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Análisis semanal: Misiones se planta en su propia agenda a 38 años de la vuelta a las urnas

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Con mis tiernos 6 años no podía entender cabalmente las implicancias de un acto institucional que daba fin a la más sangrienta dictadura que haya atravesado el país, pero sí podía percibir la alegría colectiva que generaba ese señor de bigotes que repetía algo que mis viejos me explicaron era el Preámbulo de la Constitución y lo pronunciaba como si se tratara de un conjuro contra todos los males imaginables.

Por primera vez veía los efectos que opera la esperanza cuando se torna un bien colectivo. Lo vi primero desde el Cerro Pelón en una abigarrada multitud que copó la bajada al viejo puerto de Posadas y después en la cara de mi viejo, un radical de los de antes, a quien nunca volví a ver tan feliz como en aquella tarde de sol del 30 de octubre del 83.

Pocos años después, hiperinflación mediante, aprendimos que la democracia por sí misma no era suficiente para comer, curar y educar, como prometía aquel líder inspirador, pero pese a ello era preferible a cualquier otra forma de gobierno. Instalar esa idea como parte del sentido común en Argentina, generar anticuerpos que reaccionan contra cualquier intento de golpe de Estado, tal vez haya sido el mayor logro del ganador de aquel 30 de octubre.

Los manuales de cursilería barata aseguran que nadie se enamora con la misma intensidad de la primera vez, algo parecido pasa con la política. Casi cuatro décadas después, con los sonoros fracasos de los sucesivos gobiernos nacionales que llevaron a Argentina de ser un país con menos de 10% de pobreza a tener más de 40% de su población en esa condición, resulta mucho más difícil generar esperanza desde la política.

Pese a ello, los cambios que se fueron produciendo en la escena provincial en los últimos 18 años consiguieron provocar entusiasmo y en los últimos meses esos cambios se aceleraron.

Primero un poco de contexto. Durante buena parte de los 37 años de democracia ininterrumpida, los gobiernos misioneros practicaron una resignada adhesión a los gobiernos nacionales que les tocaron.

La idea que imperaba era que una provincia con poco peso electoral y una economía escasamente desarrollada no tenía más alternativa que acatar lo que mandara Nación y a lo sumo aspirar a alguna migaja en el reparto de la obra pública o de la Caja PAN o de las formas de asistencialismo que siguieron a ese programa o de algún cargo para algún pariente en un organismo nacional.

Bajo esa lógica de cuasi mendicidad, Misiones perdió parte de su coparticipación durante el gobierno radical que inauguró el último y más largo período democrático del país y miró con la ñata contra el vidrio cómo todos los gobiernos nacionales invertían para desarrollar la infraestructura del país central relegando a los territorios más alejados del puerto de Buenos Aires.

Para conocer una autopista un misionero debía viajar cientos de kilómetros, tener un teléfono de la estatal Entel era un extraño privilegio, ni siquiera la señal de ATC llegaba a Misiones, mucho menos las redes de gas natural cuya ausencia hasta este momento en territorio provincial sea tal vez la prueba más palpable del papel marginal que la Nación le otorgó a Misiones a la hora de planificar la infraestructura del país que, siempre es bueno recordar, se construyó con los impuestos de todos los habitantes, también de los misioneros.

El sistema bipartidista que imperó hasta la implosión de diciembre de 2001 tuvo mucho que ver en esa postura de resignado acatamiento a lo que mandaba Nación, porque los gobernadores de aquellos años debían responder a las estructuras nacionales de sus partidos y el mandato partidario pesaba más que los intereses de la provincia.

 

Tiempos de cambio

El refranero popular afirma que no hay mal que por bien no venga, algo que no siempre se verifica pero sí resultó cierto para la política misionera después de la enorme crisis social y económica que siguió al estallido de diciembre de 2001. La relación de la gente con los partidos tradicionales se rompió y en un caso paradigmático de lo que Schumpeter llamaba destrucción creativa, algo nuevo surgió de las cenizas.

