenga, de Libertad Valores y Cambio, quien aspira a mejorar su performance de las PASO sumando parte del caudal de votos del PRO que se quedó sin candidato en la lista de Juntos por el Cambio y Eduardo Cantero, del Partido Obrero, única fuerza de izquierda en la oferta electoral misionera.
Escenario económico
La otra gran incógnita que plantea el escenario post electoral pasa por una economía nacional que presenta considerables desequilibrios a los que hay que agregar la incertidumbre generada por la política.
Dólar, inflación y crecimiento son las tres caras de un cubo de Rubik que resulta indescifrable para un Gobierno nacional que cada vez que logra acomodar una de las caras, se le desarman las otras dos.
La brutal caída que tuvo la economía argentina en 2020 obliga a priorizar el crecimiento. El Gobierno busca acelerarlo calentando el mercado interno a fuerza de emisión, pero el aumento de dinero circulante presiona sobre el dólar blue y la inflación. Entonces la inflación conspira contra el crecimiento y presiona sobre el tipo de cambio oficial.
El cepo cada vez más estricto para mantener pisado al dólar oficial no alcanza para contener a una inflación que se retroalimenta de las expectativas dando forma a una profecía autocumplida.
Con el dólar metido “en el más profundo de los freezers” –parafraseando a un exministro de Gobierno misionero- y la inflación girando en el microondas, el atraso cambiario resulta un destino inevitable.
Pero un dólar poco competitivo para las exportaciones no es un elemento deseable, especialmente para un país como Argentina con bajo interés para los inversores, que depende exclusivamente de las ventas al exterior para disponer de divisas y que además necesita dólares para pagar la montaña de deudas en esa moneda que dejó el gobierno de Macri.
Argentina necesita que el aumento del tipo de cambio oficial y la inflación converjan. El modo más rápido de hacerlo sería acelerando la devaluación para que recupere el terreno perdido frente a la inflación.
El problema de la conocida receta de la devaluación de shock es que termina acelerando la inflación, lo que sería un suicidio cuando los precios aumentan a más de 3% mensual con el dólar pisado como ocurre en Argentina actualmente.
Lo lógico sería entonces bajar primero la inflación, pero para eso el libro de la ortodoxia receta moderar la emisión monetaria, lo que enfriaría el consumo y con ello el crecimiento de la economía, cuyo repunte era el objetivo principal.
Entonces el Gobierno transita el camino de la heterodoxia y busca en la imposición de precios máximos la herramienta que le permita bajar la inflación sin necesidad de ajustar emisión y gasto. El problema es que esa herramienta ya fue probada sin éxito en incontables oportunidades y a juzgar por los números de octubre, que marcó una inflación de 3,5%, tampoco estaría dando resultado en la actualidad.
El Gobierno transita el camino de la heterodoxia y busca en la imposición de precios máximos la herramienta que le permita bajar la inflación sin necesidad de ajustar emisión y gasto.
Los analistas especulan con una reducción moderada en la emisión monetaria que acompañe al congelamiento de precios. Entienden que cumplidas las elecciones el Gobierno nacional tendría menos incentivos para continuar con el plan “platita en el bolsillo” lo que posibilitaría volver a una senda de mayor disciplina monetaria.
Las claves del verano para la economía pasaran por el balance del dólar turismo y la cosecha fina que comenzará en diciembre y que aportará recursos frescos para recomponer las alicaídas reservas.
Por el lado del turismo, el Gobierno espera que el Previaje incentive a muchos argentinos a pasar sus vacaciones dentro del país, lo que evitaría la fuga de divisas por esa vía.
Por otra parte, el aumento del dólar blue vuelve a Argentina un destino conveniente para turistas que lleguen con dólares en sus manos, pero el atraso del dólar oficial –que es el que se aplica a las compras con tarjeta de crédito- desanima a los viajeros que acostumbran a contratar alojamiento y servicios a través de Internet y llegar a destino con todo pagado.
Ventajas para Misiones
Cuando se lo analiza desde la perspectiva provincial, el contexto económico presenta una serie de particularidades, todas beneficiosas.
