308 días pasaron desde el 14 de diciembre cuando el presidente, Alberto Fernández, sorprendió, decepcionó y le puso un fin a los sueños de la provincia de Misiones de convertirse en una zona aduanera especial. Ese día, el Jefe de Estado vetó la iniciativa que había sido incluida en el presupuesto nacional por presión del Gobierno misionero y posteriormente aprobada en ambas cámaras del congreso.
A más de 10 meses de esa noticia que cayó como un balde de agua fría en la Tierra Colorada, la propia Nación le otorgó a la provincia de Santa Cruz, del mismo signo político del Gobierno nacional, una Zona Franca Comercial, que le eximirá de impuestos nacionales en distintos tipos de mercaderías y venta de automotores libres de tributos.
El predio, cuya inauguración fue hoy y estuvo a cargo de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, está ubicado a 15 kilómetros de Río Gallegos, capital de Santa Cruz, en el kilómetro 123 de la ruta nacional 40. Tiene 200 hectáreas y los clientes podrán adquirir en la zona franca productos importados libres de impuestos en los rubros electrodomésticos y bazar, repuestos de autos y herramientas, iluminación led y domótica, perfumes, cosméticos, bebidas, cigarrillos, comestibles, juguetería, electrónica, artículos de deportes, relojería, joyería e indumentaria.
Si bien la Zona Franca Comercial es un anhelo que tenía Santa Cruz desde 1994 cuando Néstor Kirchner era el gobernador, la puesta en marcha de la misma es una prueba más de la disparidad de criterios y la postergación de Nación a los intereses de Misiones de convertirse en una zona aduanera especial, para reducir las asimetrías que sufre con Brasil y Paraguay, perjuicios, que quedaron en evidencia con el cierre de fronteras por la pandemia del coronavirus-Covid 19.
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