A escala nacional lo nuevo que surgió fue el primer kirchnerismo, un movimiento transversal de centro izquierda que entusiasmó a militantes de todos los partidos e incluso a descreídos de la política, pero que no tardó en recuperar y profundizar los vicios de la política de antaño y en abandonar cualquier pretensión de transversalidad para refugiarse en una identidad de movimiento revolucionario tardío.

Al mismo tiempo en Misiones nacía la renovación, un movimiento que hacía rancho aparte de los partidos tradicionales y por primera vez en tiempos democráticos había un gobierno provincial que no era peronista ni radical, era otra cosa.

La convicción de que una fuerza provincial por fuera de las estructuras partidarias nacionales sería mucho más efectiva para gobernar de acuerdo a los intereses de Misiones estuvo ya en el germen de la renovación, pero para plantarse a negociar con real firmeza ante Nación antes había que ordenar la propia casa.

Como lo aprende cualquier joven cuando pretende independizarse de sus padres, no hay autonomía posible sin ingresos propios y mucho menos con deudas. En los 90, bajo el gobierno de Ramón Puerta, Misiones dependía del endeudamiento para cubrir sus gastos y bajo esa situación era imposible no acatar cualquier condición que impusiera el prestamista, en este caso la Nación.

Vivir con lo propio y reducir progresivamente la deuda fue el primer paso necesario para ganar autonomía y la renovación lo consiguió gracias a una política fiscal que para muchos no resultó simpática, pero que permitió a Misiones ser la provincia con mayor proporción de recaudación propia en sus ingresos totales y financiar con fondos propios la construcción de escuelas, hospitales, comisarías, rutas, así como programas para el desarrollo y la transformación de su  matriz productiva.

Esa mayor autonomía económica y política permitió a Misiones comenzar a definir su propio camino hacia el desarrollo, de resultas que a menos de 20 de años de este giro copernicano en la política provincial, hoy la provincia está haciendo todos los deberes para convertirse en un polo de la economía del conocimiento a escala regional a pesar de estar inserta en un país cuya economía todavía depende de que la lluvia permita una buena cosecha.

Con agenda propia

Al presidente Alberto Fernández le tocó esta semana entender por las malas que el Gobierno misionero se maneja a su tiempo y con agenda propia. Enfrascado en su disputa con una buena parte de los supermercadistas y empresarios del rubro de la alimentación por el congelamiento de precios, Alberto convocó a los gobernadores para que lo apoyaran.

Oscar Herrera Ahuad no fue y lejos de buscarse una excusa banal para explicar su ausencia, algo que suelen hacer los políticos para matizar desaires, el mandatario provincial fue muy frontal en sus declaraciones públicas a la hora de expresar su disconformidad con algunas decisiones del presidente.

Herrera Ahuad dejó muy en claro que Misiones tiene sus propias prioridades, como la zona aduanera especial vetada por Alberto o la obtención de una compensación monetaria por los servicios ambientales que presta su selva, y que salir a apagar un nuevo incendio generado por el Gobierno nacional no estaba dentro de esas prioridades.

Lo cierto los diferentes programas de control de precios que aplicaron los gobiernos nacionales no tuvieron prácticamente ninguna incidencia en las góndolas de Misiones, principalmente porque –como la enorme mayoría de las políticas nacionales- fueron pensados, diseñados y ejecutados para Buenos Aires.

En ese sentido, Herrea Ahuad le recordó al presidente quien tiene las atribuciones para manejar las variables de la macroeconomía es el Gobierno nacional y que debe hacerse responsable por las decisiones que toma.

“Sería muy hipócrita de mi parte salir a controlarle los precios a los misioneros, cuando no tenemos un tratamiento impositivo diferencial porque nos han vetado una ley (…) entiendo que Misiones necesita un tratamiento diferencial en las cuestiones impositivas para controlar el precio. Yo no puedo ir a controlar un precio acá cuando a 1.500 metros, cruzando un puente, las cosas valen el 50%”, expresó el gobernador cuando le preguntaron si había concurrido a la reunión convocada por el presidente para apoyar al congelamiento de precios.