El incremento del tipo de cambio paralelo en combinación con la apertura de las fronteras puso a Misiones en una posición ventajosa en el intercambio comercial frente a Brasil y Paraguay, dato para nada menor en una provincia que no tiene ningún punto de su geografía que diste más de 50 kilómetros de alguna frontera con esos dos países.
La eliminación del requisito del PCR para ingresar al país a hacer tránsito vecinal fronterizo que se concretó esta semana demostró ser el elemento que faltaba para que se dispare el ingreso de brasileños a Misiones y con ellos se dinamice la economía de los municipios en las costas del Uruguay y el Iguazú.
En Puerto Iguazú la incidencia de los brasileños en el comercio puede apreciarse en las filas de más de 200 metros frente a todos los surtidores habilitados para el despacho de combustible a extranjeros. También en el portugués que por momentos parece el idioma oficial en las mesas de restaurantes y bares de la ciudad de las Cataratas.
En Bernardo de Irigoyen se dispararon las ventas de bebidas, especialmente vinos, alimentos e indumentaria.
En Posadas la reapertura del puente que la conecta con Encarnación todavía no tuvo mayor impacto. El cupo diario de 1.600 ingresos al país que dispuso la Nación está actuando como un cuello de botella cada vez más angosto. Todos los días ese cupo se termina más temprano dejando del lado paraguayo a cada vez más argentinos que deben esperar hasta las 0 horas del día siguiente para volver, pero también a cada vez más paraguayos que se quedan sin poder cruzar a hacer sus compras.
Es que Posadas se convirtió en una plaza comercial más atractiva que Encarnación, contrariamente a lo que pasaba en años anteriores.
Posadas se convirtió en una plaza comercial más atractiva que Encarnación, contrariamente a lo que pasaba en años anteriores.
A ello contribuye no solamente el tipo de cambio paralelo que impera en la frontera, que atrae a los encarnacenos, sino también el desarrollo de los programas Ahora que ofrecen financiación sin intereses y porcentajes de reembolso de hasta 41%, razones más que suficientes para que el posadeño prefiera comprar en su ciudad.
Incluso los comerciantes posadeños, que siempre miraron al puente con recelo y hasta en alguna oportunidad promovieron protestas y amenazaron con cortarlo, ahora reclaman que se flexibilicen los protocolos y respaldan el pedido del Gobierno provincial para ampliar el cupo de ingreso al país.
La apertura de las fronteras también cambió por completo el panorama del sector turístico, uno de los más golpeados por la pandemia.
La apertura de las fronteras también cambió por completo el panorama del sector turístico, uno de los más golpeados por la pandemia.
Iguazú vive una etapa de plenitud con niveles de actividad en comercios, restaurantes, hoteles y atractivos turísticos que incluso superan a los alcanzados en los puntos más altos de la prepandemia.
El jueves último se celebró el décimo aniversario de la elección de las Cataratas del Iguazú como una de las siete maravillas naturales del mundo y la fiesta no pudo tener un contexto más acorde, con el turismo de esa ciudad recuperando rápidamente el terreno perdido durante la pandemia.
Puerto Iguazú vive una reactivación de la economía favorecidos por el “Cataratas Day” y la flexibilización de los requisitos de ingresoshttps://t.co/KF5ih8qccr
— misionesonline.net (@misionesonline) November 12, 2021
El progresivo incremento de la conectividad aérea del país y la posibilidad de recibir vuelos internacionales en el aeropuerto de Iguazú son las llaves para la consolidación definitiva de Cataratas como uno de los principales destinos del mundo, con los beneficios que eso conllevaría para el resto de una provincia que está potenciando constantemente sus demás atractivos para generar un efecto derrame.
Después del encierro obligado por la pandemia y en un planeta en el que las urbes crecen cada vez más rápidamente y la naturaleza es un bien cada vez más escaso, el mundo busca verde, agua pura, selva, cielos limpios, oxígeno, tranquilidad y Misiones lo tiene todo, solo faltan los aviones.
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