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El Gobierno de Sudáfrica intenta terminar con varios días de descontrol luego de la condena a prisión del expresidente Jacob Zuma.
La violencia se adueñó de dos de las provincias más pobladas de Sudáfrica, en una ola de incendios y saqueos que según el gobierno tiene pocos precedentes desde el fin del apartheid.
Los disturbios se suceden sin interrupción desde la condena y encarcelamiento la semana pasada del expresidente Jacob Zuma, sentenciado por corrupción a 15 años de cárcel, aunque luego se extendieron por otros motivos.
El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, afirmó este lunes que la cruenta violencia que asola al país tiene pocos precedentes “en la historia de nuestra democracia”. Ramphosa sacó soldados a las calles para reforzar la actuación de la policía y controlar la violencia que hasta ahora ya dejó al menos seis muertos.
Los disturbios sociales provocaron que el Gobierno de Sudáfrica saque al ejército a las calles del país.
“Partes de nuestro país padecen desde hace varios días y noches actos de violencia pública, destrucción de propiedades y saqueos que pocas veces se han visto en la historia de nuestra democracia”, afirmó el presidente en una intervención televisada a la nación.
Los incidentes estallaron el viernes en las zonas zulúes (este) de donde es originario Zuma y donde también ingresó en prisión. Desde entonces, los disturbios se extendieron a Johannesburgo, especialmente a sus barrios más pobres, por motivos económicos que no tienen que ver con Zuma.
Así son los saqueos en Sudáfrica.
En estos barrios, las restricciones por la tercera ola de Covid-19 que se impusieron en junio afectan a los pequeños empleos con los que sobreviven muchos de sus habitantes. Los disturbios son un caos de “delincuentes e individuos oportunistas”, según un vocero de la policía.
La policía, presente pero poco numerosa, persiguió a los saqueadores disparando balas de goma para dispersarlos y realizó algunas detenciones, un total de 219.
El centro de Johannesburgo presentaba este lunes un aspecto desolador de ventanas rotas y coches quemados, mientas los helicópteros de la policía sobrevolaron la ciudad.
En la ciudad de Pietermaritzburgo (este) los soldados patrullaban la zona del centro, donde las veredas estaban llenas de escombros y muchos comercios permanecían cerrados por precaución, incluidas las estaciones de servicio.
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FUENTE: La Nación.
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