 “Sería muy hipócrita de mi parte salir a controlarle los precios a los misioneros, cuando no tenemos un tratamiento impositivo diferencial porque nos han vetado una ley (…) entiendo que Misiones necesita un tratamiento diferencial en las cuestiones impositivas para controlar el precio. Yo no puedo ir a controlar un precio acá cuando a 1.500 metros, cruzando un puente, las cosas valen el 50%”,

“¿Cuánto podés controlar acá? ¿Cuánto podés influir en la formación de los precios? La matriz macroeconómica la maneja la República Argentina y debe hacerse responsable de esa matriz. Nosotros tenemos la responsabilidad de hablar con las diferentes cámaras, trabajar con los que tienen en la provincia el circuito económico de las ventas, pero de allí a tomar una conducta de un control de 10 centavos más o menos cuando tenemos un país enfrente que tiene un 8% de IVA contra un 21% que tenemos nosotros y nos han vetado una ley, sería muy hipócrita para mi decirles a los misioneros que voy a salir a controlar los precios”, continuó.

Se permitió además señalar la enorme contradicción en la que incurre el Gobierno de Alberto cuando sale al mundo a exigir canje de deuda por servicios ambientales cuando destina al funcionamiento de la Ley de Bosques menos del 3% del presupuesto que determina dicha ley.

“Se ejecuta el 3% de lo que está determinado por la Ley de Bosques. Necesitamos que eso también se ponga en marcha porque si no se le da la importancia en la matriz presupuestaria a la ley de Bosques, no entiendo cómo la Argentina sale a reclamar al mundo, canjear la deuda externa por cuestiones ambientales (…) primero tenemos que respetarnos a nosotros, ese respeto se da en el respeto de una ley y hoy Misiones no está contemplada o lo está en una parte ínfima. Miserable, miserable”.

Las declaraciones de Herrera Ahuad resonaron en todos los medios del país, lo que demuestra que el Gobierno provincial se está convirtiendo en una voz cada vez más relevante en un escenario político nacional con pocos actores que pueden hablar desde afuera de la grieta como lo hace Misiones.

 

Presupuesto mezquino

En la misma línea misionerista, Herrera Ahuad aseguró que los diputados nacionales que responden a la renovación no votarán la ley de Presupuesto 2022 si no aumentan las asignaciones orientadas a la provincia.

El proyecto que envió el Ejecutivo nacional provocó el inmediato rechazo del Gobierno provincial. Motivos no faltan: Misiones aparece en el último lugar cuando se mide en pesos per cápita la inversión nacional prevista por todo concepto durante el año próximo.

La misma postura anticiparon los candidatos a diputado nacional del Frente Renovador si resultan electos el 14 de noviembre: no votar nada que no beneficie a Misiones y luchar para conseguir más obras y recursos.

“Nosotros tenemos bloque propio y no vamos a responder a los intereses de Buenos Aires”, dijo Carlitos Fernández el primer candidato renovador marcando una clara diferencia con los candidatos del Frente de Todos o de Juntos por el Cambio que tendrán que ir a integrar los bloques nacionales y votar en línea con lo que manden los presidentes de bloque, que casi nunca tienen entre sus prioridades los beneficios para los misioneros.

“Nosotros tenemos bloque propio y no vamos a responder a los intereses de Buenos Aires”

Desde la renovación advierten que ninguno de los gobiernos kirchneristas ni el gobierno de Mauricio Macri ayudaron a Misiones a mejorar su coparticipación, a tener gas natural, a tener zona aduanera especial ni reglamentar el artículo 10 de la Ley de Pymes para mejorar los precios y competir contra Encarnación. “Cuando Carlitos Fernández dice que después de las elecciones del 14 solo la renovación se quedará gestionando en favor de los misioneros, es porque los antecedentes ya demostraron que esa es la realidad”, señalan.

Con el Frente de Todos cargando con la pesada mochila de la errática gestión de Alberto y Juntos por el Cambio tratando de esconder en el ropero el espantoso gobierno de Macri, aumentan las chances de fuerzas emergentes como los libertarios, que en Misiones tienen a Ninfa Alvarenga como candidata de cabecera y propuestas muy concretas (que podrán gustar o no, pero son coherentes con el pensamiento liberal) como bajar los impuestos, eliminar el control de precios, reducir drásticamente la inflación y dejar de regalar planes sociales en época electoral.

 

Legislatura a pleno

La Cámara de Diputados de la Provincia tuvo otra intensa semana de trabajo. Prestó acuerdo legislativo para cubrir doce cargos judiciales como jueces, fiscales y defensores en distintos municipios de la Provincia, se instituyó una distinción para veteranos y excombatientes de la guerra de Malvinas; se crearon programas para la concientización sobre los efectos del consumo de alcohol durante el embarazo, y para el desarrollo de la actividad arrocera. También se modificaron los límites del municipio de Pozo Azul; se prorrogó la suspensión de ejecuciones de sentencias que ordenan desalojos; se declaró de interés provincial el Arte Sonoro Tradicional Mbya, y patrimonio histórico y cultural al edificio de la Municipalidad de Cerro Azul.

En un año complejo por la pandemia, donde se trabajó con virtualidad y se retornó a la presencialidad, además de ser un año electoral, se llegó al récord de sancionar 91 leyes y más de 1.500 asuntos entre sanciones en todas las comisiones, resoluciones, dictámenes y declaraciones.

Significó un proceso de toma decisión no solamente en tiempo y forma, sino también, en haber transferido absolutamente toda la agenda pre pandemia: no existe parlamento en el país que con trece reuniones haya aprobado 91 leyes con un verdadero consenso, que es el consenso con la gente, que son los que pusieron a los diputados en ese lugar con su voto.

“Esta Cámara ha tratado asuntos todos directamente vinculados a la órbita de interés de todos los grupos sociales de la provincia, desde el medio ambiente, la educación, la salud, las infraestructuras, la tecnología, la juventud, la niñez, las cuestiones de violencia de cualquier naturaleza. Todas, una especificidad nunca vista”, dijo el presidente de la Cámara de Diputados, Carlos Rovira, al cierre de la sesión del jueves.

 

Apurando el acuerdo

En el plano económico, lo más relevante de la semana pasó por la continuidad en la escalada del dólar blue que se acerca a la marca de los 200 pesos mientras el oficial se mantiene atado apenas por encima de los 100 pesos.

Los analistas relacionan el incremento de la cotización del dólar en el mercado paralelo a la aceleración de la inflación. El razonamiento indica que cuanto más aumenta la inflación, más barato queda el dólar en relación a los demás bienes, lo que empuja la demanda y con ello los precios.

Agregan que al menos hasta el 14 de noviembre incidirá también la incertidumbre política como factor que traccione al dólar.

Mientras el blue seguía rompiendo récords, el presidente Alberto Fernández utilizaba el encuentro del G20 en Roma para buscar respaldo político a la postura argentina en la renegociación de la deuda con el FMI.

Logró un encuentro informal que fue calificado por ambas partes como “cordial” con el presidente estadounidense Joe Biden, además se trajo palabras amistosas del presidente francés Emanuel Macron y del líder ruso Vladimir Putin.

Junto con su ministro de Economía, Martín Guzmán, Alberto se reunió también con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, ante quien repitió los pedidos de baja de intereses y extensión de los plazos de pagos para la enorme deuda que tomó el gobierno de Macri de la manera más irresponsable que pueda imaginarse y en connivencia con el board del FMI que accedió a otorgar un crédito completamente irregular para evitar que el mencionado expresidente perdiera las elecciones de 2019.

Más allá de las declaraciones de cortesía, el Gobierno argentino volverá al país sabiendo que los principales decisores dentro del FMI,  es decir Estados Unidos, Alemania y Japón, no están dispuestos en lo inmediato a rebajar los sobrecargos, tampoco a moverse mucho de lo que marcan sus estatutos en materia de plazos de pago.

 

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